lunes, 28 de marzo de 2016

OJOS DE SHEILA (8)

Aquí estabas,
Pero te han eliminado:
¡Jamás de mi corazón!
Mi dulce perrita
De ojos de miel.

OJOS DE SHEILA (8)

Llega la noche con su listón de seda,
Y otros ruidos pasan por la carretera.

Recurro al rincón de mi cama;
Abrazo fuerte la almohada y desaparezco,
Para soñar que estás a mi lado.

Una pupila fue mi espejo,
Ahí me sentí amada, y ante todo;
Una presencia divina estuvo en mi camino,
¡Y ni cuenta me daba!

Nadie gruñe a su manera,
Ni se ven sus ojos por mi rivera.

Parece que hoy,
El zica me tiene con los dedos martirizados
Y no paro de recordar la miel,
Que ante mi caminar espera;
Y ante mi soledad me acompañaba.

¡Pero se fue pronto!
Hubo un esperar a ese instante,
Y oré, como se ora por cualquier humano:
Un padrenuestro, un abrazo,
Y volver el rostro hacia tu dulce lago.

 Abiertos quedaron
Hacia un bosque inmenso,
Libre y sereno...

Se fue la niña tierna que sólo amó
Y nada esperó de nadie.

Se fue y me dejó el poema de sus ojos
Con una imagen para ella amada,
Y para mí querida.

 ¡Nos juntamos muchas veces!
Nos abrazamos tantas,
Que no tuvimos que perdonarnos,
Ni castigarnos por ninguna clase de abandono;
Pues ella cuidó de mí como pudo,
Y también lo hice a mi manera.

Se fue casi sin abrir la flor del campo,
Igual que mi potrillo dorado.

Ya me estoy acostumbrando
A que la vida tiene dueño,
Y vendrá por sus hijos,
Sin importar si llueve o truena;
Si tenemos mucho afán
O estamos cansados.

Pero no deja de doler
La marcha de un ser amado;
Tenga dos o cuatro patas,
Tenga plumas, o sólo veamos sus perlas
Brillar con más intensidad,
En ese instante del irse para siempre;

En el momento del juntarse
Por alguna razón
Con las estrellas del cielo.

Raquel Rueda Bohórquez

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PALABRITAS 28316 (9)

PALABRITAS 28316 (9)

1
En cambio,
Yo cerré los ojos,
Y escuché a tu alma.

2
Somos la hoja que no ha caído.

3
Más hermoso no se puede;
El don de la vida,
El regalo más perfecto de todos.

4
A ti María,
Que pareces una hermana
Que el viento me presta,
Para mitigar un tanto
Ésta rara sensación
De querer siempre llorar.

5
A la espada
De tu lengua temo,
Ya que antes de herirme,
Me mató.

A ser ortiga
En la vida de otros,
A eso temo,
Mi Señor.

6
Tú eres el espacio,
La luz y la vida;
 Por tanto, sin ti,
No existo.

7
Cuando JESÚS mora
En nuestro corazón,
Las iglesias sobran...

8
Mientras vivamos
A espaldas de la cruz
 Y sigamos viviendo en la injusticia;
Siempre estará crucificado mi Rey.

9
Gracias Dios mío
Por la fortuna inmensa
De éste nuevo día.

Que no sea mi boca
Quien peque;

Que no sea mi cerillo
El que encienda la hoguera...

10
En cambio yo no fui a misa
Y me quedé toda la semana
 Viendo películas con mis hijos.

Creo que me condenaré al infierno.

11
Si no hay voluntad y verdadero arrepentimiento,
Éste círculo sólo encenderá velas en un portal,
Pero la luz, por más que nos ilumine,
No alumbrará nuestra alma.

12
Tú y yo,
Si el universo juega a nuestro favor,
Si no, que continúen los poemas llenando páginas
Con este amor que nos enciende
Y nos apaga a versos...

13
En tanto el sol brille,
Nada me importa
En dónde su luz se refleje,
Más que la intensidad de su amor
Y la gracia de su caricia...

14
Estamos de paso,
El mar necesita de tu amor,
No de tu basura...

15
Si amas a la madre tierra,
¿Por qué razón
No proteges a tus hermanos de camino?


Raquel Rueda Bohórquez

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AL DESPERTAR (10)

AL DESPERTAR (10)

Al despertar escuché a un ave nueva, ésta inquietud me hizo ver hacia mi árbol, pero cada día menos aves, y lo que hallé, no era más que otro pequeño angelito encerrado en jaula de cristal.
¡Lo sentí tan prisionero!

Con su canto diferente al canario, parecía llorar, viéndose con sus alas largas y no poder extenderlas.
Me hizo pensar que somos un gran peligro para la naturaleza, que las autoridades deben actuar para liberar a tantas aves prisioneras, porque si no lo hacemos, seremos responsables de que el mundo esté en silencio.

No imagino el paisaje sin la música de los pájaros, ni lo sueño tampoco sin un árbol frutal en cada casa, es una manera de ayudar a todos los niños hambrientos que dejamos sin techo ni comida a diario, pues nos adueñamos de la tierra y del bosque, aunque parezca protegido.
Ayer criaba aves en cautividad, ahora prefiero que estén libres.

Nos hacemos prisioneros con ellas, queriendo encerrar su belleza, ¡somos tan egoístas!, esto lo comprendí después de muchos años, no me da pena confesar mi amor por la naturaleza, ni mis grandes errores, pero sirvieron para que ahora luche por ellos y ponga su voz en cada escrito.
Sus miradas claman, sus plumas gritan, sus almas piden nuestra ayuda ahora, sin importar que hayamos sido sus verdugos.

¿A qué esperar a mañana para liberar a todos los cautivos?

Estoy esperando un zoológico en una finca que han anunciado, para llevar a mi lora, quien decidió regresar por su cuenta de nuevo a mi casa. Nunca la pedí, alguien me la trajo muy pequeña y desnuda, mi obligación fue protegerla, pero quiero ver muchos comederos en los jardines, con alimento, con frutas y esperanza para todos ellos, así nos sentiremos al fin felices, porque admiraremos su belleza desde la ventana y estaremos agradecidos con nosotros mismos, por actuar como verdaderos seres humanos, respetando nuestro entorno y la vida de otros seres que están sobreviviendo como nosotros, en un paisaje cada vez más árido.

Raquel Rueda Bohórquez
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A ESE AMOR (11)

A ESE AMOR (11)

El amor es una ventana abierta
Por donde entra el sol sin pereza.

Es un cayado con tus alas,
Hasta donde Él decida
Y el viento se antoje...

El amor es la musa
 A la que le escribimos,
Sin peleas contra el viento;
Dejándonos llevar dulcemente,
 Para caer en tu pupila,
 Cerca de tu ventana.

Siempre te espero;
Parezco garza sobre una roca;
Imagino ser la flora silvestre que te provoca,
El aroma más dulce para un colmenar.

A ti poeta,
Desde que el sol besa mi ventana
Y la luna coqueta te llama,
Para vernos en ella
Antes de ir a la cama.

Y te aguardo en las aguas
Que reflejan el paisaje,
Donde mora el viento
Y luego la música suena,
Y todo se vuelve felicidad...

Es un aguacero de besos,
Es una tonada de lágrimas
Que ahonda ríos y lagos,
Para que se crezcan los sueños.

¡Que no frenen tus aguas!
¡Que se crezca el lago y se agite el mar!

Que regreses con fuerza al cielo
Y retornes en éste crudo verano;
Que resucites entre las colinas de mi patria,
Que lluevas de ese amor que llevas y traes.

Eres cual bendita lluvia;
Así es el amor que deseamos,
Sereno, apacible sobre las flores;
Beso continuo, lágrima viva,
Río de amores.

Que te crezcas en mí,
Varón coqueto de ojos negros,
Hoy, ahora que te siento;
Ahora que tiembla la carne
En espera de tus rayos...

Ahora que escucho aves,
En la inmensa pradera
De la soledad.

Esto es el amor,
Un paisaje lleno de metáforas
Que mezclamos a nuestro antojo;
Una teja que se llena de orquídeas
 Y se abraza de hinojos,
 Convirtiéndola en madre.

¡Siempre vivirás en mi poesía!
¡Oh amor, das para tantos poemas!

Espero tener demasiado tiempo
Para jamás terminar de amarte,
Para volverte un ovillo de lana
Y tejerte en mi carne, bordarte de risas
Y enredar en tus cabellos en mis dedos.

Eres mi musa
Y contigo hago lo que deseo.
¿Qué otro amor es capaz con esto?,
Y lo mejor de todo,
Es que nadie me condenará,
Pues es un secreto dulce y ardiente.

Que descanses, eres mi tesoro,
Soñaré en tus brazos.
Como sea, esta noche estoy a tu lado,
Porque eres el verbo que conjuga mi vida
Y me acojo a esa trampa,
Que me ahogará
En el cristal que imagino
Cerca de tus sueños.

Quiero verte un día en mi jardín;
 Deseo que florezca
EL rosal sembrado por tus manos;
Pero siento miedo,
Porque imagino que no es para mí,
 Eres para quien amas
Y estoy de entrometida.

Veré desde mi ventana;
Sentiré tu aroma para soñar
Que eres parte de mi huerto;
Qué eres el lirio más despierto
En éste enredo de letras
Que en mi bosque enrojece
Y en mi boca se duerme.

Tú y yo, si el universo juega a nuestro favor,
Más si nada acontece,
Que continúen los poemas
Llenando páginas con este amor
Que nos enciende y nos apaga a versos…

A ese amor platónico
Que se inventó mi corazón,
Donde sólo cabe tu nombre,
Y en tu mirar, mi vida hace estación.

Raquel Rueda Bohórquez
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SOMOS (12)

SOMOS (12)

Somos la hoja que no ha caído...
Ese mínimo espacio 
Entre el irse y el quedarse,
Entre la hora y el segundo
Entre la lluvia y el sol.

Somos una inquietud de mañana
Una espera en el ocaso,
Una tarde de lluvia 
Y un despejar del cielo…

Somos esa nube que se forma
En medio de una tarde de sol
Que al transcurrir del día 
La vemos juntarse con otras 
Para perderse aprisa
Según el toque de brisa.

Nada somos;
Bruma pasajera en medio del océano;
Polvareda revuelta en un paisaje;
Brillo de estrella perdida
Figurando de luciérnaga,
Y en medio de la noche
Iluminando a pesar de todo.

Luego no pregunto,
De a sorbos disfruto este tanto,
Saboreo sin más, este vino,
Sin esperar el toque de campana
Que anunciará que me he ido.

Somos ese aparecer de flores en el campo
Y ese despertar de un mirlo cantando…

Esencia nada más, de un "algo"
Que todavía no comprendemos.

Raquel Rueda Bohórquez
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AL ÁRBOL DE LA ESQUINA (13)

AL ÁRBOL DE LA ESQUINA (13)

No fue la flor en sí, ni el árbol; fue ese segundo que se me otorgó, para saber que en medio de su tronco, se escogieron mis ojos para ver su corazón.

A las flores amarillas del árbol de la otra esquina... ese día, un día en que venía por ahí pensando en nada, pero viendo todo.

Ese instante, en que una mariposa amarilla se volvió blanca, y luego espejo en medio de las aguas más puras.

A ese parpadeo que me hizo levantar la mirada, le debo ese ramillete.

¡Gracias, por estar en mi camino!

Luego continué; era otra persona, ¿sería un mensaje divino?, ¡ahí estaba!, disparé y se quedó copiado su frágil corazón en ese carrito de metal, y ahora divulgo con pasión al mundo, que ahí en medio de todo, hallé un perfume sin buscarlo, una imagen que juntaba muchas flores, para creer en medio de todo, que éramos mujeres enseñando la tarea del amor; que somos racimos de flores amarillas, oro bendito en cualquier esquina, que nos debe respeto el mundo, porque mañana seremos semilla y luego árbol otra vez.

Ese es el milagro de la vida, somos Él en nuestro inicio, y a Él retornaremos en medio de la lluvia, para brotar inmensas ramas en un mundo cada vez más ajeno a la naturaleza, más un continuar sin armas, es el mayor milagro.

Seremos flor en el camino, perfume y aroma, y la paz no estará tan lejos del hombre, si podemos bajar el rostro para sembrar y elevarlo para ver la obra terminada.

Raquel Rueda Bohórquez

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