domingo, 3 de febrero de 2019

COMPASES

COMPASES

A un compás de tu corazón 
la vida es un cañaduzal 
en donde todas las aves son felices 
junto al invisible silbido del viento entre las hojas. 

¡Oh amor, cuán dulce fuiste! 
Cuántos párpados se volvieron lago 
al recordar que el ruiseñor 
siempre tuvo una sonrisa que encajara 
en los cuadros de su pecho 
una mujer hecha canción.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 03 02 19

MIS PAVOS REALES


MIS PAVOS REALES

Alguien me regaló dos pavos reales,
un cariño especial nos unió;
veía una imagen extraña en sus ojos
y por ellos sentí devoción. 

Se fueron otro día a cantar al valle
pero siempre estaban en mi corazón.
¿Cuánto tiempo faltará para ver sus plumas?
Ya pintaban de verde esperanza
y fuerte latía este diapasón.

Otro día, entre la perversidad del hombre
y la tranquilidad del bien servido,
mis hermosos pavos encontraron otro dueño
unas manos feas se robaron mis tesoros
y un vacío inmenso quedó en su lugar.

¿En dónde estarán mis divinos?
Eran joyas cual esmeraldas,
brillantes estrellas iluminando mi cielo
si una tarde el sol espejeara
con pasión entre sus alas.

Todo es irreal, todo se va;
la ilusión, el sueño, hasta la realidad.

Más una llama queda encendida en mi palacio
donde sus pupilas dulces
recorrerán prados extraños
y otros ojos les admirarán.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, 03 02 19


CADA INSTANTE

CADA INSTANTE

Estoy en el rincón de los guijarros
pensando que el mundo está loco,
que la demencia rompe el corazón del alba
y atraviesa picos y espadas en los árboles.

Cada instante vivo intranquila,
una herida se abre en medio de la nada
para volverse negra la excreta humana
y espeso ocre el río y el lago. 

Vivo del amor a la melancolía
y del verso enrarecido a la oración.
Vivo de la pasión fingida 
y de una vieja canción
naciendo entre una flor y una hoja. 

Doblo el cuello cual toro sin opción
que va al matadero 
pero nadie ve en sus ojos
un manantial rojo 
que se destiñe al atardecer.

Cada instante te amo más y más
pero a veces pienso que todo duele
y en las redes de la desesperanza
hay demasiados muertos para llorar. 

Hay un veneno en el aire que mata en silencio
un ruido cercano al corazón de una madre
que pasa triste, teñido de lágrimas de los inocentes
en tanto enciendo un cirio y pienso en ti
en cada segundo y en cada instante,
entregando lo que soy a tu voluntad. 

Raquel Rueda Bohórquez 
03 02 19