sábado, 20 de abril de 2013

FLOR DEL CAMPO [64]

FLOR DEL CAMPO [64]

Soy una flor herida al paso de la tormenta.
Vanidad: ¡qué desteñida eres!, ¡qué abusiva!
Amistad que se arropa de palabras dulces:
¡qué engañosa!...

Aquí entre la hiedra sobrevivo a pesar de todo.
Ante la luz de tu divino sol, sanan mis heridas.
Levanto el rostro ante la blancura de tus nubes
donde de azules trajes cual navegantes viajan.

Parezco una niña descalza después de ser abusada…
Así voy, puedo contar de picos hurgando.
puedo hablar de silenciosas noches
y de una sombra oscura mi rostro tapando.

Así vago con mis heridas;
¿cuándo sanarán?...
¿Dejaré de llorar perlas de sal?

Me acuso padre mío por confiar
por ser niña en todo el tiempo y lugar.

Flor del campo envejecida: ¡no te venzas!
Niña traviesa, no importa el  tiempo ni los afanes
ni el dolor, ni las sonrisas, ni las llagas…

Todo pasará…
Nada es eterno,  espera al vendaval,
vendrá del norte y dejará desnudos tus pétalos
para convertirte en cenizas en el viento.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, abril 20/13

DE FRANCIA [65]

DE FRANCIA [65]

Siempre imaginé 
que las cosas más bellas
venían de Francia.


Una novela iniciaba allí
en esos jardines primorosos.
El rico era de ese sitio,
y llegaba siempre en un caballo blanco
con su cabellera larga y hermosa,
haciendo cariños a la brisa.



Siempre creí que todo lo blanco 
venía de Francia…


Los tulipanes vestidos de novia, 
los galanes más bellos,
los barcos que nadaban
entre flores de colores
y el cielo era diferente allí;
la luna más luminosa y bella
 el sol era su amante sincero,
que nada ocultaba.



En Francia nadaron mis sueños 
y también volaron…


De allí era un novio, 
uno de los pocos que nunca fueron,
su nombre era Pierre,
el de las mariposas azules
el de los poemas arrodillado,
y los divinos versos a la madre…



¡Qué bello cuando todo era venido de Francia!

Eran mis ojos más brillantes que ahora...
Mis suspiros más ardientes que las dunas,
mi cuerpo más tembloroso que las palmeras
si los besos del mar se antojaban de ellas.



En aquellos tiempos 
si todo llegaba de allí, 
era más bello.


Los poemas, la música, 
los castillos adornados de hiedra.

Las montañas de allá
eran más hermosas que las nuestras,
y un cantor en la ventana siempre se soñaba,
¡pero que fuera de Francia!...



Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, abril 19/13