viernes, 16 de abril de 2021

APRENDER

 APRENDER


He aprendido de las aves 

que hay tiempo para callar

y otro para cantar...


Vamos renovando el espíritu

en una carne que envejece

y un alma que tiene rubor,

igual que los lirios de la tarde.


La naturaleza me ha enseñado todo,

hasta que los árboles regalan flores

y pequeños frutos en días de hambre

y las palomas de la calle lo saben...


De un tiempo para acá

mi yo imprudente e impulsivo,

ha tenido tiempo para mejorar,

aunque mi sangre sea  de cabra

y mi tenacidad de gavilán. 


Evito responder ofensas

y recuerdo que parecía un toche

irritado ante cualquier provocación

que molestara su paz en el platanal.


Veo a los ojos de todos

y se parecen a los míos,

llevan un profundo lago

que apresa las angustias

que la peste trae.


Aparece el hombre renovado

pero con un miedo visible

a la presencia del otro,

su cambio es una risa de hiena

igual a la del envenenador 

que espera que la víctima caiga

y sonríe ante su dolor.  


¿Realmente cambiaremos?

¿Cuántas pestes han llegado

Y cuántas vendrán?


Recorro los viejos caminos

vuelve el demonio a los niños,

regresan quienes ordeñan amapolas

y con ellas apagan otras vidas. 


Ríos de sangre bajan por la montaña,

los perros muestran su lealtad

igual que los malvados a su amo.


Regresamos al mismo camino

en donde los espinos se crecen,

tanto como las arenas en verano;

¡pero nada que cambiamos!...


Raquel Rueda Bohòrquez

16 04 21