lunes, 31 de diciembre de 2012

HABLANDO CON MI JEFE (1)


Anderson Rueda Lora. Mi sobrino Q.E.P.D.

HABLANDO CON MI JEFE (1)


Querido amigo, quiero decirte que éste año fue un tiempo de aprendizaje, de llanto, de dolor repetido hasta casi finalizar y también un tiempo que nos diste para recapacitar en todo lo que hemos hecho durante tantos días que nos regalaste, las oportunidades que nos diste y que desechamos viendo hacia anhelos vanos, que en nada nos llena como seres humanos.

Hoy no quiero hablarte de dinero, pues finalmente ese es el motivo de la miseria humana, ni quiero hablarte de bengalas, de besos, de ardientes piernas en las mías, de ojos encendidos de pasiones que sólo navegan en mi mente loca, pues en realidad conoces más que nadie cada segundo de mi existencia y sabes de mis ausencias, de miedos ocultos, de mis temores y de las palabras ociosas que a ratos digo.

Deseo confesar que me asusta el mundo exterior, pero que hoy el último día o el primero que se me presenta claro, a partir de miles de días y segundos donados, detallé como mi madre lo hacía, el amanecer…, escuché en mi soledad el trino de pequeñas aves felices adorando cada instante de su existencia, danzando con tan divino traje único que se cambia según tu antojo, y me dí cuenta que tal vez he sido una ingrata contigo… Eres esa luz que todo lo da sin esperar nada, me has regalado la vida, la compañía de seres que pedí estuvieran conmigo y que han sido  certeza en momentos difíciles y gratos, y es mi oportunidad para levantarme con ánimo y descubrir que en la luz del amanecer, en el ocaso y en el anochecer, puedo encontrarte y hablar contigo a solas, deshojando todas las flores del mundo ante mis ojos, y viendo en la mirada de los dolidos, los tuyos; y en los cantores del bosque tu voz, en los silenciosos maltratados y olvidados que no pueden renegar como nosotros, un motivo que has puesto en mi corazón, para decirle al mundo, que ahora es nuestra oportunidad de amar la naturaleza y compartir con esos seres maravillosos éste regalo que es la vida.

Muchos no comprenden el por qué me duele cuando un carro no frena y decide pasar por encima de ellos, no entiendo las razones de quienes se alegran ante el dolor de los indefensos y sin temor los apedrean, les abren los vientres para hurtar su razón en éste mundo de locos, no comprendo el por qué mientras estamos encadenados a cosas inútiles, no dedicamos nuestro tiempo a regalar palabras, a enseñar a nuestros niños el amor, ese amor que se inicia por el respeto hacia los que creemos más pequeños, y enjaulamos la libertad, reconociendo que vivimos prisioneros de tantas cosas creadas para aferrar nuestra existencia y no permitimos que nuestro “yo” sea libre.

Sabes cuales son mis necesidades y mis flaquezas y pongo en tus manos éste bulto que tengo sobre mi espalda para que lo vuelvas ligero, dejo en tu regazo mi existencia y todo lo que soy, agradeciéndote de rodillas por la oportunidad que me diste de continuar viviendo y tener la certeza de que sin ti no soy nada y que por ti soy al menos una brizna en el desierto.

La vida es un aprendizaje, finalmente un sueño y una esperanza.

Mi madre, Mi monacho, Mi padrino, una espera que nos concierne a todos. 
¿Es la muerte una promesa?... ¡Seguro que sí!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 31/12