jueves, 4 de agosto de 2016

SE FUE GIAN/A mi gata (38)



SE FUE GIAN/A mi gata (38)

Se siente el aire enrarecido…
¡Es un animal! ¿Para qué llorar?
Pero la bestia sigue hablando
Y el corazón continúa dolido
Pues pasará otra tarde sin mi peluche
De ojos miel.

Se siente un algo en el pecho,
Aunque digan que no fue humano.
El muñeco pintado que el cielo me donó
Acarició mis pies y masajeó mi estómago,
Y con esa dulce mirada mis dolores calmaron.

Se siente su ausencia,
Como si un amigo o un hermano
Hubiese agarrado camino a la montaña,
Y le imagino luego trepando un árbol
Asustando palomas y levantando garzas.

Se fue la reina de mi casa...
¿Para qué llorar?

Me duelen esas risas perversas.
¡Hombres!, ¡hombres!
¡No han aprendido lo que es amar!


Raquel Rueda Bohórquez 4 8 16

MI ÁNGEL GIAN (39)


Gian


MI ÁNGEL GIAN (39)

No sabía qué escribir, ahora me doy cuenta que se puede dejar algo, pues bien, mis ángeles se van como la espuma de la quebrada, así de improviso.

 Ayer vi triste a mi Gian, la llevé enseguida al veterinario pensando que me la habían envenenado, /costumbre no muy santa de algunas personas que pasan camándula en mano y las rodillas peladas, pero el corazón más oscuro que la miseria, pero me equivoqué, parece que fue una bacteria parecida a la babesia que se roba sus glóbulos rojos y cuando nos percatamos ya es demasiado tarde. Con ésta explicación voy aceptando que la vida es un regalo, siempre hablo de la vida y de la muerte pero no me acostumbro a perder a los seres que amo.

Mi amada modelo ayer me hacía morisquetas de borrachita, pero mi cámara se había dañado, su carita estaba diferente, tenía una mirada muy triste pero no adiviné nada, en la noche no podía dormir y desperté con mucho dolor en el cuerpo y abrí la puerta de la calle para buscarla, estaba debajo de un vehículo y no hizo caso, pero no le presté demasiada atención, creí que estaba feliz ahí, pero al amanecer estaba en la entrada sin moverse, creyeron que estaba de insolente, pero conozco a mi bonita y corrí al veterinario.

Ahora me llamó para decir que había fallecido, fue un animal maravilloso, ¿cómo decir animal a un ángel?, me hizo reír, me hacía masajes, alegraba mi existencia, fue un maravilloso regalo que alguien lanzó a la basura, de ahí la recogí junto a otros 7 gatos pequeños que se fueron dando en adopción, pero ella me escogió desde el principio y sin más, nos robó el corazón.

Ahora que recuerdo, no fue babesia, la enfermedad tarda varios días, fue un veneno en la mirada de una bruja, lo que mató a la inocente que alegraba mis días.

Qué en paz descanse éste amor puro que un día llenó mi cámara con sus gracias y mi corazón con su esencia. 

Raquel Rueda Bohórquez
4 8 16




NÁUFRAGO (40) (A)

NÁUFRAGO (40) (A)

Todo es ruido,
Bocanadas de aire,
Rojos encendidos;
Sangre de mi sangre.

Corro y no sé hacia dónde,
Freno y una ola me levanta;
Caigo y me fustigan las brisas fuertes;
Callo y el silencio me mata.

Estás y no te veo...
Mi orilla es la profundidad de tus aguas.

Soy una nave perdida en un desierto azul,
Más dentro de mí, una luz enciende
Lo que dentro de ti me acerca
Al mástil olvidado que viajó sin prisas,
Y por tu obra llegó a mis manos.

Raquel Rueda Bohórquez
4 8 16


LA DAMA/A la zarigüeya (41)

LA DAMA/A la zarigüeya (41)

Así la zarigüeya
Recorre caminos impensados,
Sube y baja del árbol
Y lleva sobre su espalda
A sus hijos como tocado.

¿Qué puedo decir de tal señora?
Estuvo ahí de pobre, pareciendo rica,
Con la encumbrada cabellera postiza
Y un peine café con dientes rotos.

Recuerdo sus zapatos,
Eran de charol /decía ella con orgullo.
Llevaba un vestido de seda escarlata
Que en las fiestas hacía volar
Y en los velorios cantar.

Digna de todo halago
La dama tropezó con mi madre.
De su boca salían disparos
Qué llenaron su corazón de guijarros.

¡Tantos hijos!
A veces olvidamos sus dolores de cabeza.
El tiempo parece borrar sus lágrimas
Pero hoy recuerdo que alguna vez nos abrazamos
En el mismo rincón de la desesperanza
Que me hacía ir y venir,
De la puerta de la calle al patio,
Y del patio a la puerta de la calle
Buscando una voz enredada entre los árboles.

La dama desapareció de nuestra vista.
¿Tocamos alguna vez su estómago?
Era flaca, parecía una mirla,
Pero llevaba un sartal de chinos
Pegados de su falda,
Como nosotros alguna vez
De nuestra madre.

Eran sus palabras de largo alcance,
Pero la dama, nuestra dama,
Se tragó cada insulto y con ellos en silencio,
Armaba un rosario.

Raquel Rueda Bohórquez
4 8 16






EL PARQUÉS (42)

EL PARQUÉS (42)

En medio de colores
Matamos el tiempo,
Somos los verdugos,
Los asesinos del juego.

Nos gusta matar,
¡Que vayan a la cárcel!
Y le hacemos trampa a las carcajadas
Para que la vida se estanque
En medio de ellas.

El parqués nos vuelve niños.
Llega un tiempo en que recordamos
Que la vida en verdad es un juego,
Un pequeño juego de carcajadas y lágrimas
Que se desvanecen como el humo de un cigarro
Y nos imaginamos ser él, quien luego de ser encendido
Danza con su alma y se desvanece en el viento.

Me han matado varias veces
Pero varias les hice trampa y gané.

Así fue la vida conmigo, me jugó sucio una vez,
Pero ahora estoy aquí con un vestido de flores
Jugando a ser poeta en medio de un corto duelo
Que nos desnuda como la lluvia,
Al árbol lleno de cenizas y penas.

Raquel Rueda Bohórquez
4 8 16






A UN AVE (43)

A UN AVE (43)

A veces la naturaleza nos regala imágenes con grandes ejemplos, la imagen de una gata que abriga a un pequeño loro, ¡claro que no será su comida!, hay un "algo" que invita al colibrí a la flor, hay un "algo" que mata el canto del ruiseñor.

A ese pájaro gris que vuela de ventana en ventana,
Que cansadas sus alas agita contra la fría coraza de su barco.

Deambulando sus penas las lleva a cuestas
Como el niño del basural su desventura
Que cambia por trozos de cartón.

A ese ruiseñor que muda plumas
Pero que se atiene a la voluntad del sol.

Una lágrima escucho caer y el viento transmuta
Entre la indiferencia de quien la vio nacer.

A ese mirlo intranquilo que hizo nido en árbol equivocado
Alguien su tronco vio, y pasó de lado,
Más de la indiferencia de todos se armó un valiente:
Con una sierra fuerte y una espada
Penetró profundo en su corazón.

A esa avecilla que surca el cielo
Asustada de no ver su árbol en tal esquina;
Sus ramas besan el suelo,
Los frutos se van con la lluvia del día.

A ese gorrión que perdió su pinar
Que ahora busca en un rincón algo de consuelo,
Más el mundo ríe y alguien se levanta
De entre los abrojos y los espinos…

Al sol de hoy que me bendice,
A la mañana que me hizo despertar;
A ti que conoces el dolor ajeno
Y un abrazo sabes dar.

Raquel Rueda Bohórquez
4 8 16