PALABRAS SIN SENTIDO
Recuerdo que de joven también me deprimía mucho, y entre todas mis depresiones estaban los problemas en mi hogar, hubo muchos, escasez tirando a pobreza, a pesar del amor recibido de mis padres y su lucha constante con 16 vejigones pidiendo cosas, mi hermanita Rosa María había fallecido tras la muerte de mamá Eduarda, mi abuela materna y quedamos 16, después de ella nació Sonia María, quien reemplazaría a Rosita, pero para mami nadie reemplazaría a su flor linda y pequeña que murió en brazos de Miriam en una noche muy fría y triste.
Ella también se deprimía, se cansaba de tanto trabajo, de la rebeldía de sus hijos, unos más que otros, pero todos muy jodidos y exigentes a ratos, cuando ella hacía milagros con el dinero que mi padre traía, y que nunca escondió, pero también muchas veces no aguantaba, ella deseaba darnos lo mejor, igual que mi padre, pero éramos demasiados para repartir cosas, para que pudiéramos ir a una universidad, sólo en sueños, nos tocó trabajar desde jóvenes, ir en zapatillas de un barrio a otro a pleno sol sin almorzar, y muchas veces con la barriga a medio llenar, expuestos a miles de peligros en la calle, buscando trabajo, si había para un bus, no había para el regreso, y entonces la pobreza nos empieza a doler cuando vemos tanta abundancia en otros sitios, y el desperdicio, y nos volvemos seres resentidos y agobiados, pero aseguro que mi madre era diferente, pues ella se escondía a llorar con un rosario en las manos, y así la encontré muchas veces, sabía en dónde encontrarla pues ese sitio donde estaba el jardín, donde estaban anidando los pollos, era también mi sitio preferido, o arriba de la montaña, debajo de las rocas, para llorar y llorar, hasta que llegaba el hambre, y retornaba de nuevo a esperar esa dulce mirada, que calmaba todo dolor y tristeza.
Historia tras historia, cuentos y cuentos, risas y llanto, algunos sin poder contar pues sería abrir heridas y hablar de cosas muy familiares, pero que tal vez si mis hijos se enteraran, se darían cuenta que ellos han llevado una vida más fácil, con más comodidades, y que han podido estudiar, con lucha, pues todo es así, cuando es con abundancia no se valora nada, pero también hemos bregado mucho para que caminen recto y se ajuicien, y esto también muchas veces me mantenía horas y horas, pegada de una reja pareciéndome a ella, corriendo por sus errores, y rezando a mi manera, para que se obrara un milagro en mi vida, y ellos se dieran cuenta que algo no estaba bien, y que deberían enfrentar la vida, para que aprendieran a valorar el esfuerzo tan grande que hacíamos para complacerlos, y además pudieran terminar sus carreras.
Hubo un momento en que ya no se pudo más, y ahora ellos deben trabajar, esforzarse mucho, como nos tocó alguna vez, y contra esas depresiones fuertes, porque llegan, pero para los jóvenes y adultos, las depresiones siempre están más relacionadas con la falta de un amor que con el resto de cosas, así que ahora me doy cuenta, que no vale la pena sufrir por eso, porque amor es lo que hay alrededor, mis perritos me adoran, mis hijos, una que otra persona me quiere, muchas me detestan, pero no importa, la vida continúa, y ahora recuerdo que Anderson soñaba tantas cosas, deseaba viajar al exterior, conocer el mundo, gente, estudiaba su carrera y la terminaba en el mismo año en que el azor lo encontró de frente, y acabó con su vida, todo se fue a pique para él, su corta vida tan hermosa, feliz siempre, no recuerdo depresiones en él pues no tenía tiempo para eso, estaba tan ocupado en vivir, que ni siquiera pensó que existía la muerte, como un reto para pensar que no vale estar tristes, no tiene sentido deprimirnos, todos moriremos, entonces ¿para qué llorar?, pero lloramos, ¿para qué deprimirnos?, pero lo estamos muchas veces, ¿qué hacer para no llorar si dentro de nuestros ojos hay un manantial?, ahí se quedó un mar que ahonda las heridas y hace brillar la mirada, pero al llorar mucho, un desahogo deja volar esa roca que aprisiona el pecho, y de a poco sana, sanamos, cierran las heridas ante el perdón, nos perdonamos también, olvidamos lo que nos causa dolor, apartamos a las personas que nos hacen daño, y continuamos caminando, ¿hacia dónde?, hacia ningún puerto, porque el único puerto está en un cielo, que imaginamos más allá de todos los soles del universo.
¿Para qué sirve el dolor?, para que seamos fuertes, ¿qué pasa cuando el oro se prueba en el fuego?, salen otros minerales, y él queda ahí brillando sin impurezas, siendo el mismo oro de siempre, más puro y maleable pues se deja trabajar una y otra vez, y no pierde su calidad de metal precioso.
Quiero ser arcilla para el alfarero, dejarme extender y moldear, ser acariciada por la brisa y permitir una obra final como tierra tan solo, expirando cerca del mar, pero ser feliz en el intento diario, en la lucha constante contra ese demonio que nos sume en la tristeza por lo que no logramos alcanzar, una cometa extraña que nos encumbra, y al segundo nos lanza contra el fuego, ¿entonces para qué tanto cuento?, vivir tan solo, vivir siendo feliz el segundo es lo que vale.
Y llegó la cura a mis males, con nombre de mujer: “poesía”, como una reina brillando en cualquier sitio donde mis ojos ven, y la depresión va y viene a través del canto del mirlo de todos los días, que imagino como mi madre, y el canario prisionero que canta y canta, como si llorara por esos segundos de libertad robados en medio de una jaula tan mínima.
¿Triste por qué niña?, eres hermosa, joven, linda, tienes los ojos más bellos que he visto, una figura de gacela, ¿no te has mirado al espejo?, muchas desearían tener lo que tienes, salud, vigor, fuerza, belleza, sólo agradece un poco más a la vida, y a lo que hagas entrégale una gota de amor más cada día, y verás que llega tu salud y tu alegría, sin que te enteres siquiera cómo se obró el milagro de la sanación.
Nada es fácil, ni siquiera nacer, muchos bebés ni siquiera tuvieron esa oportunidad, tú la tienes, tus padres deseaban tu vida, te aman, quieren lo mejor para ti, pero debes esforzarte un poco más, y no pensar en tantas cosas que enredan la capacidad que tienes para entregar a otros todo ese potencial que estás dejando morir, en medio de pesares.
No busques en los amigos lo que anhelas, pues muchos son malos consejeros y te ponen en contra de tu propia familia, ellos se van por sus propias cosas, y tú te quedas ahí, viendo el chispero armado, programando una nueva depresión que a nada lleva, no todo lo que brilla es oro puro, también dentro de los brillos hay veneno que puede dañar tu alma.
¡Sé feliz! ¡Mami danza!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 27/14