miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Y EL FLAUTISTA?



¿Y EL FLAUTISTA?

Arriba de la cuesta
Como si en oración  permanente estuviera
Bendijo con el sonido de la brisa todo cantar
Toda hoja que nacía o caía…

Mi amor, eres tú la música
Mantienes despierto el pensamiento
Sin dormir, ni porque dormida pareciera
Pues en sueños me hablas, y repito tus letras.

Un baño de luz a tus flores
Rocío de la mañana las vuelve lindas,
Muñequitas que al hombre enamoran
Con esos trajes divinos que les regalas.

Tú mi flautista, que perfumas el viento
Luz en momentos negros
Y oscuridad para que brillen las estrellas.

¿Quién eres amor mío?
Tu rostro es la bendición del sol
Tu número no tiene fin,
Parecieran momentos que van y vienen
En ese incomprensible rumor de la vida.

Y entre la bruma un arco iris
¿Eres tú acaso?, ¿Qué eres?
Parece que fueras la música,
El sonido, el silencio, el aroma…
¿Eres acaso el rayo de luz que asoma?

¿En dónde nace tu corazón?
No hay muerte si estás
Mi amor, mi flautista preferido;
Y entonces, decido dormir para morir en ti
Y amanecer sonriente, con el mismo vestido.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, noviembre 12/14

¿EN QUÉ IDIOMA?




¿EN QUÉ IDIOMA?

Te digo te amo cuando el aura
Al paso de un gorrión te lo repito,
Cuando las hojas caen y caen de tu árbol;
Al pasar de la brisa y alejarlas o juntarlas…

¿En qué idioma te digo que te amo?
Cuando escucho tu grito lejano
Cual si un lobo solitario fueras,
Y yo fuese la montaña donde deseas trepar.

Te lo he dicho en todos los idiomas
Cuando el perfume de las violetas,
Al subir de la enredadera por un tronco cansado;
Al avistar el sol arriba de la cúpula,

Al bajar y subir un potro la cuesta
Al verde de los olivos y al azul del cielo,
Cuando el ocaso se despide con un sol bailarín
Y sus colores doblan mis rodillas…

¿De qué manera te digo que te quiero?
Creo que te volviste mi poema preferido
Te uso, te tomo, te bendigo
En cada una de mis letras aunque no desees.

¿Has visto la fuerza de la brisa?
Mueve las inmensas nubes, las vuelve niñas
Transforma el cielo en imágenes
Sin importar si cruza un águila desnuda
O si va llorando un pez entre sus garras.

Y te amo porque sí…
Porque estoy viva, porque suspiro de tu brisa
Y en ella te atrapo y te hago mío,
Tan mío como éste silencio y ésta música de ahora.

Pero te vas, te alejas…
¿Cuál es la razón?, ¿para qué pregunto si la sé?
No eres mío, eres del invierno, del otoño
Eres de la inmensidad oscura que nos eleva
Para encontrarnos y ser uno ésta noche
Al aparecer de la luna con un tapete de estrellas
Bordadas a su alrededor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 12/14




OTOÑOS

Imagen: Rafael Ramírez 

OTOÑOS

Mientras caía de nuevo el viento, la hoja preguntó: ¿quién eres tú que me elevas y me haces caer sin golpear mi rostro?, pero no hubo respuesta, el árbol estaba esperando su estación nueva, de perlas blancas que le permitirían descansar un momento. 

Ella, en la misma estación, casi sin poder tocarle lo veía a la distancia, ¡mi árbol amado, tan cerca y tan lejano!, todas las mariposas vendrán en primavera, ¿y yo?, él continuaba en su mutismo, esperaba una luz para responder al sol, que se alejaba impasible de su estancia, pero ella le esperaba más allá del mar, en una cuesta donde nació el sol de los aztecas... y sus hojas amarillas caían y caían...

Quise adivinar su pensamiento, estaba inquieto pero no lo demostraba, una cobija vendrá ésta vez, como ayer,  dejará el universo blanco, suave ventisca aliviará los calores pasajeros, lo sé, luego, vendrá un poco de soledad, casi que muerto, pero estando vivo, aferrado de mi madre tierra, tendré tiempo para la contemplación, y saber que algún día ellas regresarán cuando asome el rostro la nueva estación, y el sol se lleve mi cobija,  con la lluvia helada que vendrá en caballos de viento, y los prismas iluminen con el sol, quedando destellos de diamantes, para admiración del mundo.

La cinarra se fue así como llegó, tan divina y menuda, tan blanca como las perlas de la boca de mi amor, tan dulce como probar la miel escondida en las flores del bosque y en mis propias flores, al asomar la primavera.

¿Qué me sucede?, no debiera estar así, pero siento nostalgia por las ramas que olvidan sus hojas, siento pena por los troncos que olvidan sus flores y sus frutos, un vacío enorme es lo que me llena, pero me vuelvo fuerte, ya conozco todas las estaciones de sus vidas, pero ellas nunca conocerán las mías.

Queda un silencio que es roto por el cantar de las flautas del cielo, una que otra avecilla olvidada, un alcatraz buscando el verano, una gaviota, mi amor y yo, tan solos, tan llenos de esperanzas, buscándonos sin hallarnos, viéndonos sin tocarnos y amándonos, a pesar de la distancia.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 12/14