MÚSICA DEL BOSQUE (3)
Abro la puerta del alma, para que entre toda la energía
positiva del universo y salga lo maligno que haya en mí, ¡se puede!, huye
el miedo, la ira y la rabia; me veo al espejo, estoy joven dentro de los miles
de años que tengo; la piel parece la seda de una rosa y busco en las plumas del
águila la certeza de tu amor.
Nadie me podrá tocar de nuevo, volví a nacer; los pechos de mi madre parecen montañas por donde la cascada baja y me baño bajo el ala de su rocío.
Nadie me podrá tocar de nuevo, volví a nacer; los pechos de mi madre parecen montañas por donde la cascada baja y me baño bajo el ala de su rocío.
Sonrío, nada hay mejor que reír después de bañarnos bajo el
sol ardiente, nada puede ser más intenso
que un aguacero después del verano, y los árboles se llenaron de lágrimas, las
flores se bañaron con joyas del cielo, ¿quién me puede negar esta dicha?
Mi viaje por el universo es más corto que el nacer de la
mariposa, pero aun así, persisten mis alas, se quiebran y vuelven a crecer porque
soy la oruga más fuerte; mi cárcel me ha condenado a quererte más que a mí;
duermo, percibo el silencio y en el mismo nos hablamos.
¿Quién eres?, ¿qué soy?, ¿cuándo volverán los amaneceres a
llenar de aves los árboles?, pero no me hago más preguntas, porque todo tiene
respuesta en la voz silvestre de los mismos pájaros, que enjaulados lloran cual
si cantaran en la caída de las hojas en el otoño y en el reverdecer después
del invierno.
Me pienso con rayitas de colores entre rojos, negros y
amarillos, ¡ésta vez seré una monarca!, ¡qué divino el mundo en donde estoy!,
¿las mariposas lloran?, ¿qué te hace llorar mariposa?, mañana abrirás tu cárcel
y sólo verás flores, tantas flores y aromas, que el viento será poco para mover
tus alas en medio de ellas.
Raquel Rueda Bohórquez
24 06 17