martes, 24 de febrero de 2015

EL RELOJ [90]

EL RELOJ [90]

Cuando el reloj viejo deja de funcionar, es porque tiene el paso de los años en su interior, y puede ser que ni el relojero sea capaz de revivirlo, hay que limpiar y aceitar, quitar la corrosión, mirar el engranaje que empieza a fallar, se desgasta como nuestra piel y huesos…

Cuando el reloj viejo deja de sonar, es porque su voz se cansa, más hay algo en su interior que descansa, para tomar la fuerza de un segundo más, y cantar en su propio funeral.

Cuando el reloj descansa sus brazos, y ni la brisa mueve ese péndulo de días y de años, es porque su tiempo se acorta, y toca poner mucho cuidado al sonido de su corazón, ese lento caminar, ese compás, que se vuelve como un dispar aliento, que musita versos del silencio donde habita la paz.

Cuando el reloj se olvida, y nada importa, ni el sonido de su corazón… él trae un cajón mortuorio que recibirá sus despojos, y en algún lugar escucharemos otras campanas prestadas en el ambiente, en medio de solares grandes y casas  sin tejado.

Pon mucho cuidado a los relojes viejos… hablarán por ellos…  por los que tocaron algún día el minutero y palpitaron de alegría al escuchar los sonares de su alma.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 24/15
© 10-491-97


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