NIÑO SIRIO (6)
Es un niño de menos de 7 años, eso adivino en su estampa;
corriendo con otro bebé en brazos a esconderse de los dragones de metal.
El bebé llora desconsolado, el ruido de los dragones oculta
su llanto, y en esas rocas que se hicieron cruz y estandarte, ahí se refugió el
niño con su bebé en brazos, viendo hacia ese horizonte incierto, con la tarea
grande de ser papá y mamá a temprana edad.
Pasó el ruido, un Jesús niño está doblado en medio de un
camino que no se atreve a recorrer; cada una de sus lágrimas nos toca.
El hombre fabrica la guerra y los niños son los
crucificados, pues hacen como los depredadores, que primero matan a la madre
gorila, para soltar luego a su bebé que se abraza de su cuello.
Cada lágrima es una bala disparada al corazón, ¡triste, muy
triste ver esto!, creí que moriría hallando la paz, que el hombre al fin
encontraría un remanso y un motivo para su existencia; pero la lección no se
aprende, lo intocable se vulnera, se viola, se manosea en la oscuridad, y los
niños, el futuro del mundo, yacen en la tierra, sin oportunidad de florecer.
Se van a regar al cielo un huerto mejor con sus llantos,
pero las esperanzas de los viejos, se quedan en sus pálidas cabezas, llenas de
rencor.
Pienso que un día cercano es el más distante que conozco.
Mientras el hombre habite la tierra, la guerra será el mayor
de sus motivos, porque la ambición de unos pocos, corroerá a otros, erosionará
el corazón, pues la ambición y el deseo de poseer, a nadie es ajeno, todos
hemos sido tocados por ese demonio que parece sangre negra en nuestro corazón
de roca.
Luego vendrán con sus taladros y ahí mismo buscarán de
nuestra propia hiel, para seguir fabricando muerte, sabiendo de antemano que la
tenemos más que asegurada.
Raquel Rueda Bohórquez
26 4 16