viernes, 9 de septiembre de 2011

ALZO LA MIRADA (46)

ALZO LA MIRADA [24] 

Sueño con volar hacia tu espacio
tu corazón de oro me invita,
mientras se maquinan dolores
en el rincón  de los silencios.

Aquí estoy elevándome...
Divago entre las calladas rocas,
mi pensamiento observa tú aquilón
y te llama mi corazón.

Tu aura es fuego que no se apaga…
Tu invitación no es una daga  clavada
es la placidez de un alma solitaria
que piensa en el único amante que vale:

Tú, diamante puro tallado en lágrimas,
mi gran amor perdido en el desierto;
dolido corazón que se desangra
sobre el indolente estero...

Déjame extender mis plumas,
quiero buscar el norte de tus manos,
la salubridad de tus ojos siempre azules,
el calor tibio que no abrasa.

Canto agudo que me invita
al escuchar gemir el alma…
Moribundo horizonte de las olas
que se pierden tibias
sobre los arenales.

Manso cordero de ojos cálidos
donde el reposo es el fin soñado.
Danzarinas alas de mariposa
que mueren,
al encontrar un paraíso desalmado.

Me levantas de nuevo tras otra caída,
los azahares su perfume entregan,
la mirada fija en su meta,
que eres tú, la  roca fuerte
en donde al fin reposarán mis alas.


Raquel Rueda Bohórquez 
Septiembre 9/11 

MAR INSPIRADOR (47)


MAR INSPIRADOR (47)

El mar azul siempre nos hará soñar,
la arena blanca y clara tallando nuestros pies,
la brisa fuerte que nos besa con ardor.

Un lucero que aparece en el infinito
 llena de calores y aroma a flores
y transforma las gamas del oro al fuego.

Soñaremos con los acantilados y sus filos,
el cantar de las gaviotas que gimen enamoradas,
y  roban las savia que abunda bajo las olas.

El mar por siempre nos invita, nos llama,
suspira con el canto de los dioses, que en silencio,
señalan al alcatraz su destino.

El Pescador encantado vive
con su canoa llena de sabores por entregar
y sus alas ligeras de madera, 
buscando una playa para descansar.

Guían las ondas y sus brisas
los pasos del caminante
que sobre sus descalzos pies, sueña
con el agitado gemir de los amantes.

Mar que te entregas cual óleo desnudo:
Serás el encantador que inspira y enamora,
mientras duermen en paz sobre blancas hojas,
las castañuelas brillantes de las caracolas.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre 11/11


SOBRE LOS NEVADOS (48)



SOBRE LOS NEVADOS (48)

Te contaría una historia amado potro
esfumado en noches con cuentos repetidos
donde mis ansias de amor te entretenían
y dulces caricias de mis manos que el viento dejaba 
con nostalgias sobre azules cielos,
y besos entre la brisa y el mar, que me estremecían
para hacerte el cómplice que conmigo reías.

Amado corazón lejano...
Has viajado en el instante de las almas solas,
retozas  en la llanura donde viven tus amores
dejando mi alma dolida, 
en un desierto donde vuelo entre quimeras
sin encontrar tus crines amorosas,
que sólo de vez en vez
brindaban un consuelo.

Llego vestida de blanco a recorrer caminos;
no hay retorno hacia los cuentos viejos,
ni a tus palabras de sonriente caballero
que ofrecía libar una copa de vino...

El desaire de  fuertes palabras  quebró la copa,
me dejó de nuevo la nostalgia que convive conmigo,
y que hizo nido en mi corazón de fuego.

Ya no tengo un amante, uno de aire diamantino, 
aquél que con sus manos acariciaba mis ancas 
y desde los brillos  de mi alma en pena
me hacía soñar con un lucero cada día,
y amanecía dentro de la humedad de mis velos...

Hoy  no te marchas, ¡te quedas aquí conmigo!
Son mil historias que tengo guardadas.
Tus besos se desvanecieron en el cielo
pero llegarán en el instante
cuando un dragón consume mis venas 
hasta acabar con la esperanza.

Mi potro salvaje, amante castigador:
Cortaste mis alas cuando levantaba vuelo,
una daga de Cupido se enredó en mi corazón
y vaga triste sobre las heladas nieves
que se confunden con un triste color,
tras mi cansado  galope que hace gemir los cerros
por el temblor de mi cuerpo que llora sin tu amor.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre 12/11






HAZME LA GUERRA (49)


HAZME LA GUERRA (49)

Prepara tu armamento para mi,
que  seas mi tanque de guerra...

Pon a buen resguardo tus granadas
toda tu caballería,
estoy sobre el prado verde
donde las cascadas rebosan 
y una fuente fresca espera.

¡Carga los fusiles de tus piernas,
las flechas de tus manos!...
Envenena tu lengua y entrégala
para que encienda mis venas,
mientras tú, convertido en  dinamita
haces que muerda tus labios...

Bombardéame en caricias todas nuevas,
que las bombas sean tus nalgas
y estés posado sobre mi artillería pesada
donde mi néctar te aguarda
para cargar nuevas granadas... 

¡Quiero ser la montaña
donde se practiquen tus tácticas 
que te arrastres por la enredadera de mis ojos,
que mis brazos sean hiedra
y mis piernas las púas ansiosas
donde reposen tus ansias!.

¡Descarga todo tu fuego! ...
Que lo escuche agitada sobre mis oídos,
que el sudor no sea de sangre
sino de pieles que se derriten 
consumidas por el relámpago del amor.

¡Hazme la guerra!...
Pero que ganemos los dos,
tal vez te deje llegar  siempre
o me dejes trepar por tu montaña,
en tanto nuestros gemidos se escuchen,
y todos entiendan
que sólo deben existir luchas
entre dos,

perdidos entre las ondas de nuestras pieles
y los escombros recuperados 
que hoy nos enfrentan, 
sobre un lecho de hierba y arena
y el  rugido de las olas del mar.

¡En sus marcas, ar!

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre 8/11