MI
PASTOR 3 [56]
Mi pastor amado:
cuánto
tiempo abstraída en las cosas del mundo
sin
pensar en ti,
ausente
de tus ojos y tus llagas,
ni
una oración con gusto,
ni
dobladas mis rodillas
ante
tu infinito amor.
Hoy, en mi soledad te advierto,
en
mis tristezas descubrí que siempre estabas,
con
ese aliento invisible,
ese
amor imperturbable,
apacible
y transparente.
No tengo palabras
para
un perdón por todos mis olvidos.
Creía
que el amor era un hombre,
unos
huesos, los besos ardientes bajo una palmera,
donde
el calor y la pasión consumieran mi vida,
pero
no lo hubo, no existió en realidad…
Sueños vanos,
vagos,
pasajeros…
Promesas vestidas de mentira y engaño
mientras tú sin voz me deletreabas,
me
llamabas por mi nombre.
Soy un gorrión que busca tu nido,
espero
me sostengas pues tengo mucho frío,
mi nicho está vacío,
marchó mi amiga del alma.
De a poco se desvanecen mis sueños;
presiento que voy muriendo.
Una estrella luminosa en los ojos de nadie
avista mi corazón
sobre
una nave que te busca.
Mi amor platónico,
es a ti a quien anhelo,
eres
mi verdadero amor
me alientas y consuelas,
me
abrazas y das a beber de tu vino,
un exquisito vino añejo de tantos siglos
que despreciaba por buscar vanas cosas.
Ya no deseo correr como antes,
me gusta estar aquí contigo,
mueves mi vida,
me
animas cada segundo...
No quiero dormir,
un
tinto me mantiene en vela
para extender un poco el tiempo,
ese reloj del destino que marca mis pasos
para disfrutar de mi juguete caro
mi más valioso tesoro, ¡amado mío!
Dulce niño herido y humillado,
amante incansable en días de sombras
mi gran esposo y compañero
que siempre estabas,
cuando
otros se habían ido…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 11/13