EN
LA PUERTA /Anderson [2]
Aquí Señor esperé tu abrazo;
me señalaba el destino cruzar
y encontrar a lo lejos mi gran oasis
donde se conjugaban verbos los amantes
y se teñía de púrpura el cielo.
Estuve aquí con todo mi amor,
el destino me hizo subir cada escalón
bajar cada ensenada, cruzar cada desierto,
para divisar al fin en ese lejano espacio
tus ojos azules de navegante,
tu mar espacioso con su cantar cierto.
Crucé, las olas parecían potros en carrera,
nacía una tras otra, y llegaban a la frontera,
a ese descanso de los arenales,
Aquí Señor esperé tu abrazo;
me señalaba el destino cruzar
y encontrar a lo lejos mi gran oasis
donde se conjugaban verbos los amantes
y se teñía de púrpura el cielo.
Estuve aquí con todo mi amor,
el destino me hizo subir cada escalón
bajar cada ensenada, cruzar cada desierto,
para divisar al fin en ese lejano espacio
tus ojos azules de navegante,
tu mar espacioso con su cantar cierto.
Crucé, las olas parecían potros en carrera,
nacía una tras otra, y llegaban a la frontera,
a ese descanso de los arenales,
para
repetirse una y otra vez y volcarse de nuevo,
con sus mágicas espumas,
con sus mágicas espumas,
viendo
hacia el atardecer.
Ya la he cruzado, fue liviano el viaje,
no pude ver tus ojos, pero sí los de ella
mi amada madre,
al instante que un son de campanas en mi pecho
advirtió que era mi hora,
Ya la he cruzado, fue liviano el viaje,
no pude ver tus ojos, pero sí los de ella
mi amada madre,
al instante que un son de campanas en mi pecho
advirtió que era mi hora,
y
tus manos me tomaban.
¡Qué
grande es todo!
¡Qué fortuna es tu nombre!...
¡Qué fortuna es tu nombre!...
Proclamad que Dios está vivo
en cada espuma del mar,
en cada perla de tus ojos,
y en ese corazón que se arrepiente
hasta doblar ante Él las rodillas.
Pronto, es tan veloz vuestro regreso,
que así mismo me encontrarás en la puerta;
seré el encargado de que puedan pasar,
los guiaré hasta el sendero más perfumado,
donde los abrojos del camino alguien quitará
y tallos sin espinas se hallarán.
Todos los ángeles que ayer fueron
tendrán en el paraíso un hogar,
la felicidad tendrá sabor a eternidad.
Aquí os espero,
con
el mismo ánimo de ayer
para repetir miles de veces:
para repetir miles de veces:
¡Los
quiero!…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 30/13
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 30/13