domingo, 6 de julio de 2014

¿EN DÓNDE ESTÁS?



¿EN DÓNDE ESTÁS?

Buscando un amor en medio del ruido del mar,
como perdiz queriendo ser gaviota,
¿en dónde estás?

Gimen las olas,cual si fueran a llorar
y el mar, mi amado lleno de bondad
en donde están todas juntas mis lágrimas
y rebotan en las olas cual si perlas fueran.

¿En dónde estás mi amor?
Te busco y pareciera que te veo
sobre la roca más enorme
y te alejas, al suspirar del viento,
me dejas contemplando una sombra
la mía, que junto a los ermitaños,
espera verte regresar.

¿Qué haces amor?
Yo amándote y tú, volando como un cóndor
mis pequeñas alas se han quebrado una vez más
un rincón bajo la roca, 

ocres,amarillos como el oro me resguardan,
espero un poco,
el corazón palpita veloz
y lo dejo descansar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 5/14

A UN NIÑO POETA

A UN NIÑO POETA

6 de julio de 2014 a la(s) 12:30
No caminaba el niño poeta
la brisa como siempre
elevando lo más liviano,
como si alas tuviese
con sus grandes ojos
cual enormes manantiales.

El poeta tenía grandes dientes
¡era tan flaco!, como la vida misma
¡era tan delgado!, su piel eran sus huesos
y sus huesos parecían su piel.

¿Qué haces vagabundo?,
¿hacia dónde diriges tus pasos?
No hay nada para ti en este mundo
solo hay soberbia y vanidad,
nos creemos grandes por un verso,
nos volvemos soberbios por una joya al cuello
por un anillo de diamantes,
que bien podría calmar el hambre de muchos.

El poeta miraba a los ojos,
¡parecían los enormes fosos del  universo!
¿estaría Dios ahí, viéndonos a través de ellos?,
creo que sí, porque cuando lo miraba
algo en mí se movía, como queriendo doblar las rodillas
y un cántaro de sales húmedas brotaban,
y el manantial de los suyos  inundaba todo
pero su boca era un reseco valle,
donde florecían cardos de colores,
esponjas de mar que le robaban el alma.

Cierto día, el poeta no regresó…
¿En dónde está el niño poeta?
-No está, se fue –respondió la pequeña madre temblorosa-
su violeta  boca  a toda pregunta acató
y entonces callé, tomé su mano un momento
y tampoco pude hablar,
pues una espina había atravesado mi garganta
era de lata y de cartón, de impotencia de alas caídas,
y al verme así me dice la anciana:

-Mi nieto de ojos gigantes y enormes dientes se durmió
cuando lo llamé para darle su caldo virgen,
¡estaba tan helado!, no pudo cerrar su boca ni sus ojos
pero se quedaron en el cielo,
cada día los veo brillar, y el hambre,
¡esa puta hambre del día, también se fue con él!

Siempre  decía mi niño que él cuando grande
sería un gran poeta, ¡sí que lo es!
el mejor poeta, y el mundo se perdió de él.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 6/14

Él jugaba a vender bolsas negras con el estómago vacío y su libreta donde escribía cada poema: tengo hambre, tengo sed, ¿que hay para comer hoy?, pero el silencio era la respuesta, sólo el silencio, un lápiz sin punta, un borrador.
Él jugaba a vender bolsas negras con el estómago vacío y su libreta donde escribía cada poema: tengo hambre, tengo sed, ¿que hay para comer hoy?, pero el silencio era la respuesta, sólo el silencio, un lápiz sin punta, un borrador.


Foto: A UN NIÑO POETA
Publicado por Raquel el 6 de Julio de 2014 a las 8:34pm
Él jugaba a vender bolsas negras con el estómago vacío y su libreta donde escribía cada poema: tengo hambre, tengo sed, ¿que hay para comer hoy?, pero el silencio era la respuesta, sólo el silencio, un lápiz sin punta, un borrador.

6 de julio de 2014 a la(s) 12:30
No caminaba el niño poeta

la brisa como siempre

elevando lo más liviano,

como si alas tuviese,

con sus grandes ojos

cual enormes manantiales.

 

El poeta tenía grandes dientes

¡era tan flaco!, como la vida misma

¡era tan delgado!, su piel eran sus huesos

y sus huesos parecían su piel.

 

¿Qué haces vagabundo?,

¿hacia dónde diriges tus pasos?

No hay nada para ti en este mundo

solo hay soberbia y vanidad,

nos creemos grandes por un verso,

nos volvemos soberbios por una joya al cuello

por un anillo de diamantes,

que bien podría calmar el hambre de muchos.

 

El poeta miraba a los ojos,

¡parecían los enormes fosos del  universo!

¿estaría Dios ahí, viéndonos a través de ellos?,

creo que sí, porque cuando lo miraba

algo en mí se movía, como queriendo doblar las rodillas

y un cántaro de sales húmedas brotaba,

el manantial de los suyos  inundaba todo

pero su boca era un reseco valle,

donde florecían cardos de colores

esponjas de mar que le robaban el alma.

 

Cierto día el poeta no regresó…

¿En dónde está el niño poeta?

-No está, se fue –respondió la pequeña madre temblorosa-

su violeta  boca  a toda pregunta acató,

y entonces callé, tomé su mano un momento

y tampoco pude hablar,

pues una espina había atravesado mi garganta

era de lata y de cartón, de impotencia, de alas caídas,

y al verme así me dice la anciana:

 

-Mi nieto de ojos gigantes y enormes dientes se durmió

cuando lo llamé para darle su caldo virgen,

¡estaba tan helado!, no pudo cerrar su boca ni sus ojos

pero se quedaron en el cielo,

cada día los veo brillar, y el hambre,

¡esa puta hambre del día, también se fue con él!

 

Siempre  decía mi niño que él cuando grande

sería un gran poeta, ¡sí que lo es!

el mejor poeta,  y el mundo se perdió de él.

 

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 6/14