jueves, 24 de noviembre de 2011

DÉJAME (19)


DÉJAME (19)

Déjame subir a tu estancia
a nutrirme de tu piel roja.,
y buscar la nuez de tus encantos.
Acariciarte todo, 
sin reparar en nada,
mientras las doradas hojas caen
el sol se nutre de mi espacio,

y vuelan mariposas por los prados.



Déjame perderme en el espejo de tus aguas

que como cristales, pintan el azul cielo
y esconden en sus límpidas aguas,
caracolas multicolores que gimen,
en el silencio de las rocas 
que duermen en los acantilados.

Déjame entregarme sin reparos
mientras cruza mi estrella en el camino
y mis ojos extasiados ven los tuyos
que con un iris multicolor me pinta,
y me pierde en la magia de sus tonos.

¡Déjame morderte al fin,
que tu boca sea oración y sea elegía,
que sea verbo y sustantivo ,
donde muera de sed entre tus manos de oro
y la seda de tu piel tan consentida!

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, noviembre 24/11

RECUERDOS (20)

RECUERDOS

Caminantes somos, el camino es incierto;
cada árbol plantado llegará a ser un sueño,
cada lucha se perderá con la brisa,
los guerreros del silencio están en cada sudor,
su lejía se la llevó el viento con mis ilusiones.

Allí de blanco sobre una sencilla nave,
la barca de madera se vara en el pantano
donde aún faltaban muchos brotes
llenando las hojas de ilusión...

La música alegrando tempestades
las guerras continúan sin motivo y sin razón,
y tender una mano para decir adiós es costumbre,
pisotear la flor es no ver a la oruga
que se escondía en su interior.

De nuevo danzo, mi árbol está reseco,
las lluvia de mis ojos no lo hacen reverdecer,
sigo el mismo sendero tantas veces repetido
y el verdor de lotos tiernos me llama,
el rosa de sus flores son nácar para un día
y perfume para el colibrí.

Sólo añoranzas, todo efímero, fugaz...
Entono cánticos con la brisa de mi boca,
elevo al cielo el rostro y te veo,
pareciera que un potro veloz
 elevado con inmensas alas de viento y espuma
viniera hacia mí,

pero de nuevo la lluvia riega las flores secas,
el pensamiento torna al ayer,
donde un anillo de cristales guardo,
en una linda bolsa café. 


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 24/11

EL DÍA QUE ME QUIERAS (21)

 ..

EL DÍA QUE ME QUIERAS (21)

El día que me quieras
Dejaré de aprovecharme de Cortázar,
Buscaré de Iglesias o de Clayderman;
Pueda ser que me incline por Velosa
O los hermanos Torres.

Ese día dejaré de escribir poemas
Para pasar el tiempo contigo
Recordando ayeres no compartidos,
Palabras que no se pronunciaron.

También recorreré senderos 
Tomada de tu mano, o al lado tuyo,
Siempre hablando..., o en el silencio de un beso,
Dirigiendo nuestros pasos hacia tu estancia
Donde azules aves inciten al amor.

Temblaré, seré la mariposa
Que ha encontrado el lirio apetecido.

Sus tenues antenas reposadas
Libarán su miel en su último día,
Para elevarse pacífica y dulce
Sobre la cornisa de tus ojos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 23/11




LA MÚSICA DEL CORAZÓN (22)

 .

LA MÚSICA DEL CORAZÓN (22)

No escribiré más,
agoté todos los videos de Internet.
Me quieren cobrar por decir "te quiero",
por levantar una hoja en el camino 
y seguir un sendero.

De nuevo observé el rosa dulce, 
caía de los grandes árboles,
me regalaba su encanto en primavera
en los otoños bondadosos que nutrían pastizales.

Me extasié a la vera del camino
con el trabajo de otros, 
los grandes cerros iluminados,
el verdor y la magia de la vida 
que trinaba sin pedido...

¡Qué bella la existencia, a pesar del dolor y la tristeza!
¡Qué dorados!, ¡qué rojos!, ¡qué violetas!
¡Inmensos árboles parecieran besarse con el sol
y acariciarse en noches de luna!

Dije que descansaría, se durmió el día,
me levantaré un momento a mirar al cielo
mientras escucho el son de las cascadas,
el trinar de las aves que revolotean buscando un nido
y el cantar  del sinsonte de madrugada...

Amaneció y aún estoy aquí...
Observé hace un segundo las estrellas
que en veloz carrera me anunciaban,
que mis manos estaban muy ociosas
mientras 3 pedidos me regalaban.

Sentí la brisa fría de la mañana,
me descubrió haciéndole guiños a la luna
en tanto el sol penetraba por mi ventana
viéndome sonreír con el rostro encendido.

Soy una lámpara de fuego que sólo cree en la vida
si la música suena, y las campanas de un corazón
tañen y tañen cada alborada
desde una oscura habitación,
que reflejada a la luz madrugadora me toca
en una magnífica estancia 
que está llena de sueños.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, nov. 24/11