viernes, 25 de noviembre de 2011

SÓLO UN PÉTALO (15)

SÓLO UN PÉTALO (15)

Brotó a la vida una rosa roja,
se deshojó en medio de cardos del camino
y una fuente formada por mis lágrimas
me llevó liviana, apacible, sin dolor.

Vi mis otoños uno tras otro...
Deshojaban la fronda de mi estancia
sobre una ventana donde el amor 
parecía blanca bruma:
lejana e inalcanzable aún.

Me sentí la rosa de cristal  en el camino...
La fría nieve cubriendo mi desnuda piel
mostraba un corazón sin ropaje,
y al virar hacia el espacio soñado,

un corazón de oro, quebrantado,
bajó en silencio y se encontró con el pétalo
que en veloz huida se deslizaba solitario
por el caudal de cristalinas perlas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 26/11


¿POR QUÉ? (16)

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¿POR QUÉ? (16)

¿Por qué,  sedas de oro con olor a madrugadas
se abren con los rayos de sol muy de mañana
junto a las orquídeas tan poco amadas 
y sí tan despreciadas?

¿Por qué, azahares,violetas, jazmines,
colibrí que en la distancia vienes, 
me tomas y te pierdes
y con un suspiro de tus alas 
me anuncias que mañana vuelves?

¿Por qué lirio del valle, atormentas mis sentidos
donde el amor para mí es la esencia de la vida,
y el cantar de las aves es la poesía?

¿Por qué, abro mi corazón a tus palabras
sin importar mis versos que parecen gemir
ante la ausencia de tu amor?

¿Por qué lirio mustio de mí te alejas?

Un baño de luna sobre tu blanca piel te extasía,
y en un suspiro te entrego mi alma
que para ti nada significa. 


¿Por qué?

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, nov.25/11

LA VIEJA (17)

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LA VIEJA (17)

Si vamos a hablar de mujeres valiosas
hablemos de mi madre,
ésta vieja cascarrabias de ojos verdes,
ésta cucha rezandera de manos ajadas,
ésta abuela que desde el amanecer
hasta el atardecer cuando ya no se ven las estrellas

tiene una oración en su boca y con ellas duerme...

Quiero hablar de mi vieja,
¡qué cucha tan cansona!,
la que abruma con su rezadera
vive postrada con pasitos de niña temblecas
ayudada por las viejas paredes,
y cada día encorva más su cuello,
pero el brillo de sus ojos
me hacen verla como si fuera una estrella.

Ésta vieja en qué poco valor se tiene,
más ni todos los tesoros del mundo sirven
para comprar a una como ella
que entre sus manos de seda aún me arrulla,
y que a pesar de que parezco más anciana,
me toma entre sus brazos, acaricia mis canas,
y me llama: ¡mi nena!.

Qué vieja tan valiente 
al llevar 17 necios en su vientre,
porque ninguno es santo,
 ni los machos ni las hembras.

Pero ella, mi divina madre,
 es como una rosa blanca
que se deshoja en mis brazos
 y se quiebra de a trocitos
dentro de mi corazón.

¡Ella!... sí... la de manos ajadas
que lleva un rosario de cuentas
que la Virgen se las apunta, 
y de mañana se levanta temprano
con un haz de luz sobre su níveo rostro.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 24/11

JARDÍN DE AMAPOLAS (18)

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JARDÍN DE AMAPOLAS (18)

Qué rojos y nutridos se encuentran los jardines, mientras  en mi estancia,  los silencios son mi razón, y la soledad es amiga de continuo, sin reparar en otra cosa que en pensamientos alentadores, que con la brisa  de la mañana me alientan sobre un reseco arenal, que a pesar de todo, está florido.

Creo que ya recorrí muchos espacios, he hablado de todo y de nada, descubrí que cuando crees estar más acompañada, estás más sola, y que los amigos se alejan con las brisas del camino, muchos te abandonan indolentes, te voltean el rostro y te hacen caer una y mil veces, y confiada la paloma, renuncias a los sueños y se abandonas.

 Eres blanca amapola en el camino, a la voluntad del azar, sientes que tus luchas no tienen valor, que cuando te levantas de nuevo, tropiezas  y caes, y nadie intenta siquiera darte una mano, aunque ellas hayan quedado atrapadas en los cardos más espinosos.

¡Qué nutridas amapolas!,  a pesar del desangre de sus almas, muestran la divinidad de su presencia, y su corazón pintado de tristezas, trata de elevar el rostro al sol, siempre agradecida sin creer en nadie, sin confiar que mañana alguien  la arrancará y la pisoteará, más ella radiante y preciosa, nutre tus ojos con el encanto de sus primaveras efímeras y sueña tal vez que su mañana será más alentador.

Suelo pasar muy triste, no entiendo mis razones, o las razones no me entienden, suelo creer que la soledad es mi mejor amiga, que aunque Tato casi se va por el camino viejo, aún está aquí y nadie lo sabía, que su corazón está quebrado y que sus poemas son quienes lo mantienen a flote, con sus ilusiones de un día prometedor, donde su mirada esté brillante y su  tristeza se convierta en un cálido abrazo regado por  lágrimas de quienes en verdad lo aman y reconocen el valor de sus palabras.

Le huyo a la soledad, pero estoy contigo Cortázar, con tu música, que suele ser mi amiga, ella calma la ansiedad de eternos días donde mis ojos miran un horizonte hostil y no llegan las palabras amigas, cada quien en sus cosas, sin importar que gracias a las piedras puestas en el camino, alguien está en constante  zozobra sin saber qué hacer, ni qué pensar de su futuro, aunque él no existe, ni el mañana, ni el ayer, ni el hoy...  las sombras van y vienen con las nubes, y se transforman con los vientos del camino según su conveniencia. El  sino de la muerte no escoge si estás joven o viejo, triste o alegre, si deseas viajar o quieres quedarte un rato más, viendo a las amapolas que se mecen con la suavidad de una caricia de amor al viento pasar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 24/11