jueves, 7 de noviembre de 2013

A TU OÍDO [107]


A TU OÍDO [107]

¿Escuchas el resoplar del viento?
¿El sonido de los árboles, sus caricias en las ramas?
¿El alboroto inigualable de una laguna
en donde cantan las ranas…?

¿Has visto cómo nace un manantial?
El musgo es más verde a su alrededor,
las truchas danzan en sus aguas
pero se vuelven turbias al llegar al mar.

¿Sientes los pasos del dragón?
Sus ojos despiden llamaradas.
Sus hachas tienen ese intolerable son,
de no importa cavar con el azadón,
si los mirlos huyen al verles llegar
y vuelan las manadas sin  volver atrás.
¿A dónde irán?

Huellas sucias enturbian las cascadas
sendas puñaladas me asesinan a traición.
Una roca de colores se pule al viento,
y la maldad brilla ante su nuevo color.

¡Escucha los sonidos del bosque!
Ellos te hablarán de Dios…
En su mástil herido resucita el invierno,
de sus ojos caen cántaros de lluvia
al brote de una nueva flor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 7/13




AMIGO [108]


Pablo, Mariana,  Lukas


AMIGO [108]

Gracias por estar conmigo,
son momentos fuertes,
lo callo de la roca me hizo confiar,
la fuerza de tus piernas me sostuvo,
y a pesar de tus heridas,
pudiste caminar.

Estuviste ahí al llegar a la cima
y también al momento de bajar.
Fueron tu coraje y  cariño
quienes sostuvieron mi vida al zozobrar.

Y ahora… si ya vencidos por el tiempo
las tristezas nos dejan solitarios en cualquier rincón,
te veo pastar cabizbajo, ya no están las cumbres,
el camino espera tal vez nuestro final

Pero nada importa ahora,
estamos los dos por  igual,
tú en un establo triste y solo
y yo,  solitaria también,
en mi hogar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 7/13



AL DESPERTAR [109]


Pablo...

AL DESPERTAR [109]

Se coló tu voz por mi ventana
cual susurro que me hiciera despertar,
y un rayito de sol que penetraba
es una mano que sabe acariciar.
                              
Apresó tu voz la sombría tarde,
ahí la lluvia pequeños besos me dejó;
una cortina de humo ante  los ojos
develaron, que eras rocío en una flor.

Cantaron las aves en el bosque.
¿De cuál bosque vendría su trinar?
Eran agudos los dolores en el pecho,
tan tristes, como tú pausado andar.

Lloraron los sauces en mi patio.
¿De qué sauces habla el corazón?
De los que se plantaron con ardor,
y derribaron sierras indolentes
al  llover con  incansable son.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 7/13 





MI ÁGUILA [110]

MI ÁGUILA [110]

Si pudiera expresar mi amor
de la manera más sencilla,
te miraría a los ojos simplemente,
para que tu iris,
se copie en el cristal de los míos.

Si el sol de nuevo en el dorado ocaso,
y de las estrellas tu aura matutina.

Tanto daría por ser  rosa entre tus manos
para que deshojaras, uno a uno, los pétalos del alma,
y estar ahí, componiendo un verso,
riendo las dos, sin mediar distancias.

Si de la luna, su blanca cabellera,
o de las montañas,
el cantar del aire entre las ramas…

¡Qué no daría!
Si pudiera estar ahora en tu regazo,
en tus mullidas piernas,
en tus cojines abrigados,
y éste frío de la tarde,
calmar entre tus brazos.

¡Más nada puedo!,
Sólo dejar que mis lágrimas insistan,
que del libro olvidado, mis ojos en tus letras,
y de la imagen que va y viene a mi cabeza,
un susurro de amor, oculto en las palmeras.

Tanto quisiera ver el retorno de mi águila preferida,
verle anidar en mi gran árbol otro día
espiando entre las dos,
brotar la primavera…

¿En dónde albergas hoy tu corazón?
Una pluma ha caído de nuevo en mi ventana,
¿acaso no es tu traje de ángel?

Pero muda quedé al verte volar,
cuando mi alar ofrecía un refugio
y mi médula se pegaba de la tuya,
para escuchar  sones en su inmenso tañer,
donde se agigantaba el dolor en la piel
y no paraban los ojos de llover.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 7/13





MI VIDA ES UN REGALO [111]


Con Sandra...

MI VIDA ES UN REGALO [111]

¡Qué regalo tan bello la vida!
¿Alguien puede dar a otro, éste don maravilloso?

A veces, al conversar con mi hijo, como hoy;  simplemente nos miramos a los ojos;  me agrada porque me escucha, pero no sé si pone en práctica algo, muchas veces me sucedía con mi madre también, unas veces me enojaba porque lo que me decía era verdad, y a nadie le gusta mucho que le digan la verdad, y otras, simplemente me quedaba callada, queriendo robar esa gran sabiduría que ella entregaba, y que desde niña había cultivado a través de sus padres, tan ricos en humildad, de donde extrajeron el mejor zumo para sus vidas y las de otros.

¿Qué somos?, sólo una planta más en el universo, y de cómo la tratemos en el camino serán sus flores y sus frutos, pero siempre habrá un crecimiento, un castigo de los rayos del sol, de la fuerte brisa que la irá puliendo hasta ser una enorme planta, o una enclenque chamiza en cualquier rincón, pero con un fin; no necesariamente el árbol más grande y fuerte es el mejor, pues de las semillas más diminutas, brotan inmensas flores y enredaderas, junto a la hierba de la que se extraen sumos para sanar nuestros males.

Todos somos importantes para el huerto, lo dijo mi madre en un sueño…
¡Déjeme sembrar mis flores Socorrito, quiero ser feliz con ellas!

En el sueño ella traía una flores muertas, y me las ofreció, yo la sentí tan viva, tan bella y feliz, y se arrodilló en su final parcela de 2x1 con la tierra todavía revuelta y sólo grita al momento de querer sembrar sus flores: ¡Mis rosas blancas!... ¡Qué hermosas!

Advertí entonces que era un sueño dentro de otro sueño, y rompí en llanto junto a mis hermanos que me acompañaban, pero había un mensaje ahí… nadie muere, la vida continúa en las semillas, y a partir de ahí, pasamos a la eternidad.

Mis tres sobrinas embarazadas, ya nació Isabella, de un color hermoso negro como un diamante curtido al sol, y esperamos para éste fin de año dos hermosas niñas más, la una tendrá los ojos de mi madre, y la otra llenará de alegría un solitario hogar.

Así las cosas, agradezco a Dios por el regalo eterno de la vida, una gota de rocío que baja desde el cielo, se multiplica en cada invierno, en nuestros ojos y en el mar.
Sí, todo lo que hay es un regalo que nadie más puede entregar, recibimos el don de la vida a través del amor, otras tantas a través del odio, pero es vida, para amar, son detalles, abrazos y besos del Creador.

¿Qué estoy haciendo con el regalo de la vida?

Como es un detalle hermoso de mi invisible Creador, la cuidaré con esmero, entrarán cosas maravillosas y ricas por mi boca que me nutrirán, y buscamos cada día que de ahí broten las mejores flores para poder vivir en paz.

¿Tengo derecho a envenenar el regalo de Dios?
No tengo derecho sobre mi vida, ni puedo disponer de ella…
No tengo derecho a llenar de venenos el estuche de mi alma
pues no sabemos qué hay más allá de todo…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 7/13 






CUANDO FLOREZCAN MIS ROSAS [112]


Con Sandra Rueda M.

CUANDO FLOREZCAN MIS ROSAS [112]

A la expectativa estoy, contemplo un mañana que se convirtió en ahora…
Pienso que cuando florezcan mis rosas, todo será más hermoso,
¡tienen en su tallo tantas espinas!, y a pesar de todo… ¡qué preciosas!

Un jardín interior cultivo, les riego con lágrimas de mis ojos,
las abono con las esperanzas, y  alegrías del día a día,
y es seguro, que con el mantillo del amor,
crecerán y abrirán resplandecientes.

Cuando florezcan mis rosas…
¡Qué hermosa planta me has regalado!
¿Sabías acaso que lo comprendí hoy?
¿Qué encontré el secreto para verlas florecer?

Ya no la regaré con hiel ni venenos…
¡Hay tantas joyas para verlas reverdecer!
Un poco de picante desleído ahuyentará las plagas
junto a la voz de un mirlo, y el beso de un colibrí.

Si las riego de mañana, dejaré el agua decantada
y con la claridad del manantial de la vida
seguro que abrirán brotes tiernos,
que bendecirán mis nuevos días.

Permitiré que el sol les dé de lleno
y al abrigo de la tarde su perfume y su color,
para que el anochecer las sorprenda dormidas
con un amante a sus pies.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 7/13



COSAS MÍAS Y DE TODOS [113]

COSAS MÍAS Y DE TODOS [113]

Hoy amaneció una amiga con su cantaleta, dice que el matrimonio perfecto no existe, pero le respondo que hay un matrimonio perfecto: el mío.

Cada historia tiene un tinte diferente, lo malo es que todas no cuentan sus cosas, como lo hago siempre, y más ahora que tengo una pared en blanco.

Al principio todo es perfecto, pero tanta perfección nos aburre, al poco tiempo empiezan las curvas y los ojos se tuercen, eso sí el amor y su farsa, ese pensar que hemos alcanzado la gloria, se desvanece poco a poco con la realidad del ajetreo y la vida.

Un poco más adelante el cobre de la moneda se descubre, nos damos cuenta que somos seres imperfectos, que tenemos que lidiar con las mañas del uno, y ajustarlas a las del otro, pero es válido, de esto se trata la convivencia que a ratos se torna pesada, nos cansamos de una cuadrícula, pero también somos simplemente seres humanos.

De vez en cuando es bueno separar camas, por aquello de los ruidos y los olores, (de ambos), y de nuevo las curvas de los años, casi siempre por  dinero, el sonido de otras guitarras más jóvenes, aunque las viejas tengan ese inigualable sonido del tiempo, por lo general le da un tinte diferente al matrimonio, y empiezan de nuevo las peleas, regresa la billetera mal puesta, los calzoncillos con raya marrón, nos fastidian los pelos en el lavamanos, los desórdenes, y ahí  empezamos a madurar, un día nos damos cuenta que nos estamos quedando solos, que nuestros hijos ya tienen amigos a quienes parecen amar más que a nosotros, y somos un estorbo para ellos, entonces, se inician las miradas olvidadas, los roces de mano, aquéllas sensaciones que pensamos habían muerto, empiezan las sonrisas de nuevo, las carreras y pérdidas de casa que ya no preocupan mucho, y el sosiego retorna; buscamos la pared en blanco para dejar una huella y un consejo, y llega la aceptación, pues ya no hay tiempo para más cuento.

No es fácil convivir y tener que aguantar a una persona extraña que llegó a ocupar un espacio en nuestra vida. Soportarnos es la tarea, estoy aprendiendo ahora, a que todos somos diferentes, que podemos cambiar, que una oportunidad es válida, cuando se pinta el cabello de blanco, el rancho empieza a quedar destechado, y los ardores de la juventud se apaciguan.

Raquel  Rueda Bohórquez  
 Barranquilla, noviembre 7/13