¡PERDONADOS! [18]
Cuando nos
equivocamos por amor, somos bendecidos, así como bendice el cielo la aridez de
la tierra, pero cuando nos equivocamos por ambición, tenemos dos alternativas,
pedir perdón, o morir con la conciencia negra, agitando su bandera hasta en el
momento de la muerte. Pueda ser que se mueva la brisa con más fuerza y aun así,
me estés viendo a los ojos, o nos estemos preguntando: ¿qué sucede que aún no
hemos perdonado?, ¿qué pasa?, ¿me quieres decir algo?, nos ruedan lágrimas y no
sabemos si es la voz del alma que se derrama en el rostro, limpiando el terreno
para que pueda volar... o para que nos podamos al fin abrazar.
El perdón es la
tarea más difícil, ante todo si hemos sido traicionados por nuestros mejores
amigos, si nos han pisoteado, y han dejado nuestra barca a la deriva.
Recuerdo a mi padre cuando
mi tía María lo denunció porque estaba borracho y se estaba orinando en un poste,
cerca de su panadería, vino la policía, a él jamás lo habían llevado a una
cárcel, y menos por una orinada de borracho, esto lo hacían todos y lo seguirán
haciendo, tenía mucha rabia y dolor, porque quien lo hizo fue su cuñada, me
decía que hubiera perdonado a otra persona, pero que a ella jamás le perdonaría.
Mi viejo guardó ese
resentimiento, y nunca perdonó éste pequeño detalle, a pesar de que se querían
y hablaban, pero jamás pasó de la puerta, mi madre ya lo conocía, y se llevó
esto a la tumba, aunque mi viejo era un hombre muy noble y bueno, siempre pensé
que debió perdonar ésta pequeña falla, ¿pero quién era yo, para juzgar sus
sentimientos?, decimos que peores cosas se han perdonado, pero cada quien sabe
en qué lugar le aprieta el zapato, decía que fue la peor humillación que
recibió en su vida, aunque exagerado un poco, así era mi viejo, ¿qué podía yo
hacer?, sonreír y tomarme de su mano cálida.
Vivo dolida con
mucha gente, calumnias, mentiras, abusos de niña, y muchas cosas más, pero he
ido sanando, siento que he perdonado, pero hay algunas cosas que todavía no puedo,
¿cómo puedo perdonar a mis mejores amigos, el verme casi comiendo tierra?,
luego pienso que todos pasamos cometiendo errores, y que los amo a pesar de
todo, que no deseo ni el mínimo mal para ellos, pero una espada de por vida
como es el odio de un hermano, sin que jamás conozcas su motivo, es algo que
pasa como herencia a sus hijos.
¿Qué puedo
perdonar?, ¿cómo debo hacerlo?, y en este ir y venir, me doy cuenta que la vida
me ha puesto en la mirada, que todo lo que hagamos, tenemos que pagarlo y es
aquí y ahora, pero sí, debo perdonar, me faltan muchas letras para sanar mi
alma, todavía hay pequeñas heridas abiertas, cada cicatriz recuerda que estamos
aquí para demostrar que el amor y el perdón están ligados, como una cadena, uno
no puede vivir sin el otro, es como el anillo de una vid, que necesita
aferrarse de algo para poder continuar creciendo y produciendo frutos.
Ajusto el amargo de
mi boca con un buen vino, y brindo por todos los que me han dañado en el
camino, agradeciendo de paso, que me dieron la oportunidad de practicar el
perdón, y sí, también debo perdonarme y que me perdonen, porque no por santa
voy a pasar, ¡ni más faltaba!, uno de mis peores errores es ser tan confiada y
esto se paga caro.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
septiembre 22/15