UNA
VOZ EN SUEÑOS [32]
No hay grito más
fuerte que el silencio,
ni voz más abrumadora que
la muerte.
Soñé
estas palabras ayer, y las escribí, ¿quién me las dijo?,
no
lo sé, pero ciertamente hay algo más allá de nosotros mismos,
la
conciencia grita, Dios escucha, y la fosa nos espera.
¡Grita
voz de la conciencia!
Callan
sus palabras que son mentirosas,
tal
vez lo que ayer fue una rosa
hoy
trata de herir con sus espinas.
No
he sido santo de la devoción de otros
y
te dejaste enredar por la hiedra,
no
me has dejado salir de mi tumba
que
es la blanca pared que me encierra.
Hay
un tiempo para sembrar,
y
has arrancado,
un
tiempo para herir,
y
bien lo haces,
un
tiempo para amar,
y
en abundancia lo has hecho,
un
tiempo para el perdón,
y
lo has olvidado.
No
levantes tu mano severamente,
el
hambre la he sentido yo,
la
tristeza ha sido mía;
¿y
hasta el derecho a levantarme,
se
me niega?
No
metas las manos en el fuego por nadie,
no
saldrás vencedor,
mejor
calla, espera…
Mi
dulce amor, tú que lo sabes,
reprende
con ternura,
pero
enséñales la humildad,
que
te llevó hasta la cruz
hasta
morir herido por nuestras dagas.
Permite
que doble las rodillas
eres
tú mi roca fuerte,
y
aunque mal pague quien se niegue a verte,
deja
un vaso de la hiel que te hemos dado
para
beberla, ¡y llegar a conocerte!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
febrero 17/13