JUNIO
2/13 [152]
No
puedo decir que feliz estoy,
estoy
dominada por una extraña sensación de soledad.
A
quienes creí mis amigos,
marcharon
azotando el rostro,
clavaron
sendas puñaladas;
y
los que vienen, ¡son tan extraños!
que
hay algo que no combina.
Ésta
es la vida, un amargo licor a ratos.
Se
compone de hipocresías y falsedades,
de
tan pocas alegrías, que podemos contarlas,
para
quedar el canto del violín en nuestros ojos.
Honda
melancolía nace cada segundo.
Entre
más quiero entregar, más mentira.
Una
sombra hiere, una palabra mata,
pero
la hipocresía es el peor de los venenos.
Confía,
entrega todo lo que tienes
y
pronto descubrirás que estás sola.
Has
de creer en tu propia imagen
que
cual risa loca pinta el espejo;
o
en la madre que te regaló la vida
y
marchó con trino de vencejo.
Ya
no está...
No
tengo su alar de tibios brazos.
No
hay un sitio para llegar,
nos hemos quedado huérfanos
y
el nido vacío
es
la soledad que me acompaña.
Un
hombre por una mujer, vende su alma.
Cierra
los ojos como un toro
y
se entrega a sus placeres,
pero
llega la justicia aunque tarde
y
el desamor, es el animal más fiero,
que
castiga con su propio hierro.
Salpica
el mar la sal de sus adentros
y
con una extraña sabiduría brota por los ojos.
De
palabras altaneras se adorna el soberbio,
de
flores muertas
el silencio de la tumba.
Hoy
nada por decir,
dejo
pasar la corriente de la vida.
Razón
tenía el sabio al pronunciar:
Aguarda
que tus ojos vean lo que al impío espera,
más
no te alegres por lo que adviertan,
mejor
perdona y olvida.
Mi
hoy tiene sonidos, son las 7:47 am,
un
número, una hora, el trino del canario prisionero,
un
pequeño ventilador oxidado que reanima,
el
calor de otro día,
y
el repetido silencio mortal en casa.
Me
he quedado sola,
Es
un momento de paz
para
buscar dentro del alma
esa
niña que no sabe a dónde ir.
Quiero
reposar en otro cuerpo,
en
otra distancia, en otro jardín,
en
otra estrella más brillante.
Una
copa espera por mí,
su
color invita a mis labios.
Creo
que volaré lejos de aquí
con
mis alas abiertas, ojos al desnudo,
sin
prisas, reposada en el olvido.
Un
cantar de caracolas escucho.
El
sonido de sus vientres
parecen
un huracán escondido
que
volará conmigo a cualquier parte,
al
sitio de luces violeta
donde
al fin la paz sea una blanca oración,
un
despegar con los ojos muy abiertos.
Pero
entonces me arrepiento…
No
quiero embromar lo único que tengo.
Mis
botas negras de caucho esperan,
humillo
mi dolor ante un crucifijo
y
le entrego mi vida: es suya, su obra.
Decido
llorar de nuevo, no puedo evitarlo.
Acaricio
mis brazos, soy una muñeca de trapo.
Abrazo
mi pequeño cuerpo
y
empiezo a contar sus pecas.
,o
son feas, ¡qué linda me veo hoy!...
Mis
ojos están limpios,
no
he dañado a nadie y puedo levantar el rostro.
Tengo
la oportunidad de iniciar algo, de confiar de nuevo.
Me
arrodillo, musito una plegaria desde mi corazón,
abro
la puerta para ver a mi gran árbol,
se
quedaría solo como yo,
los
ojos de mis niños están más brillantes
y en
silencio me observan.
Mis
hijos no se quedaron en casa,
un
esposo ausente que nunca fue
parece
tener demasiada prisa,
y
entonces decido disfrutar mi día,
tomo
la escoba para limpiar el sucio de otros,
me
doy un segundo al espejo y empiezo a sonreír.
Escucho
el sonido de los pichones de palomo
y
sé que debo continuar,
tengo
un motivo hermoso, buscarlo dentro de mí,
en
los ojos estampillados en un retrato de mis viejos,
en
los de mi niño tan joven, 21 años,
en
las historias que han quedado de mis primos,
de
mi abuelo, de otros cuentos del ayer,
de
mis amigos perdidos por la violencia en Colombia,
imagino
sus últimos gritos, su final angustia,
sus
hermosas fincas hurtadas
y enmudezco un tanto.
¡Perdóname
Dios mío!
No
he sido agradecida contigo,
no
puedo tomar lo que es tuyo
debo
purificar mi alma con el dolor,
pero
ya, viejo, ¡afloja un poco!
porque
también necesito la felicidad.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 2/13