miércoles, 21 de octubre de 2015

A UNA CASCADA [27]

A UNA CASCADA [27]

Crucé caminos
y en caída libre,
le grité a mi madre
suspiros blancos.

Una gaviota fue besada
por mis lágrimas,
un gorrión anidó
cerca de un barranco.

Le canté al amor
en tu despedida
pero seguí corriendo apresurada,
era de novia mi cola, 
mi voz una carcajada.

Palpitó mi voz como tambor.
Siendo reina y soberana
en la falda de una montaña,
fui oasis en donde descansabas.

Y de nuevo le canté al amor.
Al paso de un gran camino
hice junta de hermanas
para correr hacia el mismo destino.

Luego de todo,
ahí me esperaba.

Era un gran amor de azul vestido.
Fuimos amantes y todas lo amamos,
parimos ballenatos
y payasitos marinos.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, octubre 21/15





LUCIÉRNAGAS [28]

LUCIÉRNAGAS  [28]

Esa noche no estaba soñando, estaba en ti, cuando entraste por esa puerta. Quisiste tocar, más para ti desde antes, tenía mis puertas abiertas, y tu humo absorbió el mío, para ser una humareda que provocaba incendios interiores de paz y carcajadas.

Te sentí, ¿eras a mí a quien sentías?, ¡es raro este conjuro de amor!, me vi bailando sábanas de humo en un bosque, el tipo de barbas largas me vio a los ojos y leí, como si estuviera escrito en mi vida, que serías parte de mi camino, no importaba cuántos kilómetros, podían ser todos, pero estabas porque Él dispuso esto en medio de tantas hojas secas que habíamos caminado, sin tropezar siquiera, sin tocarnos, ni decirnos al oído que el amor había hilado nuestras fibras.

Estando ahí, muy drogada con esa hierba, vi que todo me hablaba, los árboles tenían alma, ¡y tan idiota pensando que éramos nosotros nada más!, las aves tenían su propio lenguaje, también sentían celos y peleaban por las mismas cosas que nosotros, muchas veces hasta se herían a muerte, sentían enojo, tampoco permitían que otras aves inundaran sus espacios, pero cuando llegaban esos poderosos pájaros negros, devoraban a muchas, y se quedaban con la estación y la primavera, que no era exclusiva para ellos, pero en grupo, se volvían poder, parecían hormigas arrieras despojando de hojas verdes las praderas, pero aquí también había intención de sobrevivir, de nuevo brotarían pastos, y la vida era un continuar de rosas y poemas, donde el Rey perfumaba nuestro interior, y nosotros mansos, nos dejábamos.

Había plantas que parecían enemigas, se abrazaban al árbol con una intención que ellas no habían colocado dentro de sí, se alimentaban poco a poco de su propia sangre, pero al morir el árbol, ellas también lo hacían.

Había caciques y juntas de ballenatos que tocaban acordeones en el mar, un jolgorio de caras pintadas bailaban sus carnavales dentro de él, o el maravilloso río que besaba mis ojos.

Arrastrando nuestra inmundicia con valentía de anaconda, ondulaba lagunas, ríos y cascadas, en medio de un envoltorio dorado, para volverse amante, rugiendo versos en medio de tiburones, que apresaban dulces vidas que llegaban del otro lado de su bahía.

¿Te das cuenta mi amor?, ¡somos bendecidos!, estamos en ésta bruma que desaparecerá instantes y motivos, pero quedaremos brillando los dos en un jardín de pequeñas luciérnagas.

Me advertirás si se apaga la luz del día,  y si en lo bruno  te pierdes, seremos hallados por nuestras propias luces.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 21/15






LA CUCA MANDA [29]

LA CUCA  MANDA [29]

Cuca era una mujer de pequeña estatura que vivía en medio de una gran ciudad, y por esas cosas de la vida, mientras paseaba por un parque, conoció a un caballero de muy delgada estampa, pero de un agradable color terracota tirando a negro.

¡Eaaaa!, dijo tan hermosa dama, pero Prepucio arrogante mojaba un árbol y sacudía una rama. ¡brrr brrr brrr!, era el sonido del agua al caer, y el árbol enojado sin poder correr, esgrimía sus poderes interiores para que ese malhechor se alejara pronto, y dejara de joder.

Preñada quedó de sus encantos y Prepucio también de Cuca, y para sus adentros un río violento y caudaloso a los dos encendió, tanto, que quien tocara a Prepucio, Cuca se encargaba de matar con sus fusiles y espadas, disparando letras de aquí para allá.

Prepucio perdió su voluntad, ¡qué gran poder tiene Cuca!, /pensó una dama que quiso congraciarse, pero resultó que su disparo de escopeta fue devuelto en paquete certero de metralla y de cañón.

¡Vayámonos ya!, dijo Cuca, y Prepucio un tanto herido en su amor, quiso oponer resistencia, pero resistencia eran sus ganas desmedidas de tocar otra flor.

¡Qué vida!, ¡cuánto perdemos a veces por tonterías!, dejamos de reír y de cantar, imaginamos que la amistad es flor de un siglo, y por Cuca todo se vuelve perversidad.

Así que Don Prepucio, si de Cuca se deja dominar, ¡estamos jodidos!, ¡ni en un poema ni otro verso, te vuelvo a conjugar!

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, octubre 21/15





GIAN (Video)



Jajajaja! de vieja ridícula, conste que estaba filmando era a mi gata, el resto es verse en el espejo, pero como no sé recortar el video ahí queda para que me recuerden al menos y sonrían.

¿QUÉ TANTO? [30]



¿QUÉ TANTO? [30]

Quisiera saber, ¡qué tanto se dirán!.
Escucho cómo un río enamora a sus rocas,
se adivinan besos y caricias en los gajos,
tengo celos de la hoja junto a su  flor
y del perfume del amor.

¿Qué tanto se dirán los colibríes?
Veloces van y vienen,
con un aleteo y un beso las entretienen
para luego despertar a una rosa
 y manosear a un clavel.

Un pentagrama tras otro,
notas negras y blancas se conjugan,
unas lentas,  otras como niñas juguetonas
que hacen crecer la llanura.

Se repiten los versos,
cambian las estaciones,
y con éstas emociones
parecen rimar mis letras.

Es media mi sonrisa
porque completa es para ti.
¿Qué tienen mis ojos negros?
¿Qué hace tu boca que no sonríe?

Amanece el día, ¡otro más!
Se ha orquestado el bosque
para hacerse cómplice de la montaña
y fiel amigo de los dos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 21/15