martes, 19 de febrero de 2013

DICEN QUE NO EXISTES [30]

DICEN QUE NO EXISTES [30]


Días en que no me soporto,
melancolía de a ratos duele
pero en un instante suenan tambores,
es una droga que me excita

Imaginando sea, sonar de corazones.



Danzar quiero, ser una mariposa.
El dolor se va con el desconsuelo.
Sobre el naranjal un mochuelo
que con su dorado pico un himno entona,
y un par de pichones anidan en mi ventana
dejando esos chillidos de amores
sobre pastizales y gramas.



Días de aburrimiento,
pero decido no llorar y me levanto,
tomo mis sandalias o me descalzo
imaginando que llegó la primavera,
busco cada flor y la llevo a una tumba lejana
o sobre un pequeño cristal cerca de tu ventana…



Dicen que no existes, ¡pero me consuelas!…
Entrañable es mi amor por ti, el tuyo sobrepasa todo.
Loca enamorada de la vida parezco,
soy una niña vieja buscando mi razón de ser
en medio de cardos y espinas.

En un segundo, desvanecidos por el tiempo

regalan una flor que engalana la sonrisa del cantor 
y me obliga a verte, cual dorado trigo sobre mis labios
convertido en el pan de mis mañanas.


A veces parece desierto el camino
pero ahí estás, gaviota blanca y divina,
pequeña hormiga con su enorme carga
diciéndome: ¡No te apures!, siempre estaré aquí
donde tu corazón me nombre.



Entonces, en la música de alguien
se me regala paz en medio del tormento,
río a carcajadas por la vida,
viendo hacia el dorado sol me contento
pues me invita a una oración color miel.



Vino espumoso de mi vida, ¡alcázar de mi amor!
Eres tú ese aliento, que motiva a una oración
y aunque no doblo las rodillas ahora,
ya me las harás doblar, al descubrir que mis heridas nada son
comparadas con el inmenso dolor de tu mástil sangrante,
donde un gemido elevaste, y a tu hijo ofreciste al cielo
olvidando su pecado y su traición.



Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 19/13