MÍNIMOS RECUERDOS [50]
¡Qué hermoso has despejado el horizonte!
¿Sabías que camino hacia un bosque
donde todo es nieve y rocío,
pero no se siente frío?
¿Sabías que camino hacia un bosque
donde todo es nieve y rocío,
pero no se siente frío?
Retorno
a casa,
¡mi casita de tejas rojas
y orquídeas que se desgajan!,
el sinsonte de mami, el toche;
un ave inmensa, muy azul
con plumas blancas en su copete,
y tú, amor de mis amores,
llevándome a correr por entre rocas y cascadas,
volando, ¡sólo volando inmensidades!...
¡mi casita de tejas rojas
y orquídeas que se desgajan!,
el sinsonte de mami, el toche;
un ave inmensa, muy azul
con plumas blancas en su copete,
y tú, amor de mis amores,
llevándome a correr por entre rocas y cascadas,
volando, ¡sólo volando inmensidades!...
Nieve
cubre lo mágico de la tierra,
aves de paso juegan a vivir felices
porque todo es alegría y oración,
todo son abuelitas fabricando caramelos para los niños,
arrinconadas con trocitos de celofán en los dedos
y una bufanda para abrigar lo frágil de la vida.
aves de paso juegan a vivir felices
porque todo es alegría y oración,
todo son abuelitas fabricando caramelos para los niños,
arrinconadas con trocitos de celofán en los dedos
y una bufanda para abrigar lo frágil de la vida.
Doña
Ermencia cerca de la esquina,
mis amigas, recuerdo a Leonor, Martha, Josefina,
se escapan nombres,
es que nos estamos volviendo viejas
y de ellas hace muchos años que no sé nada.
mis amigas, recuerdo a Leonor, Martha, Josefina,
se escapan nombres,
es que nos estamos volviendo viejas
y de ellas hace muchos años que no sé nada.
Me
gustaba ayudar a desyerbar su jardín:
¡con cuidado mijita!, ¡no me arranques la matica de hierbabuena!
me dejas ese que es eneldo, y aquél, que sirve para el dolor en el pecho!,
¡esa no!, era cilantro, pero bueno, ¡no importa!,
esa parece mala hierba y crece donde menos imaginamos,
¡es tan agradecida!...
¡con cuidado mijita!, ¡no me arranques la matica de hierbabuena!
me dejas ese que es eneldo, y aquél, que sirve para el dolor en el pecho!,
¡esa no!, era cilantro, pero bueno, ¡no importa!,
esa parece mala hierba y crece donde menos imaginamos,
¡es tan agradecida!...
Luego
de un corto de tiempo
me invitaba al rincón de los caramelos,
una pequeña mesita de madera, y ahí,
envolviendo sus ricos dulces y pasando su mano llena
como pago por mis cariños, /que pocos fueron,
pero ahí estuvieron, me gustaban las abuelitas,
me encantaba hablar con ellas y que me contaran su vida,
pues cuando somos niños o jóvenes,
creemos que jamás nos volveremos viejos.
Ahora una historia repite la otra,
unos dedos se mueven y otros descansan del ruido de la tarde,
para esperar cuando las aves se despiden,
y el cielo se llena de encajes
que nos permiten ver sus estrellas.
me invitaba al rincón de los caramelos,
una pequeña mesita de madera, y ahí,
envolviendo sus ricos dulces y pasando su mano llena
como pago por mis cariños, /que pocos fueron,
pero ahí estuvieron, me gustaban las abuelitas,
me encantaba hablar con ellas y que me contaran su vida,
pues cuando somos niños o jóvenes,
creemos que jamás nos volveremos viejos.
Ahora una historia repite la otra,
unos dedos se mueven y otros descansan del ruido de la tarde,
para esperar cuando las aves se despiden,
y el cielo se llena de encajes
que nos permiten ver sus estrellas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
septiembre 3/15