domingo, 2 de junio de 2013

JUNIO 2/13 (152)

JUNIO 2/13 [152]

No puedo decir que feliz estoy,
estoy dominada por una extraña sensación de soledad.

A quienes  creí mis amigos,
marcharon azotando el rostro,
clavaron sendas puñaladas;
y los que vienen, ¡son tan extraños!
que hay algo que no combina.

Ésta es la vida, un amargo licor a ratos.
Se compone de hipocresías y falsedades,
de tan pocas alegrías, que podemos contarlas,
para quedar el canto del violín en nuestros ojos.

Honda melancolía nace cada segundo.
Entre más quiero entregar, más mentira.
Una sombra hiere, una palabra mata,
pero la hipocresía es el peor de los venenos.

Confía, entrega todo lo que tienes
y pronto descubrirás que estás sola.

Has de creer  en tu propia imagen
que cual  risa loca pinta el espejo;
o en la madre que te regaló la vida
y marchó con trino de vencejo.

Ya no está...
No tengo su alar de tibios brazos.
No hay un sitio para llegar,
nos  hemos quedado huérfanos
y el nido vacío
es la soledad que  me acompaña.

Un hombre por una mujer, vende su alma.
Cierra los ojos como un toro
y se entrega a sus placeres,
pero llega la justicia aunque tarde
y el desamor, es el animal más fiero,
que castiga con su propio hierro.

Salpica el mar la sal de sus adentros
y con una extraña sabiduría brota por los ojos.

De palabras altaneras se adorna el soberbio,
de flores muertas 
el silencio de la tumba.

Hoy nada por decir,
dejo pasar la corriente de la vida.
Razón tenía el sabio al pronunciar:
Aguarda que tus ojos vean lo que al impío espera,
más no te alegres por lo que adviertan,
mejor perdona y olvida.

Mi hoy tiene sonidos, son las 7:47 am,
un número, una hora, el trino del canario prisionero,
un pequeño ventilador oxidado que reanima,
el calor de otro día,  
y el repetido silencio mortal en casa.

Me he quedado sola,
Es un momento de paz
para buscar dentro del alma
esa niña que no sabe a dónde ir.

Quiero reposar en otro cuerpo,
en otra distancia, en otro jardín,
en otra estrella más brillante.

Una copa espera por mí,
su color invita a mis labios.
Creo que volaré lejos de aquí
con mis alas abiertas, ojos al desnudo,
sin prisas, reposada en el olvido.

Un cantar de caracolas escucho.
El sonido de sus vientres
parecen un huracán escondido
que volará conmigo a cualquier parte,
al sitio de luces violeta
donde al fin la paz sea una blanca oración,
un despegar con los ojos muy abiertos.

Pero entonces me arrepiento…
No quiero embromar lo único que tengo.
Mis botas negras de caucho esperan,
humillo mi dolor ante un crucifijo
y le entrego mi vida: es suya, su obra.

Decido llorar de nuevo, no puedo evitarlo.
Acaricio mis brazos, soy una muñeca de trapo.
Abrazo mi pequeño cuerpo
y empiezo a contar sus pecas.
,o son feas, ¡qué linda me veo hoy!...
Mis ojos están limpios,
no he dañado a nadie y puedo levantar el rostro.

Tengo la oportunidad de iniciar algo, de confiar de nuevo.
Me arrodillo, musito una plegaria desde mi corazón,
abro la puerta para ver a mi gran árbol,
se quedaría solo como yo,
los ojos de mis niños están más brillantes 
y en silencio  me observan.

Mis hijos no se quedaron en casa,
un esposo ausente que nunca fue
parece tener demasiada prisa,
y entonces decido disfrutar mi día,
tomo la escoba para limpiar el sucio de otros,
me doy un segundo al espejo y empiezo a sonreír.

Escucho el sonido de los pichones de palomo
y sé que debo continuar,
tengo un motivo hermoso, buscarlo dentro de mí,
en los ojos estampillados en un retrato de mis viejos,
en los de mi niño tan joven, 21 años,
en las historias que han quedado de mis primos,
de mi abuelo, de otros cuentos del ayer,
de mis amigos perdidos por la violencia en Colombia,
imagino sus últimos gritos, su final angustia, 
sus hermosas fincas hurtadas 
y enmudezco un tanto.

¡Perdóname Dios mío!
No he sido agradecida contigo,
no puedo tomar lo que es tuyo
debo purificar mi alma con el dolor,
pero ya, viejo, ¡afloja un poco!
porque también necesito la felicidad.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 2/13