martes, 10 de septiembre de 2019

TÚ MI PAISAJE

TÚ MI PAISAJE

Paseo mis manos
por lo magnífico
de tu paisaje. 

Me enredo en tus marañas
para en tu ombligo
hallar la paz de las cigarras.

Toco el invierno en tus ojos
hasta llegar al mar en tu boca,
hallando un tanto de dicha
que tan bello sueño provoca. 

Soy en ti y eres en mí
cual resplandor de sol en un espejo
siendo uno en miles de imágenes.

Soy cual muda roca 
que es fiel testigo 
del amor que pasa.

Tu cascada me induce
y me condeno a quererte
las veces que seas el infierno
y las pocas que logre tocar el cielo. 

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, 24 07 19




FELICIDAD

FELICIDAD

Pasé días tristes buscando la felicidad 
y ella acariciaba el rostro,
movía con dulzura mi blanca cabellera.

!Cuán cerca de mí estaba!...

La felicidad empezó a caminar lerdo
parecía una anciana con sika
hasta el momento que escuché a los pájaros
cantando en mi ventana
me dí cuenta que la felicidad es simple,
tan solo un capullo abriendo
o una abeja besándolo. 

No pedí nada más,
acepté el reto de la pobreza de cosas
para enriquecer mi árbol 
con todas sus estaciones. 

Me vi arraigada a la tierra
y tomé vino de ella, 
vacié la mente de lo inservible
para entonar un himno 
a la majestad del viento
que ha borrado las penas del bosque
al empujar nubes cargadas 
y soltarlas en medio de una fiesta
sobre los sedientos pastizales.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 12 07 19



VIVIR AUSENTE

VIVIR AUSENTE

¡Vivimos en un mundo sin luz 
en un lugar sin acierto para vivir
a pesar de tanta luciérnaga suelta!

Pasamos sin pensar en el otro
porque somos el egoísmo
el mismo que tiene al borde
a las aves y a los árboles,

el mismo que vomita en el mar
y defeca en sus aguas
después de un largo día 
de gritos y asonadas.

Vivimos tan aislados de la verdad
que pensamos que todo lo merecemos
y vamos por ahí dando tumbes
y derribando montañas
para elevar torres de cemento
y endeudar más a los pobres.

Somos leñadores hambrientos
y guerreros indomables
que no ajustamos el corazón al pecho
sino el día en que la enfermedad nos acorrale.

Vivimos como si no fuéramos a morir,
como si al segundo un resbalón 
o el calor intenso no reventara las venas
y nos arrastrara por el piso 
como serpientes venenosas.

Así pasamos, ni siquiera parecemos hojas
ni siquiera el humano que tanto gritamos
porque la humanidad perdió el camino
y sólo agacha el rostro hacia un celular
para reír con gentes lejanas
o para gritar la suciedad y la rabia 
que por dentro llevamos.

Vivimos así, 
como si no fuéramos a morir...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 10 09 19 

A PUNTO DE LAS SEIS

A PUNTO DE LAS SEIS

Suelo correr, imaginar que he llegado a la cima del mundo, pero en esa cima todo es rocoso, sin flores, el aire pesa y los pulmones se queman.

Subía, tenía demasiada sed y no tenía en donde aplacarla porque el agua corría enojada por entre rocas con muchos filos y mis piernas no daban, no se ajustaban como ayer a correr desde arriba de la montaña para llegar al fin a la quebrada y endulzar la vida de tanto en tanto.

Algo había en medio de la montaña, como una saliente que no aportaba nada porque cada vez que intentaba aferrarme de ahí, algo me empujaba hacia abajo hasta que ya no pude más, las fuerzas se agotaron, sentí que todo el peso de la vida me llevaba hasta ese rincón oscuro en donde me esperaba una muerte cruel.

En medio de la caída sentí que nada me hería, vi entonces un llano verde,  todo eran flores y musgos tiernos y campo abierto con dulces ensenadas que me llevaban a ese río que desde arriba amenazaba con destrozar mi pequeño cuerpo, y entonces reí a carcajadas, corrí, la juventud tornó y el caballo blanco jamás apareció, pero mis pies parecían alas y el agua cristalina me abrazó toda, me hizo el amor como nunca nadie, me besó todas las orillas y sentí paz al fin al escuchar al pequeño enjaulado cantar. 

A punto de las 6, aquí entre nos, ¡canta tarde el pollito enano porque lo arropo con una cobija para embolatar su reloj interno, ¡y me ha funcionado! 

Desperté con ánimo, sin importar el calor, sin pensar en todas esas cosas que me atormentaban pero que ya no fueron, y doblo las rodillas para orar por alguien amado que pasa momentos difíciles.

Gracias Dios mío por este nuevo día, por la soledad que me acerca a ti y por la sonrisa de mis hijos, por el estómago grande de Carolina y los sueños de Verónica, y por ese sueño musical de Kevin, todo se acerca a lo que dispones, sin importar el tiempo, porque el tiempo no existe, sólo tú eres real.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 10 09 19

EL PICO

EL PICO

Ahí, en el lugar del pomarroso y del mortiño,
en el pico rocoso de la más alta montaña
en donde hallamos viejas espadas 
que aún se conservan en las manos
y fueron firmes para herir al venado
y lastimar al cerdo de colmillos grandes,

en ese lugar que parece el confín de todo
que al cerrar los párpados vemos más,
y todo es más lúcido y brillante que el sol
ante el madrigal;

fue en ese mismo lugar 
en donde mi pequeña cometa
se enredó en tu cuerpo de palmera 
y se varó en la oscura noche de tus ojos.

Ahí confié en promesas viendo a las estrellas,
imaginé el mundo lleno de mariposas 
que revoloteaban en mi estómago
y salían por la boca. 

Fué en ese lugar inhóspito
acompañados del canto del guacharacho
y la burla del mirlo
donde alguna vez conocí el amor.

¡Ahí estaba cruzando la peña!...
De loma a loma, envuelto en fantásticos aromas
y redondeado de todos los colores 
cual beso alargado de novia virgen
entrelazado en leguas de fuego.

Aún ahora siento lo mismo
si voy tan solo al Magdalena
pleno de almas solitarias
que rondan y rondan su orilla
buscando todo sin hallarte.

En tanto pasas cual ave solitaria
por sobre las aguas doradas
esperando tan solo una mirada...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 10 09 19