RECUERDOS
20 07 59 [98]
De
ese día,
recuerdo
un frío extraño
arropado
en sábanas de lana.
Mi
casa era mínima,
más
pequeña que un punto en el universo.
Mis
padres enloquecidos
se
decían cosas al oído, se besaban.
Y
entre caricias y gotas de rocío,
inicié
veloz carrera hacia ese nido
que
parecía más bien,
un
lago tibio y sosegado.
Cumple
mi Princesa a la vez conmigo,
yo,
la promesa de amarla por siempre
aferrada
de su hilo de carne suya y mía.
Desprendida
de un lazo
que
me unió a su tibia montaña
bajé
aprisa, quería saberlo todo,
conocer
los colores que la vida me mostraba.
Todos
se sorprendían
pues
sin saber hablar los conocía…
El
rojo, el púrpura, el verde, el azul,
el
pulsó /que para mí era un rojo encendido
cual violetas en los labios,
si
enmudecen para siempre
y
los verdes, tan entrañables
eran
los ojos de mi madre.
Con
ella aprendí que nacía cada día,
un
20 de julio sería inolvidable.
Me
negaba a darlo a conocer,
pero
una amiga me ha dicho:
Tienes
derecho a vivir
el
tiempo que Dios te regale,
es
un premio cada segundo.
¿Qué
importa un número?
Todos
somos menos que un punto.
Toda poesía que nace,
cada
niño que corretea por entre las aguas,
y
se baña bajo una cascada,
ha
de ser contado como una hoja
que
del árbol de la vida brota
y
luego, mansamente cae.
En
un rato será mi día,
pero
dije que sería hoy,
el
más importante de todos.
Mi
tiempo regalado,
un
tiempo extra, pasé de los 50,
y
quien logra dar ese salto
donado
por la providencia,
es
porque su misión no ha terminado.
Se
fue mi niño feliz
cuando
menos esperábamos.
Se
desprendió mi madre de éste paraíso
para
buscar en lo alto la paz,
junto
al sol añorado por sus ojos.
Ahora
estoy aquí…
¡No
sé a dónde ir!
Doblo
el cuello ante tu amor
para
agradecerte amado Jefe, por mis viejos,
por
todos los detalles convertidos en hermanos
que
me regalas cada segundo,
para
que mi vida sea algo más
que
una sombra pasajera
menos
que un punto en el universo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla
julio 20/13