EN
LA PARCELA [100]
Viendo
tan solo caer la nieve, lejana y ajena a
la tibieza de mis manos, un poeta se entretuvo, dejando su telar para
que otros escribieran.
Hay
un amor que muere de frío ante sábana tan extensa... ¿será una flor?, o tal vez
un oso que decidió dormir para siempre, olvidando tal vez, que los inviernos
pasan, al igual que las primaveras.
¿Están
locos?, ¡que no duerman!, el sol estaba jugando un rato, entre brazos dorados
bañados de miel del cielo, en otro bosque, y pronto serán hallados quienes
cierran los ojos y no esperan... ¿quién dice tal tontería?, y a lo lejos se
escucha el cantar de un búho, mimetizado entre la blanca tela que cubría un
árbol.
Adiviné
que el frío interno hace morir la piel,
y que la providencia guarda grasa para el mañana, cuando caen y caen los copos
de nieve, para llenar las páginas del bosque de telares níveos, a donde el
poeta escribirá su nombre y el mío.
Eso
espero… que se nos bendiga con amor, que se armen muñecos con sonrisas que
prometan mañanas, si acaso llegan…
Una
barca de cristal anhela retorne el ruiseñor a mi ventana, que no encuentre
rocas disfrazadas a su paso, y el mar esté sonoro, la música sea compuesta por
las enormes ramas de palmera, y un sortilegio sea el cañaduzal seco, acompañando
tan divina comparsa con pompa y alegría.
Se
borró su voz… nadie la grabó… el video donde cantaban los pastizales y pensaba
en ti. Pero regresaré otro día, si el reloj del tiempo no se detiene para mí, y
sabrás de qué melodía te hablo.
Caminé
un rato y visité la tumba olvidada de mi Nena, los pajaritos estuvieron
cantores al amanecer, y cuando el ocaso disfrazó su señal de viaje con
payasitos de colores, retornaron las aves que se habían ido, y todos los
árboles fueron orquesta antes de mi regreso.
Una
oración callada y muda… te vi danzar muchas veces… parecías corretear una
paloma perdida en el bosque, y tu luz llenó de mágicos sueños mi alameda,
cuando un adiós se predijo, y un poema parió la vida, ante imagen tan divina.
¿Viste
poeta?, ahora somos padres, entre tú y yo, en silencio, llenaremos bosques
blancos de pequeñas letras.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
enero 28/15
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