CAMINANDO
[103]
Los
veo caminar, pausadamente,
gacha
la mirada, ante el sol naciente.
Aturdidos
sin saber a dónde correr,
tan
agotados del Kalahari
a
donde llegan con sus dardos
y
no los dejan ser.
Ahí
van, son corderos al matadero
sumisos
a éste cruel destino obligado.
Caen
los gigantes ante nuestros ojos
tan
de brillantes ojos, tan dulces,
que
hasta recuerdan a sus madres.
¿Qué
somos acaso en éste planeta?
Creo
que Dios se equivocó con nosotros;
dañamos
su obra impacientes, severos,
y
queremos ver mundos de cemento
montañas
grises con sus humos venenosos.
¡Divino
sol!... no quiero ver más horrores,
vivo
mis días llorando, al ver cómo la manada
donde
ayer fueron miles libres por la llanura,
hoy,
unos tantos, con sus niños sin madre,
y
sus dientes mutilados.
¡Qué grande se cree el hombre!
Su
inteligencia lo volvió un bruto,
su
arrogancia una endurecida roca,
donde
el corazón no habita.
Pareciera
un mundo vacío de amor.
Mis
divinos amores...¡tantos luchando!,
pero
la maldad tiene seguidores
y
la bondad es como una daga clavada
a
los torturadores.
Sigue
tu camino, es extensa la llanura;
llora
sobre los huesos que han quedado,
espera
a que broten nuevas flores
y
otros pastizales no habite el hombre,
más
allá de todo...
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 8/13