martes, 27 de septiembre de 2016

A CHARLES PIERRE (3) (R)

A CHARLES PIERRE (3) (R)

A ese poeta de cabello rojo,
De mirada profunda
Y manos que sabían acariciar
La guitarra de la soledad.

Fue al verte, al querer descifrar tu mirada,
Sin leer siquiera uno de tus poemas.

Sabía que una profunda herida
Parecía una pústula en tu corazón.

Imaginé tus brazos, el ardor para amar,
Ese donarse sin lástima ni pena,
Desnudos cuerpo y alma en su entrega.

¿Cuándo un amante así?
En éste sueño imaginé que contigo estaba.
Parecía una joven cabra saltando por la montaña
Y tú olisqueando la flor y masticando la lengua,
Levantando los labios a la cima
Sin pensar en el trigal
Que ocultaba a una pantera en acecho.

Descubrí similitud con otro poema,
En otra enorme distancia
Que bailaba sones de estrellas
Entre azules mariposas.

Fue ahí, en ese instante,
Entre el recuerdo y la realidad,
En que lo poeta tuyo y de Él, vinieron a mí
Para que nos amáramos de verdad.

¡Cuánta ironía guarda el mundo!
¡Hipócritas!...
Viven señalando el amor cual si pecado fuera,
Y pagan por un puñado de tetas rellenas
Teniendo toronjas enteras en casa.

¿Quién ha mutilado el amor?
¿Valemos lo que una orgía completa?

¡Ay del amor!, tan extraño,
Pero tan dulce que me ardes por dentro
Si continúas mojando tu lirio en mí,
En el aposento de las agonías
Junto a los suspiros al viento.

Raquel Rueda Bohórquez
27 09 16







DIÁLOGOS CONMIGO (4)

 DIÁLOGOS CONMIGO (4)

Se hablaron en el idioma de los pájaros, se dijeron mil frases, así como las hormigas arrieras, mientras van de camino en camino, podando con amor las ramas, para que luego se llenen de otros verdores que jamás comprenderemos.

Se hicieron la venia, así como las grullas antes del amor y las hojas del limonar fueron cayendo una a una. Conocieron de la flor y del fruto, del ventarrón y del sol; pero más que todo eso, se contentaron con la lluvia y el canto del gallo invitando a ver una salida de sol.

Así pasaron, así se fueron, muchos nada recuerdan de los caminos que abrieron, porque la selva tiene el poder de renovarse, de brotar otros lirios en medio de la sangre que fue y las huellas se quedan como nuestros cuerpos, para volver a la madre que los vio nacer.

¿Cuántas aves hemos admirado bajo la lluvia? ¿Cuántas perlas pálidas han caído sobre las rosas? ¿Hemos contado sus espinas? ¿A qué sabe la vida si el dolor es la cerca que la cobija?, pero aun así, en medio de espinos, las flores amarillas fueron la cerca de nuestros sueños, y ahí perfumaron los amores, ahí se crecieron los estómagos, que fueron lunas llenas, ¡siempre llenas!, y el caldo servido sobre la mesa sabía a gloria, a bendición, a paz...

De la línea que dibuja el horizonte, no tengo nada claro, porque al llegar ahí, aparece más distante.

De la muerte, pienso que si la carne no se ajusta a la vida y el dolor es insoportable, una bienvenida calurosa ha de recibir, por algo viene como premio junto a la vida, y ésta dura lo que un colibrí sobre una sola flor.

De tu amor, te diré que dejó un hueco enorme en mi corazón, ese todavía no se ha llenado, siempre te creí, más la traición es la cobija de quien predica su honradez, luego, ¿seguiré llorando toda la vida?, ¡ya pasó!, y cuando el manantial deje de brotar creeré de nuevo en ti.

Ahora ¿de qué hablamos?, cada vez más distantes, se rompió el hilo de la cometa y ella se fue solitaria, pudo tocar la línea que nos separa de la verdad, y la conciencia toma asiento conmigo, para escribir un poco más sobre los lirios que se hablan, los árboles que nos tocan y el aroma que al recordarte, pasa de vez en cuando por aquí.

Raquel Rueda Bohórquez
27 9 16


SE HIZO LA PAZ (5)

SE HIZO LA PAZ (5)

Le queda al día
La esperanza de la noche;
A la noche, la luz de las estrellas;
Y a la mañana, el canto de las aves.

Pero después de tanta carrera,
¿A nosotros qué nos queda?
Una sonrisa para largo rato
/Que no veremos,
Y una hoguera en algún rincón
Llamado olvido.

Pero hoy hubo un machete abriendo sendas
Rostros de más con una sonrisa.
La “esperanza” es la flor más abierta
Y un café retozó en las manos de un labriego.

Después del ruido, de la sangre derramada,
Al sonido del “perdón” todo fue silencio,
La trompeta se hizo a la fiesta
Para en la garganta quedarse el sufrimiento
Y salir volando por los ojos.

Se fue la guerra con su estruendo,
No importa cuánto tiempo haya pasado,
Lo cierto, es que el vendaval está calmo
Los escombros se arrinconan,
Se funden para hacer honores a quien los merezca.

Un campesino con su morral a cuestas
Y una bandera blanca izada es lo que vale.

Una madre que desdobla las rodillas
Y se va en abrazos de compadres.
Las gallinas regresan al campo, felices,
El buey continuará llevando la carga
Y la perdiz seguirá levantando vuelo
Ante sus pisadas.

¡Se la hizo Juanma!
¡Se la hicieron todos!
¡Qué sonrisas tienen hoy!
Parecen espejos en donde la libélula se baña
Y el sol musita su canción de cuna.

¡No importa de qué manera!
Pero la paz se quedó en casa,
Y que sea hasta que vuelva a llover
Y otra vez se vean las garzas al amanecer.

Raquel Rueda Bohórquez
27 9 16