martes, 15 de mayo de 2012

EL MAESTRO



EL MAESTRO L4R

El maestro estaba ahí;  no tenía rostro ni manos ni pies
Su imagen era inventada y sus ojos eran las cascadas...
Su voz me pareció como el canto de las aves, muy temprano…
Su arrullo las hojas mecidas por la brisa…

El maestro señaló un sendero… muchos tratamos de seguir
Una roca puesta tal vez sin intención nos hizo tropezar;
Y sentimos que su mano nos levantó… estaba en las de un amigo
De alguien que pasaba por ahí despreocupado…

Miré hacia el cielo y lo busqué… era incrédula, ¿quién dijo eso?
Los hombres siempre acomodan las cosas para su provecho…
¿Quién dijo, que la mujer debe obedecer ciegamente a su esposo?
¿Que éramos malditas ciertos días?
¿Qué somos parte de una costilla que sobró?...

Entonces levanté la mirada y me dije: ¡mentira!... el hombre todo lo acomoda
Él quiere que la mujer esté a su servicio, nos ponen como cualquier cosa
Nos muestran sin señalar nuestro valor…

Entonces observo los ojos de mi madre… y lo descubro ahí…
Pero también me doy cuenta que marchó… antes del ocaso…

Mañana vendrá de nuevo en alas de luz encendida por nosotras
Y todos comprenderán, que Dios no es un invento de hombres de carne y hueso;
Es una creación de luz que sin sentir rabia, odio ni celos… ni envidia;
Adorna el planeta como un ave, como una cascada límpida y clara…

Detallé entonces cada amanecer… cada atardecer…
De nuevo las azules olas me confundieron… parecía un susurro enojado de su voz...
Las nubes que formaban aquéllas imágenes de ángeles y ojos vigilantes;
Y me percaté que no era nada… nada soy sin la fe… y doblé las rodillas de nuevo,
Y lo descubrí tan cerca de mí… que agaché el rostro avergonzada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 15/12