sábado, 11 de mayo de 2013

PERFUME DE MI MADRE (118)

Mi madre y Pablo en Puerto Colombia. RRB/Mayo/12



PERFUME DE MI MADRE (118)

Busco en la olvidada estación, una rosa blanca,
La mejor de todas, la más fresca.
Entre las rocosas montañas
Donde está la selva húmeda;
Entre los limonares en flor,
Pero mi rosa se ha perdido.

Desperté en la mañana,
Un poema se extravió entre mis gemidos
Y me elevé tanto buscándote en mi jardín,
Que al volar no me sentí,
/Ya me había dormido.

Al despertar,el aroma de un nuevo día.
¡Bendito ser que a mis entrañas das tibieza!
El cantar de un canario prisionero
Me hizo recordar que había mudado mis alas,
Y entre aromas y cantos entristecidos
Voló mi mariposa de colores,
Tan lejos de mis manos
Que el llanto humedeció mi almohada.

Trina el ave, más parece que llorara.
Viendo al sol desde su enrejado,
Sólo vislumbro entre sus doradas alas,
A una niña que también está enjaulada.

Entre quimeras y sueños,
Soñar y llorar se convirtió en vicio.

Un aroma a rosas frescas se pasea por mi casa,
Un perfume que se quedó guardado en un ayer
Donde creí, era lo mejor.

Me di cuenta hoy, 
Que mi perfume ha retornado:
¡Eras tú!

La esencia que dejó mi vida en llanto
Y en mástil, el corazón huérfano 
De tu presencia.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 11/13


EL MAR (119)

Mi madre en Puerto Colombia. Último ocaso.

Su último paseo a Puerto Colombia


EL MAR (119)

Ese día, el mar rugía como un demonio.

Sus manos arrugadas tomaron su pecho
En tanto mi cámara disparaba 
Sin saber que sería su último ocaso.

A lo lejos, un sol desteñido no era mágico.
La palidez de mi madre delataba miedo;
Sus manos temblorosas, tomaron asiento en su corazón
Y yo… disparando la cámara, en vez de abrazarla
Y darle algún consuelo, alguna tibieza.

Ese día el sol no estaba dulce…
Ni garzas, ni palomas, ni gaviotas.
En medio de la suciedad, un paraíso desteñido;
En medio de sus palabras aterradas, un suspiro.

Y el mar, anunciando su marcha, lo sabía.
Era todo oscuro, como sombras difusas en el tiempo.
Sus pasos enclenques no he olvidado;
Y ni un abrazo con ella, sólo su mirada
Que tropezaba con la mía con una leve sonrisa.

Sobre un puente donde ayer los sueños navegaban
Un pedazo de puente, que marcó pasos y esperanzas
En ese Puerto Colombia, su última estación,
Antes de ir a misa, antes de ese dolor extraño
Que con un pequeño pañuelo consolaba
En medio de una tímida oración.

No quedó el recuerdo de mis manos en las suyas
Pero sus ojos estuvieron ahí, en los míos,
Retratados en el verdor de la esperanza.

Madre de mi corazón, estás conmigo, estas en mí
Cuando detallo en el ocaso de mi vida
Que no hay sueños sin tu nave,
No hay sonrisas sin las tuyas,
No hay calor si no en tu pecho…

Y el mar… el mar… 
Musitando versos me conmueve,
Dejando estelas de colores en las rocas,
Y en las montañas, su esplendoroso oleaje
Al beso del sol sobre sus azules aguas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 11/13