jueves, 3 de octubre de 2013

SI PUDIERAN VER [121]


SI PUDIERAN VER /Anderson[121]

¿Qué nos afana bajo el sol?
Vendrán mañana todos
y estaremos en el mismo jardín.

Aquí las flores hablan como allá,
puedo escuchar sus almas puras
donde el engaño no existe,
ni la falsedad.

Voy, vengo, danzo, vuelo…
Las beso a todas y todas son conmigo una.

Soy brizna,
flama dentro del universo.
Soy hoja desnuda y limpia,
mi corazón no tiene tropiezo.
Si me piensas
me acerco con sigilo a tu ventana,
tomo tus cabellos y me enredo en ellos,
beso tu frente para decir: te amo.

¡Si vieran lo que puedo ver!
El cerro más alto es éste,
la montaña más elevada,
no hay más cuesta ni cima,
ésta es la cúspide de todo.

El mar es uno solo, inmenso,
puede ser verbo con el cielo.

Mi abuela es un sinsonte
y con él va y viene,
no hay vejez ni dolor,
su trinar es como ella,
suave, pausado…

Parece una niña jugando
con la lluvia de colores que trae la brisa
y en esos  aromas nos bañamos,
nos juntamos.
¿Sabían que el aroma tiene voz y sonido?
Lo comprenderás al cerrar  los ojos
en el silencio de sus bocas,
donde la crítica no dañe las sonrisas
y las manos se unan en alabanza.

No pude decir adiós porque el adiós no existe,
estoy con todos y con ninguno…

Soy ese parpadeo de hojas con la brisa del mar,
soy ese aroma a rosas frescas como mi vida.

A todas dejo un suspiro, ¡mis flores amadas!
Con todas se contenta el corazón,
pero debo viajar ahora.

Mis ojos han divisado una luz
tan clara y radiante, que debo cruzarla…

Allá están todos mis anhelos, mis esperanzas,
soy una estrella que se desprende del cielo,
voy por todas las flores.

Sobre un manso arroyuelo me quedo,
más cerca de ti de lo que crees.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 3/13






UN ÁNGEL/Candela [122]

 UN ÁNGEL/Candela [122]

Si un ángel sueña,
el cielo se llena de estrellas;
todos juntamos las manos,
se inundan los ojos de perlas.

Si un ángel duerme,
todos sonreímos
pasa el dolor,
la tristeza...

Vagamos en un recinto sagrado
volamos con las garzas,
con los gorriones...

Si un ángel duerme
todos elevamos las manos;
oramos por las bendiciones de Dios en su vida.

Y al final,
todo sana, nada duele,
sólo gotas de rocío sobre las flores
en tanto un ángel suspira...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 3/13


“Hagamos silencio... Cande ya quiere dormir....” (mami).



EL MAGDALENA [123]

EL MAGDALENA [123]

Cerca del Magdalena vivo, muero y resucito.
Tan cerca, pero tan lejos de mis ojos.
Si a tocar sus aguas me antojo, /un muro de cemento
divide la ciudad, para que todo sea robar con los ojos
esas aguas vivas que serpentean y se alejan,
dejando un vacío enorme, distante
de sus aguas al pasar.

Es como si fuese tesoro de unos pocos
y no el río caudaloso  lleno de bondades,
que todos amamos y deseamos.


Aquí cruzan enormes barcas, /todas llevan y traen,
pero el río, mi amado Magdalena cada vez más lejos
aun teniéndolo cerca de mi corazón,
solo tocado con el alma.

Muchas aves se enamoran a su paso…
Un surco lo divide,  puede hacerse arrullos con el mar,
se vuelven azules o dorados, se abrazan sin rubor,
se hacen el amor todo el tiempo
y en un conjuro de colores se entrelazan,
elevando sus blancas espumas,
para ser uno, como  viejos amantes.

Aquí se une la miel con la sal,
¡qué magia es verlos juntos!
¡Hace tanto tiempo no voy allá!

Ahí los tiburones parecieran robar la dulzura de su aliento
y las gaviotas, buscar entre el canto de las dos aguas,
un verso declamado, con ese beso interminable
que los junta para eternizarlos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 3/13


CANTAR DEL MAGDALENA [124]

CANTAR DEL MAGDALENA [124]

Lo escucho cantar cerca de mi boca,
es una mujer que espera halagos de la gente,
una dama coqueta que no desea tus basuras
que anima con su bullicioso andar,
es un alma solitaria cargada de pecados de otros
y se antoja ser amante, entregada frente a todos.

¡Qué cantar tienes mujer!... /desde mi balcón te veo pasar
Mueves tus curvas de morena graciosa
con elegante andar pareces anaconda,
llevando frescos peces,
que buscarán corales en el mar.

Elevas tu falda ante su presencia,
¿quién te envenena tanto con sus porquerías?
mereces que seas por todos, amada.

Un derribar de muros de cemento,
entre la muchedumbre para correr a verte,
y descubrir la premura de tus alas.

Que no muera sin verte, tan cercana… tan poco amada…
eres la poesía que entre mis ojos palpita.
Pero que no me vaya todavía,
hasta no descubrir en la orilla tu cantar desnudo
tan solo con los brazos extendidos,
y una sonrisa en los labios.

Seré feliz como aquélla vez,
un arco de colores anunciaba vendaval
corrías como niña presurosa hacia tu amor,
y con mi madre bendita en oración:
¡Divino el río!
¡Qué regalo tan hermoso!
¡Si lo pudiera tocar!...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 3/13