25 enero/13. Alfred Asís.
BARROTES/
A José Martí. [24]
Desde
los barrotes de mi celda espero
aquél
potro que me llevó en sus ancas;
un
andar de novia con sus pequeños pasos
y
ese dulzor divino, en sus brillantes ojos.
Desde
aquí observo el mundo…
Un
poeta calló y sus versos iluminaron,
las
rejas fueron abiertas y un jilguero cantó
cuando
a su paso, la libertad fue anunciada.
Frágil
sueño es la vida.
Quebrantos
hoy, más que ayer…
Tristezas
como arrumes de árboles
donde
sus hojas no fueron sombra,
ni
pudo terminar su nido la calandria.
De
hombre libre queda tu huella
tu
poesía es un reclamo al universo
donde
la paz no se pinte de rojo,
y
las montañas estén libres;
el
colmenar entregue ricas mieles,
y
la mujer, sus dulces labios a los amantes.
Toma
el morral de tus miserias;
ancla
tu velero cerca de mi ventana,
veremos
pasar una gaviota blanca,
y
cuando extendidas tenga sus alas;
tendrá
un nombre amado por todos:
“Martí”… /el hombre que conoce de libertad
y
que dejó su nombre
para
que Cuba lo aclamara.
Raquel
Rueda Bohórquez
Colombia,
enero 23/13
2
JOSÉ
MARTÍ
Se
oye el rumor de las flores
que
se desangran en ti;
son
púrpura tus rosas,
las
blancas quedaron ahí.
Son
negros tus ojos
trovador
y poeta…
La
tierra huele a tu nombre:
¡Libertad!... /donde hubo cadenas
¡Libertad!... /donde hubo una oruga
que
hoy es mariposa.
Se
oye el ruido atronador…
Las
voces tienen hedor a sangre;
se
pudre la vida y no existen los sueños
cuando
el hierro se hizo para matar,
y
la tierra para destruir.
¡Qué
oscura celda es soñar!
Donde
el impío gobierna
un
cerrojo son tus labios;
tus
manos herirán con fiereza
y
dejarán volar los Jacintos
sobre
tierras ajenas.
¡Levántate!.../no
has muerto.
El
hombre aprendió la lección,
un
árbol brota y tiene tu voz,
una
mujer se ama y besa tus labios,
un
libro nace,
para
que seas inmortal.
Raquel
Rueda Bohórquez
Colombia,
Enero 23/13
3
NO
ESTOY MUERTO…/A José Martí
¡Qué
cansado estaba!, agotado…
Muchos
dependían de mí y a ratos me hartaba…
Levantado
días y noches, elevando castillos,
privándome
de ver el campo y la salida del sol;
negándome
tus labios y tu cuerpo dentro de mí…
Ahí
los veo; algunos con una leve sonrisa se miran de soslayo
un
libro de cuentas donde se quedó mi vida.
Todos
esperaban siempre algo más…
Tomaba
el yunque, y sobre mi cuello aré la tierra,
mientras
ellos tomaban vino y se reían de mí
hartándose
de mi trabajo hasta vomitar.
Ahí
los veo… se reparten mis cosas y pelean por ellas,
toman
de mi sudor y ni una lágrima advierto…
Se
alimentan del ansia de sus propios días;
se
toman el tiempo para renegar por lo poco que ha quedado,
y
cada quien con más hambre, quiere lo mejor;
olvidando
al más débil, de quien se aprovechan
y
roban hasta su traje usado.
¡Qué
vano ha sido todo!
Me
duele ese alto en el camino que nunca hice…
Me
duelen mis enemigos de gratis, que nunca busqué,
pero
estaban ahí, en ese camino incierto de la vida.
Me
arde el estómago, no puedo digerir bien mis alimentos
y
de a poco, casi sin darme cuenta,
se
apoderó de mí, la sed por vivir.
Aquí
estoy… /se escucha un murmullo cerca del mar…
La
brisa, tan suave que no sé si existe;
tengo
una mueca que todos ven y se acercan a verme;
tal
vez se burlen de mi pálido rostro;
o
muchos se alegrarán de que ya no estoy para dar molestias,
mis
arcas parecen llenas, pero mi vida, ¿a quién le importa?
Poco
a poco un libro se cierra… una página nueva se abre…
Ahí
están los buitres que se alimentan con la muerte,
se
hace un negociado con mi carroña;
¡es
mucho dinero!… se tantea que ha de ser más económico el fuego,
y
en un pequeño cofre de madera, alguien echa unas cenizas.
¿Serán
las mías?...
Creo
que ni el fuego sentí,
de
tanto dolor que ya existía…
Un
rosario a duras penas…
Se
rifan mis cenizas, espero las lancen al mar
y
las gaviotas vuelen a mí alrededor…
Ojalá
que una gran ola tome la fuente de mi vida, mi alma…
Me
pierda entre las rocas,
o
me confunda con la caracola silenciosa…
Aquí
estoy…
Creo
que todo lo que fui no es
y
todo lo que soy, no existe…
Dicen
que estoy muerto y no lo sé…
¡Tal
vez!… puede ser también,
que
hoy esté más vivo que antes
y
mi muerte sea la causa de su alegría,
pero
tal vez, pueda ser el motivo de mi felicidad.
Raquel
Rueda Bohórquez
Colombia,
enero 24/13