lunes, 17 de junio de 2013

POETA/ A Norma Bazúa. In memoriam [64]

POETA/ A Norma Bazúa. In memoriam [64]

Es verdad, se parece a una poeta que conozco,
tengo un poco de sus apuntes en mi corazón
y en los ojos, un tanto de su llanto.

Se parece, sí...
Tiene ese algo en el laberinto de su mirada,
en la silueta que envejece con las rocas:
la magia del pintor, y el verbo del amor.

Vi en su rostro una huella
que atravesó conmigo muchos caminos.
No sé la razón, la descubrí en sus manos,
/¡tiene algo en su voz que se le parece tanto!

¿Será que entre sus dedos guarda un rosario?
¿Escuchará en el mismo asiento de ayer, otra poesía?

Puede ser, sí, que declame como ella también,
¡puede ser que sea tan madre divina, como la mía!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 17/13





SI LA LLUVIA [65]


SI LA LLUVIA [65]

Cuando la lluvia,
la puerta abierta,
entre rojizas aguas
bajaban desbordantes luceros.

Qué rico el baño,
desnudos en sus heladas aguas
y el viejo, escopeta en mano
por si algún aguilero.

Es que mi viejo tenía esa maña
que por creerme santa,
se la quería ocultar…

En un cajón de madera
donde las abejas todavía eran mansas,
pequeñas aves de tonos amarillos,
sus amadas niñas abejas,
solían robar.

¡Los hifueputas aguileros! /gritaba el viejo
y levantaba con ánimo su escopeta,
que algunas veces
se enredó entre mis manos,
con tal enojo,
que de a poco, el cucho,
dejó tan mala maña.

¡Dejen la bulla hijos!...
Si al patio van
no abran las naranjas,
pues su ácido las enoja.

No griten…. ¡shhhhh!
No huelan maluco,
porque ellas aman
los brotes de azahares
y los perfumes
de las más hermosas flores.

Y así pasaba el tiempo,
mi viejo bajo la lluvia,
un traje de gladiador
con pequeñas mallas,
y entre las manos
chorros de oro puro,
en nuestra boca pedazos,
trozos gigantes de panal.

Y en sus ojos…
¡Santo Dios, en sus ojos
ese brillo inmenso,
que hacía del alma
manantiales brotar!

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 17/13 


PLUMAS (66)

PLUMAS [66]

Dios está presente
en cada pluma
que mueve la brisa.

Sus miradas son el acierto
de una mano invisible.

La vida es el milagro
más hermoso que existe.
¿Estamos valorando
éste magnífico regalo?

No estemos por ahí ociosos
pensando en la maldad,
creyendo que el dinero
es el rey del mundo
cuando el verdadero príncipe
es el amor.

Que nuestro paso
deje huellas imborrables,
que una caricia sea más que un látigo
y un beso, más que el desprecio.

¡Vamos!...
Camina conmigo
que estoy tratando de ser mejor.

Ayer me quejaba mucho por todo,
ahora despierto bajo una  ruana 
abrigada de sol
y busco en el lago apacible de unos ojos
aquélla paz que a ratos dejamos escapar
porque hemos dado paso al odio,
y olvidamos el perdón.

Toma esa pluma que lleva la brisa.
¡No!, mejor déjala caer
donde el destino desee,
puede ser el alma de alguien
que busca un alero,
tal vez la tuya,
que ha salido un momento
para encontrar en las sombras,
un poco de paz.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 17/13



MI ÁNGEL MADRE (67)


MI ÁNGEL MADRE [67]

Mi madre hermosa
arrulla a su bebé en el cielo.

Una hoz le regaló la luna
para que jugara con tal lucero.

Mi viejita está joven,
tiene la majestad del águila,
su vientre guarda
la sorpresa de la lluvia fresca.
Un brote de olivo
son sus ojos bellos.

Mi reina linda,
¡mi Princesa!...
Eres flor perfumada,
la más pequeña.

Ella es la dulzura
en el rincón más amado del cielo
donde miles de estrellas la ven pasar.

Mi mamita dulce
acaba de llegar.

Un haz de blanca luz
pasó ante mis ojos,
un nudo en mi garganta
cuando gotas de rocío
como tímidas palomas
deciden temblar.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 17/13



¿A CUENTA DE QUÉ? [68]


¿A CUENTA DE QUÉ? [68]

¿A cuenta de qué?

Pavo engreído y vanidoso:
Tus plumas de colores brillan con el sol,
tu abanico para atraer a las ingenuas pavas
quienes con tus zalamerías
se doblarán ante tu falso amor.

¿A cuenta de qué
ella te explicará de sus amores?

Pobre tonta tal vez,
¡tan poca cosa...!

Pobre nube gris
que se desvanece con la lluvia,
pobres harapos viejos
que parecen una sombra.

¿A cuenta de qué,
te volveré a dirigir la palabra?

Y el pavo soberbio y orgulloso
arrastró el ala de nuevo,
pero cuando creyó
que la tenía entre sus garras;
ella voló con otro pavo más cálido,
y menos altanero.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 17/13


PARA MI AMOR (69)

PARA MI AMOR [69]

Para mi amor hermoso
quien a pesar de todo,
ha permanecido conmigo desde siempre,
pues su nombre se talló en mi corazón
cuando vi sus ojazos negros
y la más hermosa letra del alfabeto.

Para el chico que tuvo mis sueños en sus manos
pero decidió volar detrás de las luces del mundo
dejando mi amor vencido sobre las ramas,
esperando de sus labios un cariño.

Para ti, que prometiste amor eterno,
pero fue tan pasajero como las aves del camino
y tan vago, como las sombras de la noche.

Pero ha pasado el tiempo,
el roble envejece,
el invierno blanquea mis cabellos
y la luz de mis ojos se opaca
viendo hacia una estrella veloz
que surca el cielo,
llevándose entre su esplendor
mis sueños.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 17/13   

MI CIGÙEÑA (70)

MI CIGÛEÑA [70]

Cuando al declinar el sol
el ardor en las praderas consumase,
las arboledas se llenaron de cantores pasajeros
y las nubes incansables,
van con sus pesadas cargas
y entre las montañas agrestes,
sin importar, heridas continúan…

Ya era tarde,
el viejo dolor, de sombra le seguía,
de su poca fuerza un alivio,
sobre su pecho convertido en daga,
ensombreció la sonrisa,
al leve aliento de sus oraciones.

Ahí estaban todos,
había pasado ante sus ojos el dorado toche,
el más bello de todos llegó hasta su alcoba ensombrecida
para dejar un trino sobre tan hermoso árbol,
encendido en luces de la noche
luciérnagas titilantes
en las miradas de todos los que le amaban.

¡La libertad tan bella y deseada…! ¡Al fin en casa!
Llegó a su pequeño jardín de rojas y pequeñas flores
y sus manos heridas,
entre tallos espinosos de arrugadas sendas,
donde viejas cicatrices mostraban lo duro de la vida
y lo amargo de las despedidas,
fueron un viejo recuerdo, en algún lugar en el tiempo.

Fue ahí cuando tomé su mano,
fue en ese momento
que en sus lámparas se opacó el brillo,
cual estrella que decide navegar en otro cielo
y mis ojos cerrados te ocultaron.

Un segundo, sólo un segundo bastó…
Siendo mariposa que su cárcel abre
extendió sus alas mi garza de ojos verdes
mientras en un plácido sueño me encontré,
y ella, dejó sus perlas quietas,
entre los cristales de su alacena
para que otras manos los cerraran.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 17/13