sábado, 4 de mayo de 2013

A MIS PADRES (160)

Mis padres, mi hermano Ignacio en Zapatoca.


A MIS PADRES (160)

Recorriendo el camino, paso a paso,
naranjales en flor, mi madre, su regazo...

Su enorme estómago que cobijó tantas perlas,

que anochecida y cansada, atendió los favores,

y a pesar de todo, sonreía.



La recuerdo cultivando orquídeas.
El dorado toche cantor sobre su hombro,
el arrume de trajes regalados, 
que los hacía nuevos al revés,
cuando su gran mansedumbre doblaba, desdoblaba,
enredaba, desenredaba de a poco la vida.

Recuerdo sus piernas llenas de venas,
parecían caminos sembrados de cardos.
La peor presa era la de ella, y muchas veces nada,
pero su alimento era servir… servir…servir…

Sus sopas tenían un sabor diferente, ¡no como las mías!
/que sólo los perros degustan y son felices.
Es que mi madre todo lo hacía con fervor,
esa pasión que ahora nos falta,
ese amor que se olvidó, 
buscando dinero y tantas cosas.

Caminando por ahí, de la mano de mi padre,
son un par de novios endulzándose la vida.
Se besaban cual palomos bajo el iris;
se amaban como grullas sobre los pastizales,
y a cada rayo de luz, brindaban una oración
con las rodillas dobladas.

¡Cuántos recuerdos caminan por ahí!...
Mi grado, la sencillez de cada fiesta
/con lo que se podía; pero era mucho más,
era ese gran amor de manantial,
era ese ardiente deseo de vivir de mi viejo,
que lo mantenía con los ojos abiertos
y una carcajada continua, 
queriéndose doblar de risa
a pesar de su poco aliento.

¡Ah vida, divina vida, divino Dios que me regalaste
a éstos padres tan maravillosos!

 Precioso Señor,
que a pesar de ser una oveja pintada 
me ves con buenos ojos,
me regalas un espacio para dejar mis alegrías,
donde las letras se tiñen a veces con sangre,
la sal de los ojos nos bañan, 
y los labios apetecen como ayer
un dulce beso de despedida.

Pero se fueron y la aceptación llega…
Queda tallado ese recuerdo en muchos ojos,
en tantas personas que los amaron,
en pocas que los odiaron.

Marcharon y ahora están juntos…
Los veo pasear por otra Cacica,
por otra montaña de verdores intensos.
Otros guaduales ocultan sus amores bendecidos,
y otras palomas se arrullan en sus nidos.

Al ver al cielo, esponjadas nubes...
Copos de algodón transforman los sueños en realidades.

Van en caballos enormes, tan nobles y sinceros,
que no deseo voltear atrás,
sólo ver al Norte, 
hacia donde vuelan mis amadas águilas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 4/13

PENSANDO EN TI (161)



PENSANDO EN TI (161)



Cientos de estrellas veo pasar conmigo el anochecer,

hasta que el sol, antojado de amaneceres, 
aparece en el horizonte.


El mismo rincón de luna tapizada de estrellas,
en ese infinito azul que se parece a mí…

El lago tiene un traje negro teñido de luces plateadas,
danzantes como la vida misma, 
a veces triste y apagada.

Una difusa luz me habla de ti.
Se enciende una pequeña lámpara en mi corazón
y con la brisa, parece danzar al son de la flauta,
si los cañaduzales tropiezan, 
quedando un sonido al azar.

Miles de niñas despiertan al canto de la rana.
El grillo necio se enamora de una luciérnaga de colores,
y la vida, de nuevo la vida en diferentes formas
y yo aquí… pensando en ti.

Soy una niña, me quedé en el ayer…
Correteo, brinco, soy una gacela buscando tus brazos.
Me deleito en tus labios y me adormezco
como si volara, con un vértigo extraño,
con esa sensación de campanas vivas
que suben y bajan y nos humedecen.

Observo todas las maravillas: las flores, los jardines...
Blancos entre rojos suspiros,
 negros entre verdes y violetas.
 Me siento ahí, 
sobre una barca de colores, 
¡pero no estás!...

Recuerdo de tu piel ardiente, la mía…
Agonía de pensar que estás en otros brazos,
que mis manos acarician un teclado, 
en vez de estar contigo.
Que mis letras parecen lápidas
donde la muerte señala,
y un nido de negro ropaje me espera…

Amor… amor… ¿en dónde estás?
Tantos años que parecen eternidades.
La montaña de tu pecho en mí se quedó,
se talló tu juvenil encanto de carcajadas adornado,
tu negra cabellera que en mis manos se enredaba,
y esa boca tuya, tan rica en mieles y vinos caros.

Mi niño se parecía a ti,
pero no era tuyo, era de una noche de cadenas,
era del tiempo de ausencias y llanto.

Quedé preñada para siempre de tu indiferencia,
pero un fruto se parece a otro
de tanto pensarte.

Como una rosa roja, es mi vida…
Mi perfume es saberte a mi lado,
mi razón, aferrarme de una rama.

Espinas soporto
porque tal vez en otro jardín,
en otra enramada nos veamos,
y reconozcas en mí
el rostro del amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 4/13 

EL ALMA (162)

EL ALMA (162)

Buscando un poco de paz, 

encontré los blancos de la vida;

dejé que mi corazón se desnudara, 

y no hubo más dudas.

Cierro los labios y empiezo a danzar 
con los ojos cerrados.

Abro mis brazos y soy un águila…
Mi escoba, es una enorme rama en donde me poso,
diviso el infinito al abrir mis dorados ojos
y conmovida levanto vuelo.

No sé a donde voy, 
pero una tenue luz me guía.

No quiero arrancar cizaña 
pero se antojan mis labios,
y decido abrir el cofre de mi alma 
para que se desnude,
para que dance con la lluvia.

A lo lejos, un cántico de amor, me dice que vaya.

Soy una flecha disparada por el cielo,
me dejo llevar y descanso en su mirada. 

Raquel Rueda Bohórquez
4 5 13 

EL VIEJO (163)

El viejo. Obra en bronce del escultor Mexicano Ramírez Rafael.


EL VIEJO (163)

Cualquier día, 
el viejo sobre la roca

asentado en sus tristezas,

recordando añejos tiempos.


Cualquier mañana 
en una mecedora
al vaivén del final:
sonríe... llora...

En la barca del destino 
enmaraña sus manos,
se arrugan los pensamientos,
se encoge todo, 
se agacha todo...

Y el viejo, 
como en aquéllos tiempos
cuando desnudo  abrazaba
a la doncella de pechos duros,
de pomarrosas  sonrojadas;
se encoge un tanto 
y torna triste la mirada.

Pero hoy, 
tal vez un bronce 
tallado en sus tristezas, 
le dejó la vida.

¿Y del viejo?

¡No sé qué habrá sido!.

Raquel Rueda Bohórquez
Mayo 4/13


HAMBRE (164)



HAMBRE (164)

Tengo hambre, me siento desnuda.

Soy la huella de un ayer ante la belleza.
Suenan cánticos en mi estómago,
son ranas que desean saltar sin herir
y nadar en sus oscuras aguas.

Tengo hambre de ese amor negado,
siempre pareciera llorar, pero estoy cantando;
me acerco a la orilla que mi Jefe indica
para saciarme de su amor y remar,
siempre remar hacia la roca de su alma.

Tengo ganas de comer, pero no puedo...
Me asombra la palidez de a ratos,
me duelen las falsedades de todos los tiempos
pero quiero volar siempre cantando
con el estómago lleno.

¡Ah, me duele todo un poco!
Al ver al espejo, parezco una sombra;
me difuso en ella, me enredo en ella.
Mi verdor ya no es de esmeraldas en vuelo
y un náufrago extiende sus manos
brotando del silencio un consuelo.

¡Tengo que hablar!...
Me expongo a las carcajadas de otros
por ser así, desnuda... mal hablada, grosera,
pero es la forma de pedir un poco de alimento,
para que mi alma pueda volar un día cualquiera.

Así, sobre la misma nívea pared 
una gaviota anuncia un viaje sin retorno.

El amor... ¡siempre el amor doliendo tanto!
Temblorosas perlas de sal agobian la mirada,
mi alimento son letras pequeñas
que sin pena ni rubor estampo
y al escribirlas me siento llena.

Raquel Rueda Bohórquez
4 5 13 

ERES PRINCESA (165)




ERES PRINCESA (165)


Así te descubro cada mañana,
adornada de rosas rojas,
un traje que combina con la noche
y con las estrellas tus divinos ojos.


Eres una princesa engalanada.
El cielo se llenó de tu dulzura;
me roba la parca, 
tus manos tan amadas;
quedo en las noches 
buscándote en la luna.


Bella novia del cielo:
Danzas ligera con el viento,
sonríes con la primavera de tus sueños
y alabas a Dios desde su estancia.


Mi corazón parece nido de calandrias
que desde el amanecer chillan por tu cariño.

Madre mía, mi niña descalza,
quién pudiera desde aquí tocar tus manos,
quién, soñar en tu regazo de nuevo.


Pero una sombra tal vez hoy, me advierta,
que la luz  es solo fantasía.

Aquéllas risas y carcajadas 
nos encontró desnudas
viendo tu rostro pálido y frío. 


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 4/13 















VIÉNDOTE (166)



VIÉNDOTE (166)

Te veo retozar en otro llano,
reír a carcajadas de mí;

pero advierto en el estero

que mañana lo harán por ti.

Una sombra es el ayer,
el hoy, una nube pasajera;
el mañana, ¿vendrá?
Noches calladas, luna clara,
pero aún así no lo puedo callar.

Te quiero amanecido hablando,
contando de quimeras y sueños.
Te quiero riendo de todo y por nada
hasta que el relinchido nos advierta
que sobre las montañas tal vez,
podremos amarnos.

Diviso tu mirada en la mía...
De posibles sueños vive el hombre,
de imágenes prestadas cada día,
de fantasías arrolladoras y vanas.

Pero aún así, te sueño
sin importar que develes mi alma.
No me importa que me desnuden,
si finalmente eso es lo que deseo
pero en tus ganas.

El tropel de tus pasos advierto
pero es la bondad de Dios quien les guía,
que seas feliz, es mi sinfonía;
aunque de nuevo por ti
esté llorando versos.

Raquel Rueda Bohórquez
4 5 13