PERDONES
(13)
Perdóname
Señor, por no ser feliz y proclamarlo.
Es que ahora, pareciera reventar en mil
ésta loca cabeza, el alivio no llega prontamente, más puedo decir que viví lo
suficiente para saber que nada hay más grande que tu amor, que a veces me pregunto en dónde estás y de
nuevo siento temor.
Refresca una
brisa ahora, recordé que siempre me quejo, de aquí, de allá, de todo. Que no
puedo mentir al mundo una falsa alegría, pues asomo a la puerta y veo gente con
el rostro cansado y las manos viejas, arrastrando penas con cartones sucios,
que serán una nochebuena de lánguido rostro, en ese rincón que todos conocemos,
viendo cómo la chimenea pequeña entre sus dedos se extiende mansamente hasta
las nubes.
No hay
aguinaldos para nadie, ¡trabaje!, y a veces al gritarlo es nuestra propia
angustia reflejada en el espejo, ya ni siquiera nos dibuja mansos, somos agrios
y venenosos, seres frustrados, serpientes peligrosas, que tenemos que cuidarnos
de nosotros mismos.
Imploro una
sonrisa, ¡hey sonrisa!, ¡aparece pronto!, ¿no te has dado cuenta que es
navidad?, y ella asoma tímida por mis ojos, inicia a llover y nada tengo, todos
se han ido, estoy con mis espantos viejos, acaban de lanzar la puerta y me
repiten: ¡no estás sola!, y recuerdo que tengo mis brazos, me doy una caricia y
la extiendo al mundo, sé que muchos también tienen algún dolor, pero siempre
son más optimistas y mentirosos que yo.
¡Feliz navidad!, cuando pase el dolor y
aparezcas en mi ventana, sonreiré de nuevo, porque se ha mudado la sonrisa, se
fue ese mismo día, y nadie puede consolar a un alma en pena.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 25/15