lunes, 7 de diciembre de 2015

ESCUCHANDO A SCHUBERT/Serenade (46)



ESCUCHANDO A SCHUBERT/Serenade (46)

Así pasó el amor:
Fue rumor de brisa,
Canto de pájaro
Viendo que el río se crecía
Y todo se inundaba.

Escuchaba al toche de la esquina
Con su mujer de guitarra,
Y acariciaba sus pechos
Entre hilos duros
Que sus dedos cortaban.

Se pintó, fue dorado el mundo al verte;
Fue pasión de mar en su orilla
Ardiendo de besos entre las arenas,
Tocando nada prohibido;
Subiendo y bajando por entre tus lomas.

Al cerrar los ojos,
Sentí que volaba...
¡Me emborraché de tanto amor!
Y creída de la vida te esperaba…

Día a día, año a tras año,
Hasta que la montaña se volvió nieve
Y se quedó durmiendo en mi cabeza.

Más como el río,
Que no retorna a su fuente;
Te fuiste un día,
Sin jamás volver.

Pero me quedé
Con el sabor de tu boca
Y un tanto de pena,
¡Que me sabe a hiel!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 7/15


ESCUCHANDO A FRANZ/Sueño de amor (47)



ESCUCHANDO A FRANZ/Sueño de amor (47)

El músico estaba triste,
Buscaba en su teclado un sueño,
Y era entre notas y acordes
Que lo hallaría.

¡Me cansé!, /pensaba.
¡Me aburrió ese amor falso;
Los chillidos sobre la almohada
Y ese irme tan pronto
Hacia un mismo camino,
Para encontrarme conmigo;
Pálido y cansado!

Estoy aquí, eres tú mi amor;
/acariciaba el piano,
Imaginaba que esas teclas
Eran endurecidos pezones,
Que era blanca o morena, / ¡igual da!

Y cerraba los ojos,
Su cabellera dorada ondulaba noches,
En tanto le imaginaba
Conmigo ahí, enredando mis dedos,
Tocando su fuerte diapasón
Y haciendo sonar mi corazón
Al sentirle como ahora,
Tan mío y lejano.

Todo era paz; /veía desde su ventana al bosque:
¿Qué paisaje puede haber más perfecto?
Avecillas cantando, grillos sonando,
Ranas amando, verdes fluyendo…

Y al fin una sonrisa hallé…
Nos estrellamos en éste infinito raro;
Su alma tocó la mía y nos elevamos
Como dos cometas buscando amor.

Pero el amor no era asunto de dos,
¡Es que la música nos había ablandado
Y el sol nos había curtido!

El amor inició a cantar
Entre ramitos de olivo
Y flores del campo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 7/15



ESTARÉ AHÍ (48)



ESTARÉ AHÍ (48)

Vestida de escarlata para ti,
Con una alfombra blanco y oro
Que acolchó las sombras de mi bosque;
¡Para que nada sea umbrío!, nada duela;
Y pueda conversar asuntos de aves,
Cuestiones de flores, contigo.

No será ahí, será en un lago,
Donde dice que nacieron sabios
Y bajo sus aguas nadan delfines de colores
Que serán rubor en mi rostro al verles,
Y temblor en mi pecho al tocarte.

Pasará el sol y reiremos mucho,
Correremos con él para alcanzarlo
Y no habrá nudos en la garganta,
Ni lágrimas que nos hagan recordarlos.

Veremos que ha salido la luna
Y el bosque cobra vida, ¡no hay inquietud!

Esos ojos que parecen luciérnagas,
Se han ido,
A iluminar otro anochecer.

¡Amor!, ¡amor mío!
No sé a quién escribo,
Ni para qué me canso tanto
Si nada dices a mi oído;
Si tus canciones
Son letras donde no está mi nombre.

Pero ahí, en el momento del sol
Cuando sus rayos aparezcan
Y pinten de luces las praderas;

Siendo un cervatillo asustado,
Hoja vencida que de mi árbol cae,
Sólo ahí estaré contigo,
Contando nubes y bordando rocas
En nuestro palacio.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 7/15






ESPINAS (49)



ESPINAS (49)

No hubo necedad;
Creí morir en tus manos,
Pero unas manos más abiertas y puras
Esperaban por mí.

No quiero deprimir por nada,
Pero después de tener a ésta ave,
Vinieron recuerdos del ayer,
Y una pesadilla horrenda,
Revivieron angustias pasadas.

Abría una puerta muy oscura...
¿En qué lugar estaba?

Era su carne morena,
Sólo morena como mis pecas,
Pero en sus mirar había un negro foso
 Que se acercó a los míos que estaban asustados,
Con mi pequeño corazón queriendo salir de ahí.

Luego, ¿qué soy acaso?
¿Por qué entre tus dedos,
Después de tanto tiempo?

¡Ay libertad!...
Volví a manos de mi carcelera;
Regresé a su voz y reconocí mi huerto.

Dormí un tanto, pensando en mi amor;
Pero el demonio de ojos sin luz estaba sobre mí,
Trataba de correr pero no tenía pies,
De volar y no tenía alas,
Y recuerdo que mis manos
Penetraban miles de angustias en su carne.

Todas las rosas se abrieron…
Sus pétalos chorreaban tinta,
No era azul, fue un rosal;
Sólo un rosal que salía como un río
Y brotaba de su propio manantial.

Todo fue silencio luego...
Me vi empapada de pétalos,
Sentí mucho miedo y quería gritar.

Alguien escuchó mi voz:
¿Qué pasará?
Recibí su llamado a punto de las 7 am:
¿Estás bien hermanita?

La mujer de la válvula de gas abierta
En plena presentación de párvulos,
Estaba inquieta;
Mi voz estaba allá,
Y ella escuchó mi angustia.

¡No sucede nada!
Sólo una horrenda pesadilla;
Un recuerdo del pasado
En medio de espadas y fusiles;
Pero nada fue,
 Porque tenía dientes,
Y una fuerza poderosa me hizo volar.

¡Sólo tengo un poco de cansancio!
Un raro agotamiento, como esas veces,
Esas tantas que hablando con la gente,
 Sentía que me iba despacio y dormía,
Siempre dormía en medio de carcajadas,
Iniciando apenas la fiesta.

Una rata había tomado miel...
Es que era tanto el amor,
¡Que no me querían ver!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 7/15