viernes, 19 de diciembre de 2014

LOS CARDOS

LOS CARDOS
Cuando florecen los cardos
Nace una divinidad guardada
Que sin importar las espinas
Con ardiente sol o sin él
Las más bellas joyas serán halladas.

En cada espina una esperanza
En cada roca una espora
En cada vida un alma
En cada flor un aroma.

Cuando florecen los cardos
Recuerdo a mi madre
Ella los amaba, 
Pero poco los vio florecer.

¿Que sería si los viera ahora?
Imagino que se doblaría en oración
Sus ojos verdes brotarían manantiales
Y su boca, tan solo bendición.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 19/14

IMAGINÉ



IMAGINÉ
Imaginé sus rostros tan solo, ¿acaso encuentro palabras para describir ese momento?, ¿la experiencia de un arma en tu cuello, o un depredador detrás de ti?... ¿Sabes acaso cómo es la noche de una niña, cuando adivina que todo lo que habita la oscuridad la tocará?...
Imaginé tan solo, como la paloma que cayó de mi ventana, no pude verla sufrir más, pero no pude matarla, porque ya estaba muerta, tan solo abría y cerraba el pico en una súplica... ¿qué hago?... pero a veces un impulso, ¡basta!, ¡ya no más!, que no la vea palidecer en medio de agónicos ruegos, y entonces una mano tomó fuerza, no la mía, y se ayudó en la tarea, no es basura lo que tomé en mis manos, le fabriqué un sepulcro entre periódicos, busqué los más bonitos, y coloqué unas cuantas flores que había por ahí, y en ese cerrar de alas, su alma se liberó.
Imaginé que la navidad sería llena de luces y colores, ¡todas las ventanas los tienen!, pero no son la felicidad, es tan solo un remedo a ser felices, porque felicidad es una vieja torpe que camina y camina con los pies abiertos, y en cada roca se tuerce un pie, y en cada rosa encuentra una espina vieja, que esperaba por sus dedos.
¡Imaginé tanto para esta navidad!, no quiero luces, ¿después quién paga el recibo?, cada vez más pesada la carga, impuestos sobre impuestos, y la lista larga como el rostro de los miles que serán embargados, pero no importa ambicionar más, hay que guardar, ¿acaso interesan los zapatos nuevos?, muchos creen que en otras casas sobran, porque ellos no los poseen, pero la situación es difícil para todos, si quieres estudiar debes trabajar, y eso que la situación de esclavitud no ha pasado, ayer eran los negros porque los blancos se antojaron, ahora muchos firman contratos de mentiras, y dicen recibir cosas que son negadas, pero hay que firmar si quieres trabajar, bajar el cuello como los bueyes, son tiempos difíciles, el rico se pasea con soberbia y mira a los otros como estiércol, ¡qué fina me he vuelto, creo que olvidé la palabra mierda!, un paisano me dijo que una poeta como yo, no podía decir mierda, al carajo con mi paisano, ¡que se vaya para la mierda!.
Imaginé y sigo imaginando que todo cambiará, ¿quién para de soñar?, ¿quién puede quemar las esperanzas?, y aunque no lo crean se queman, como leños secos los niños están en la mira de los malvados, las madres temen parir más vejigones, y las viejas como yo, no quieren ser abuelas... ¿saben el motivo?... tal vez lo adivinen las madres de México cuando huelan a sus muchachos entre las brisas de ésta navidad... por ahí se pasean, los respiramos, y huelen a flores, a dulces flores que se fueron en medio de carcajadas rojas y labios resecos de tanto buscar al Jesús que murió en los corazones de muchos hombres, ¿creen que vendrá Jesús, están seguros que deseará regresar?... lo dudo... de nuevo será crucificado, es más, fueron miles de crucifixiones las que se le dieron éste año, que se quede en el centro del sol porque aquí su espacio lo ocupa el mal.
Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 19/14

EL CANOERO

Caminando por el muelle

EL CANOERO
Ahí estás canoero, ¿crees que no te vi?
Tengo una barquita de cristal
Que también me trajo hasta aquí.

Despacio en un bamboleo
Se mecían en un charco,
Sus vidas como troncos que bogan
Agotados de remar y remar
Traen los despojos que han arrojado
Como si no hubiera más.

¡Qué horror! ¿Cómo puedes vivir ahí?
Pero tu mutismo responde:
Tu mirada que no busca nada,
Tu boca oprimida entre partidos dientes
Me habla un poco de tu más allá
De los que nos creemos del más acá.

¡Qué fuertes manos!, 
¿Quién te regala esa fuerza?
¡Es raro!, a veces tan solo esqueletos caminan
Pero tienen un brillo especial,
Son como los ángeles del lodazal
Que entre lazos y cuerdas
Aferran un árbol que murió,
Para que ellos sobrevivan
En éste desajustado mundo
Del sinsabor.

Me despedí sin levantar el brazo
El canoero madrugó, estoy segura
¿Traería ermitaños en su barca?
¿Qué le regalaría el viento?
Porque ayer fue muy oscuro el silencio
Tan solo el brillo de sus ojos
Advirtió, que existían las estrellas
Cerca, muy cerca del mar...

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 19/14

EL INVISIBLE

En Barranquilla, por ahí... 

EL INVISIBLE
Ahí estaba el invisible

Vaciaba su orín en las putrefactas aguas
Parecía ser el paisaje, ¿o era paisaje él?

Se enredaron sus ojos en los míos

Cual si pequeñas estrellas se descolgaran
En un paraíso de cemento, donde a duras penas
Los árboles nuevos fueron sembrados,
Y las luces de los faroles fueran almas en pena.

¡Ey viejo!, ¿no deberías estar durmiendo en mullido colchón?

¿Acaso me importa el sinsabor de su agria existencia?
Bien adornada estoy con galas de cortesana,
Pero ni de puta bien fundada, ni de dama colorada
Hicieron en algún parque un bastión.

¡No te acurruques ahí viejo puerco!

¡Claro que sí, ahí mismo sus heces rodaron!
Aunque nadie lo vio, ese oro penetró el sucio lago
Y aunque nadie me crea, resucitaron unas garzas
Que en la noche parecían tener trajes de fiesta.

A lo lejos, como si bogaran al igual que el viejo

Un ramillete de flores... nadie se percató, yo sí
En tanto el bardo seguía con el son de un nuevo poema
A mí algo se me atoró en el cuello, cuando de nuevo lo vi.

¡Viejo canoero!, le gritaba viéndolo tan solo

Y cosa rara, aunque digan que no es verdad, 
El anciano de nuevo me miró... lo sentí con pena
Tenía vergüenza mientras se amarraba el lazo
Que armaba su guitarra, esa que sonaba a noche solitaria
Cuando danzaban despacio con la brisa
Las canoas de madera de aquél rincón, 
Que se llenó como una luna, de mágica poesía
Que el viejo ni escuchó.

Allá lo veo... no hubo papel para limpiarse el culo

¿Acaso nos importa?, pobre viejo culi cagado
Y no me río, pobre anciano que ata su canoa a la siguiente
Para que los fuertes vientos no se lleven hasta su mala suerte.

Más algo me conmovió... 

El anciano tenía una sonrisa a pesar de todo
La idiota era yo, quien creía que el pobre es infeliz
Más en medio de ese dolor que yo veía
El viejo extendió un sucio cartón 
Y al paso de las estrellas, con una sonrisa
El invisible se durmió.

Raquel Rueda Bohórquez 

Barranquilla, diciembre 19/14