PÁJARO
EN LA NIEVE (48)
Adivinando
en el bosque que tus ojos copian;
Me
doy cuenta, que hay una razón para cada hoja;
Y
otra vez, la nieve, en ser oveja se antoja,
Para
congelar el amor en un rincón del tiempo.
A
veces del árbol más verde caen sus hojas
Pues
el comején sin adivinar,
Se
ha comido su corazón.
Oculto
y traicionero, estuvo inquieto
Esperando
de su quietud la ocasión.
Y
entre un amarillo bosque me adivino;
Soy
una sombra en el espejo de un lago
Que
se burla de mí, con ese sin sentido,
Que
nos vuelve desconfiados;
Para
en esa oscuridad, traicionar un sentimiento
Y
ocultar en palabras nuestra verdad.
A
veces, un pájaro herido no halla su fuente
Para
en el momento del acoso,
Herirse
otro tanto contra el filo de una roca,
Y
al querer volar,
Ser
asido por unas garras con filo de navaja
Que
ahondan sus heridas, más y más…
Me
doy cuenta que los versos son dorados;
Que
la nieve es un velo de novia que cubre al bosque
Y
soy entre todo, la hoja que más sacude el viento.
A
veces, sólo a veces en medio de las hojas secas
Adivino
el pesar y la tristeza, y me acojo a esa tibieza
En
medio de otro día regalado, donde ya no estás;
Porque
tu amor me ha traicionado, y apareces luego
Con
tus ojos en mis manos, y tus plumas manchadas,
Adornando
un frío lago, con la mirada perdida,
Buscando
el nido que ayer te cobijó.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
febrero 9/16