sábado, 25 de julio de 2015

TROCITOS DE MI CORAZÓN [23]


TROCITOS DE MI CORAZÓN [23]

Tal vez la noche desnude la carne, 
y podamos ver las estrellas 
que nos debía el cielo.

Y se juntaron el par de tórtolos, 
se tocaron hasta que se cansó el cuerpo, 
pero aun así, 
hasta el ardor es bendición...

Decimos alboroto, 
pero el amor todo lo bendice.

Sabemos cuando debemos decir adiós,
 es un "algo" que nos avisa 
que es mejor alzar vuelo, 
a tener la certeza 
de que nunca nos encontraremos.

Un nuevo día, ¿qué importa el pasado?, 
pero ahí está perfumando o espinando.

Muchos se fueron ayer 
para el sitio donde frena el sufrir, 
¡para iniciar la vida!, /decía mi abuela al encender el fuego, 
y se ampolló sus dedos, /era casi ciega,
 y así tenía que madrugar a preparar sus calditos virgen, 
nos decía:  agua, sal, cilantro, /si había, 
y un huevito de kica,  su Caricatica, 
tenía un copete hermoso, entre amarillo y gris, 
pero eso es un pasado que recuerdo 
con mucho cariño,
 mi abuela Eduarda veía con los ojos del alma, 
y falta un día para ganarme una lotería.

Canta el mirlo ahora que en mi madre pensaba, 
y una perla recorre mis párpados, 
hasta desaparecer en la vieja falda.

Escucho melodías del viento 
al tocar las ramas del árbol, 
y las hojas que caen, 
danzan y danzan, 
en el aire un son provocando.

Repite otro pájaro desde una palmera, 
por alguna razón se han juntado, 
y es ahora una orquesta, 
con tintes de atardeceres 
y aromas a noches brillantes.

El canto del mar me ha despertado 
y regreso a la misma roca donde ayer te vi,
 tu ánimo secó mis alas y seguí soñando, 
volando, volando siempre con un amor a mi lado,
 tan blanco como la nieve que cubre mi montaña,
¡y nada nos cansó!, seguimos volando,
mucha poesía nace, y tú amor, 
sigues siendo el motivo 
que me empuja a pensar en Él, 
al rayar el sol en este nuevo día.

Recuerdo tu poema en un día muy gris, 
nubes oscuras se escondieron 
y vi tus ojos en el cielo estrellado 
que despejaron mi soledad, 
para estar a tu lado, 
en un blanco muro para llenar de sueños, 
sólo para los dos.

Eres tú el remolino 
que mueve mi boca 
hacia una sonrisa, 
¡que descanses, 
mañana será un día mejor 
porque estaremos aquí, 
soñando con otros poemas, 
que nos juntarán aunque sea de mentiras.

 ¿Se puede amar así?
Pregunto al viento y me voy a dormir, 
quedó preciosa la melodía, 
pero sabes sonreír, lo sé,
 ahora sonríes para mí, 
no estés triste corazón, 
Dios te bendice.

Si acaso soy yo, 
si en algún punto de tu corazón existo, 
entonces mi amor, 
te diré que ocupas todo ese mundo, 
eres mi musa, y la tristeza de saber que eres ajeno,
 pero que cuando deseo, estás conmigo.

Un hasta mañana es hasta despertar, 
¿cuánto tiempo hace?, es fácil, 
buscaría el día en que inicié a responder tus poemas 
como si los escribieras para mí, 
y vuelvo a mi loca fantasía, 
pero no me gustaría con otro que no fueras tú,
 así tenemos el compromiso de amarnos
 nada más, sin dañar a nadie.

Te soñaré, es seguro,
 anoche hubo agua cristalina y hermosa, 
y eso es algo grande que viene, 
salud, amor y paz.

Un abrazo inmenso amor, 
con fragancia a lavandas, 
fresco, perfumada para ti, 
para entregarme entre la brisa 
en tan estrellado anochecer.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 25/15

GOLONDRINA [24]


GOLONDRINA [24]

Mi padre amaba ésta melodía;  cerca de la cocina se oxidaba junto a un sillón rojo, "su trono real", y al fin, extendió sus alas con tal silencio, que ni un búho pudo copiar.

Es verdad, no dejó estela blanca en su avión propulsión a chorro, de sus tantas bromas, pero quedó en mis venas su sangre y su pasión por vivir.

Cada día lo recuerdo, parecía un buey manso y todas sus flores, como nos llamaba, estuvimos ahí, adornando su jardín que regaba y regaba, con su inmenso amor de padre.

Cada vez que veo a su espejo tan ausente como él, recuerdo que se miraba como nunca antes, ¿ese soy yo?, ¿en ésto me convertí?...

Se veía, y mi  congoja aumentaba; un comején se hizo cargo de mi gran amor, pero se creció como las montañas del Chicamocha tomada de su mano, río pacífico cruzó mis dedos y se formó un mar en mis ojos.

Padre mío, jamás un hombre como tú, brazos morenos color a tierra, ojos negros coquetos, que para enamorar nacieron, y manos que araron tristezas y penas, pero también sembraron alegrías y esperanzas en nuestros corazones.

Partió, ¿dije alguna vez esa palabra que tanto usan los poetas?, como una lontananza que se siembra, para que florezcan lirios y violetas, en éste jardín ausente de amor;  pero al recordar el suyo, es como si un ramo inmenso se descolgara del cielo y bendijera mi vida, ¿para qué más?...

Entonces de su ahínco y valentía para vivir, tomo: ¡tranquila mija!, no todos los días serán grises, ahora saldrás a tu ventana sin rejas, y al cerrar los ojos ya eres libre, pero si los abres de nuevo, sabrás que estoy en ésta inmensidad que te piensa, y se congela entre las nieves del tiempo, esperando por mi rosal.

En su vuelo como pájaro libre, ni una estela blanca me dejó en el cielo...

Pero ahora llueve a cántaros vivos, un incendio de amores, que transita por entre las sonrojadas nubes.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 25/15