martes, 27 de agosto de 2019

QUÉ LLEGUE


QUÉ LLEGUE

Qué serena sea la muerte
Así como fue la vida de la doncella
Mansa, calma, con una leve sonrisa en los labios
Como una blanca flor
Entre las rocas más escondidas de la montaña...

Qué llegue con una dulce lluvia
Y el sol asomando por la cuesta
Para que el arco iris nos recuerde
Que somos un grano de arena
Que será montaña junto a ella.

Qué llegue como niebla entre las flores
Y se estacione en la cima de la montaña
Sin llantos ni gritos, sino con la sorpresa de la calma.

Qué llegue la paz al enfermo,
O que torne la salud en caballo fiero
Con las patas anchas y el estómago lleno
Y los ojos brillantes cual fuego que se extiende
Con la boca abierta 
Esperando del cielo un beso.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 27 08 19




DÍAS RAROS

DÍAS RAROS

Son esos días pegajosos, momentos tristes para la familia y el mundo, porque el Amazonas continúa en llamas y nadie dice nada, estoy segura que al siguiente día nada habrá cambiado, ni siquiera las mañas de los leñadores y depredadores de la tierra.

Ni porque tiemble y la madre vomite fuego de sus entrañas el hombre cambia, ni porque sus pies sean de barro recuerdan que somos una espiga, ni siquiera una de ellas, más bien esa esquirla de flor blanca mezclada entre muchas iguales, que ante un leve soplo parece bailar cumbia y desaparecer luego. 

Son esos días en que el tiempo se acorta, que la chica hermosa duerme en un charco de rosas y los niños quedan huérfanos y el dolor de estómago acude y las rodillas se doblan junto a los corazones nobles y la última bala se usa para acabar con ese depredador lleno de ira incontenible que como un demonio penetra en las almas. 

Hoy es un día en que se recortan los auxilios, en que la gente se burla porque se pide una ayuda para un animal envenenado, y entonces las palabras salen como espadas hiriendo poco a poco y lastimando más sobre la vieja herida. 

Desconozco el corazón del hombre, un día aparentan ser buenos y al otro somos perversos y burlones, nos reímos del dolor ajeno y decimos: ¡qué ayuden los dolientes!, en tanto la tragedia nos toca a la puerta y nos sacude: ¡basta ya!, deja de ser indolente, parecías buena gente hasta que tu boca sacó los filos y el corazón lleno de ambición robó los sueños de otros. 

Así estamos, el aire quema, los ojos están tristes pero continuamos buscando la sonrisa perdida en los rincones más humildes, ahí siempre la hallamos, en esos  lugares el amor es fecundo y las gallinas del campo retozan felices buscando un grano debajo de las hojas secas y los pantanos que dejan las vacas, donde la vida fomenta el amor y los buches están llenos de esperanza.

Hoy es un día en que nos hacen recortes y no tenemos pensión y la casa parece un establo, ¡pero tenemos un hogar!, al menos una casa para descansar, en tanto miles de seres humanos deambulan de  lugar en lugar buscando refugio, y otros tantos se portan muy mal dañando la ilusión de otros de ayudarlos, porque el miedo ha ocupado el puesto de la bondad: ¿qué tal terminen cortándonos el cuello como a la vecina, o al amigo que quiso darles comida y posada? ¡Ni por el putas!

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, 27 08 19