CORTESANAS
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Me
llama la atención que alguien le diga a un escritor, que no puede decir puta,
que dizque porque es un intelectual, entonces imagino que debe decir para que suene más bonito: cortesana,
que es una puta más refinada que las putas, hace lo mismo, pero más costoso,
aclaro que no me lo dijeron a mí, sino a un amigo, a quien vi el comentario en Facebook
Hoy
ha sido un día bello, más que ayer, cada día lo presiento más claro y
transparente, porque lo que estaba oculto bajo el sol, sale a la luz, y es
verdad, son palabras que siempre escucho, a mi vieja, a los abuelos, a los
campesinos de mi tierra cuando sucede algo y la última persona en enterarse es a quien se engaña.
Estrellarme
con una puerta con seguro, la de mi alcoba, compartida con aquél que juró amor
eterno, sus mañas y mentiras durante años, su tacañería, además de tener
cualidades también, pero ante todo su indiferencia, me ha llevado a decir: ¡basta!
El
miedo somete, las mujeres vivimos aferradas a un amor de mentiras, porque
tenemos miedo a enfrentar la vida solas, y esto es lo que me ha sucedido
durante más de 20 años, pues siempre he sido engañada, ultrajada y
menospreciada.
¿Qué
podría decir a las mujeres que han tenido una historia como la mía, o parecida?
Me
sentía obligada a vivir en una relación de mentiras, de gritos y abusos, donde
busqué las letras para consolar mi soledad, y también me di cuenta que ésta
vida estaba causando mucho daño a mis hijos, pero ya es tarde, o temprano, no
lo sé, debí tomar la decisión hace muchos años, cuando ellos estaban pequeños,
pero tenía miedo como muchas, a embarrarla, y que todo se viniera en mi contra, por tantas cosas, el
respeto a mi madre, mi obediencia a sus consejos como mujer sumisa que aguanta
todo, porque sí, porque es una cadena que hay que soportar hasta la muerte, y porque muchas veces no
creía lo que le contaba, para
finalmente, darse cuenta que tenía razón
y tal vez ella estaba muy temerosa de todos los castigos infernales a los que
somete la religión.
En
otro tiempo iría a sus brazos, a orar un rato para que Dios me iluminara qué hacer,
pero ahora ella no está, quiero desahogarme y decir a muchas mujeres que no
vale la pena sufrir por alguien que te desprecia, que todos nacimos libres y
solos y así marchamos.
Siempre
he sabido de sus engaños, una y otra vez, pastillas, condones, poco dinero para
todo, perfumes caros, ausencias siempre, vacaciones donde nunca he sido parte
de las mismas, ni sus hijos, pero últimamente me he dado cuenta que ya no hay
nada, que no soporto sus mentiras ni sus gritos, y que deseo que se vaya de mi
casa.
Un
sitio donde me entero que frecuenta después de las tantas reuniones, y el
dinero para llenar la nevera, para el estudio de sus hijos, se va en medio de
las piernas de las cortesanas de SIGLO XXI, y lo más triste es que me entero
que no se conforma con una sola puta, sino que repite… ¡qué machazo!, ¡quien lo
creyera!, pero en la calle es todo un caballero con la gente, todos le creen,
yo solo tengo que agradecer a esa persona que me abrió los ojos, es triste saber
que todos lo saben, pero que el último en enterarse es la víctima.
A esas mujeres que se dedican a éste oficio,
mis respetos, se quedan con la basura, porque no quiero más de eso, y espero que en ese
sitio se quede a vivir para siempre, porque en mi casa sólo tendrá la última
pieza, la mejor y la más cómoda, pero me
quedaré donde está el ventanal que me hace ver cada día un sol más brillante,
mi árbol amado de mamoncillo, la luz violeta que cada día muestra un camino más
claro para mí, apartando de mi vida a todo aquel que me ha hecho daño, que se
ha robado mis alegrías, pero aún me queda un día más, y sé que mañana será
el más maravilloso de todos, más que
hoy, mucho más, y me ganaré una gran
lotería, porque mi Jefe precioso me ama y estoy enamorada de la intensidad de
su mirada.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 23/13