viernes, 12 de febrero de 2016

MI AMADO (43)


MI AMADO (43)

Mi amado cada día
Me hace despertar.

Hay un cántico;
Un rayo de luz
Que se aproxima
A mi corazón
Y ahí se queda.

Tiene mi amado
Joyas que danzan
Sobre las olas
Y navegan espacios oscuros.

Sus ostras son ojos,
Sus regalos aromas y más,
En medio de un inmenso jardín.

Es un día despierta,
Y una noche en vela
Adivinando a la coqueta luna
Meditando amores de sol.

Ciertamente
Mi amado tiene algo para mí;
Y es que me ama y no puedo fingir,
Porque su amor es tan cierto
Como éste suspiro de ahora,
Y éste maravilloso día
Que me ha donado.

¿Te das cuenta amiga?
Mi amado, es mi amado;
¡Sin más!...


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 12/16








HUBO DERROCHE/A mi madre (44)

Una luna del poeta, colgada en el cielo, y un fondo de nubes rojas, parece un lecho; un edredón de seda, besando la íntima dulzura de dos cuerpos desnudos, amándose y llenándose de carne y huesos...

HUBO DERROCHE/A mi madre (44)

Ayer y hoy, el cielo era vino.
De su tinto probaron mis ojos;
Y de tu desdén mi carne.

Hubo derroche de todo,
Más para mí: ¿qué?

Fue lejana tu mirada
En ese después
Que nos topó bajo la misma cobija,
Con ese desvelar de luna
Tapizada de rojos encendidos.

¿Fue un ocaso?, ¿será luna o sol?
Lo que sea, me importa que besa el mar;
Que sacude de mi alma sus fibras,
Y en ésta intimidad, entre tú y yo;
Nos emborrachamos con esas uvas
Que aparecen un día como hoy
Recordándote en ese ayer
De besos y caricias, de lunas,
Muchas lunas llenas
Bailando pasillos en tu estómago.

Hubo derroche, ¡lo sé!;
De amor,
De abundante amor...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 12/16












DESTINO (45)




DESTINO (45)

Me cansé de cultivar sonrisas falsas,
De responder para agradar a otros;
De contestar y contestar mensajes
Y dar me gusta en todo.

Cultivé un jardín con muchas flores
¡Pero vaina rara!, siempre morían
Y nunca vieron sus primaveras;
En tanto un pájaro caído
Baila en una caja, /bailaba
Porque Gian en un descuido
Clavó con saña sus filos
Y la carne dejó de temblar.

¡Era su destino!, si Karen se entera,
Que de mañana, una tórtola tembló...
Mis manos acogieron sus fríos
Y su lengua recibió el calor
De una comida inventada.

¿Qué hemos cultivado?
¡Me siento regular!;
Pude zafar de sus garras a un niño herido,
Pero tan pequeño fue mi afán
Que hasta contenta me puse.
¿Tanto bregar para qué?

Cierta vez un pichón voló;
Ya tenía fuerzas y otro susto lo elevó;
Ya en el tejado, mi llamado respondió.
¿Pero quién daría su alimento?

En medio de pesares
Pensé como hoy:
¡Era su destino!...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 12/16