lunes, 1 de agosto de 2011

NADA ME IMPORTA (52)



NADA ME IMPORTA (52)

No me importan las flores, ni la música,
ni las violetas pálidas, ni de miles de colores,
los nardos encendidos, la lluvia que cae del cielo,
las mariposas voladoras,
ni hablar del mismo cuento aburrido.

¿A quién le interesa una pequeña flor que se esfuma con la brisa?
¿Un cardo nuevo en el camino que desangra tu corazón?
¿Una palabra que te hiere y adentra en tu sensibilidad?

¡No me importa lo que digan, no veré más flores! ...
No sentiré sus aromas, ni me fijaré en sus pétalos,
ni en la cadencia de la música que penetra  a mi oído
y endulza el corazón con un nuevo sonido.

No me importa el cielo azul pintado en los ojos de mi hija
ni su dulce sonrisa, ni sus carreras de continuo,
ni el muchacho sucio y hambriento componiendo música,
ni las libretas deshojadas tiradas por el suelo, 
ni cada sueño escrito en sus pestañas 
que con tibieza mojan la grave ausencia de amor.

Nada me importa la miel, ni la abeja, ni el punzón,
ni su tímido paseo de flor en flor,
menos las doradas mariposas que raudas pasan
sin dejar una mirada siquiera, y así se van,
ante la mía, extasiada en la ausencia de tus ojos
que no brindan un brillo y quedaron perdidos en el limbo,
tras observar de nuevo, las mismas nubes grises del camino.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto  1/11

LA OVEJA NEGRA (53)

Publicado pors en agosto 1, 2011 en 12:00pm

LA OVEJA NEGRA (53)


Recuerdo que llegó cierto día de tantos, y de tantas historias; venía desencajado, pálido, el rostro lleno de esos desagradables granos que reventaba en el sitio donde se le daba la gana, le gustaba fastidiar y tenía muchos defectos, yo creo que no le faltaba uno más, era vago, le gustaba robar el dinero que dejaban las viejitas tacañas en cierto sitio muy antiguo que veneraban y se daban golpes de pecho en la tarde, y en la noche se abrigaban con el vecino... era así de sencillo y de normal porque es que no podemos vivir de apariencias; nombramos a Dios por la necesidad que tenemos de Él, pero la realidad es que todos tenemos ya casi todos los defectos encima, que es muy fácil gritarlo a los demás sin conocer muchas veces sus verdades.  Éste tipo tenía muchas mañas, tantas que la chica que vivía ahí en esa casa, decidió marcharse muy joven de ahí; no terminó sus estudios pues le molestaba mucho, la intranquilizaba, y además el viejo tenía mucho zángano por alimentar; aunque el tipo siempre la miraba como pidiendo auxilio por algo, pero ella le tenía miedo, o tal vez era muy arrojada que le lanzaba sus verdades, muchas veces él también le contaba sus cosas, por ejemplo que alguna vez muy joven sus padres no lo aguantaron más y se lo llevaron para el ejército para que se volviera hombre completo, antes había estado en un sitio de reclusión para jóvenes desadaptados y me dijo que allí lo habían violado y habían abusado de él, que le gustaba fumar mucho, pero como no tenía dinero, aprendió que las telarañas se podían reunir y se fumaban también, que una hoja seca de cebollas se reunían y se armaba un delicioso tabaco, aprendí de él muchas cosas;  alguna vez viajé con el corazón en las manos por un  sacrilegio terrible que había cometido y cada estación del bus era aterrador para mí, hasta que al fin llegó a las manos del pastor de la santa madre iglesia, y ésto también me causaba cierta risa, pues su linda mami pasaba arrodillada orando y creyendo que Dios nunca perdonaría éste pecado tan abominable, era una copa sagrada, a él le pareció muy hermosa, según me digo, él la devolvería en cualquier momento, sólo sintió un deseo grande de tocarla con sus manos para que Dios de esa manera llegara a su atormentada vida.

El tipo era incomprendido, todo se robaba, todo lo malo lo hacía él, escondían la leche en los sitios más impensados, y recuerdo que yo sabía el escondite, se tomaba el agua de panela caliente, ésto sí lo hacía, le encantaba y tomaba la olleta a dos manos y sorbía con un ruido característico toc toc toc, que nos causaba mucha gracia;  los escondites los conocía  Pablo y el resto de la familia, pero era él quien siempre se cogía las cosas, el que siempre robaba, ¡claro ya tenía la marca!, inclusive en el pueblo que estaba lleno de ladrones con corbata, cualquier cosa que pasaba era él, cuando muchas veces estaba ahí en la casa durmiendo  pues le encantaba, o haciéndose la paja, que lo mantenía más blanco que las espumas del mar, o viendo las revistas pornográficas que Domingo llevaba y ocultaba tan bien en un cajón con llave que quedaba en la mitad de otros que no la tenían y pues las curiosas llegábamos ahí y las quemábamos, nunca preguntó nada, jajaja !, ahí también tenía la caleta de las monedas que nunca cambiaba, tenía muchas, yo nunca cogí una, eso sí lo puedo asegurar, pero había otros ladronzuelos que sí lo hacían, pero nunca compartieron el secreto, me enteré tiempo después en medio de charlas oscuras; bien... íbamos en la paja: éste vicio sí que estaba acabando con él, tremendo, en un pueblo donde todas las mujeres eran santas y era prohibido por los sacerdotes que eran quienes mandaban allí, ¡que nadie inventara traer putas al pueblo porque esa vaina reventaba y serían excomulgados!;  tendrían que seguir haciendo cola donde "uno peto", que era lo que cobraba, así le decían a la viejita los muchachos de los colegios, ¿qué más hacían?, era barato y se podían rifar entre ellos para ver a quién le tocaba primero, además la abuela era muy pobre y no tenía familia ni nadie que le ayudara económicamente, y además ¡qué carajos!, parecía que le gustaban también los muchachitos hermosos y quería sólo consolarlos como una buena abuela. ¡jajajaja!, y es que da risa, a mí me da, la verdad es que me gustaría escribir tantas cosas, aunque nadie las lea, descorrer el velo de oscuridad de mi mente y hacer un atajo a la depresión, hoy es mi día, al fin llegó la señora floja que me ayuda, que ahora último le da por llegar a las 9 o 10 am, entonces tengo que hacer lo que me gusta que es escribir, no quiero salir a ningún sitio pues eso representa gastar dinero y la verdad escasea para darme ese lujo.

Bien, seguiré con "cara de concreto", "cara de cuchillo", "Enrique come galletas", "mandíbula", Kico kiriko las bolas del mico", el más malo y negro de la familia, aquél tipo que siempre era buscado para los trabajos más peligrosos, por ejemplo: cobrar una cuenta que algún borracho no quiere pagar, ir a cobrar a algún degenerado del barrio, poner el pecho cuando hay una pelea entre pandilleros, recoger bultos y bultos de fruta sin paga alguna, arrastrarse por toda la ciudad vendiendo lotería para cuando estaba por llegar a casa con la venta, algún hijueputa mal parqueado llegara y le robara su trabajo, éste tipo sí que era una vergüenza, muchos de sus familiares qué bien que lo amaban, en especial los tíos, pues era gracioso y les inspiraba un poco de pesar, pero había otros que se avergonzaban de él y volteaban el rostro para no saludarlo.

Creo que para hablar de ésta oveja negra, necesito de muchas entregas y muchos capítulos, últimamente venía a mi casa todos los días; mientras nos tomábamos un tinto, empezaba a repetir las historias, las tan escuchadas, y sus ojos idos por el glaucoma, que ya no veían sino sombras, se llenaban de lágrimas, mientras se levantaba casi a tientas para ir a la visita de siempre y por siempre: A la casa de mami.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto 1/11