viernes, 16 de agosto de 2013

LAS GARZAS [72]

LAS GARZAS [72]

 En desbandada,
níveas como el frío de la montaña
 de cualquier espacio desconocido,
 caen a picotear pequeños grillos saltones
 con gracia de doncella de alargado pico.

 ¡Llegan las garzas!
Una fiesta se arma y el correteo inicia,
 bajo los pies del ganado tantas veces
 consentidas como niñas en primera comunión,
 buscan hostias vivas para su bendición.

 Danzan sus amores de alas extendidas,
 doblan sus largas rodillas con fervor,
 y el macho de copete dorado
 con sus armas de amor esgrimidas,
 penetra la llama viva con pasión.

 Ya todo se ha dicho…
Les anima en un segundo quien dirige sus caminos,
 y en un instante,
un fragor de alas en estampida
cuando distendida la mirada estaba,
levantan vuelo, como blancas rosas hasta el cielo,
con un mensaje entre su corazón viajero
para una princesa de blanca cabellera,
que cual ofrenda de mi amor llevaran.

 Y a lo lejos,
 en una danza presurosa
las veo pasar veloces al compás del viento,
 alegres y felices cantándole a la vida
 sin pensar en un hoy, ni en un mañana,
 avanzan sin que nada las detenga.

 Raquel Rueda Bohórquez
 Barranquilla, agosto 16/13 

BOTAS AZULES [73]

BOTAS AZULES [73]

 ¡Allá va el chico rubio de botas azules!;
 en un cañaveral le veo cantar,
 en un río revuelto se mezcla con el peligro
 y una víbora escondida,
su pie parece hincar.

 Nada detiene a mis azules botas,
 con fuerza de gorrión anida en mi ventana,
 trina suave, feliz de existir,
 y moja de a poco sus marrones alas.

 Canta sobre un roble, ¡igual que si fuera un guadual!
 Reconoce la voz del amor en medio de tonadas,
 nada le espanta si aparece un ruiseñor,
 y sin duda, trina suave, con su voz calmada.

 Picotea un poco de granos que caen, sin prisas…
 Una mano deja cada día un rincón con sus cariños,
 pero el juguetón muchacho de botas azules,
 no pudo cantar en su vejez, cual si fuera un niño.

 No fue su destino volar como las águilas,
 un feroz invierno robó su juventud.
 Era mi muchacho para el cielo,
 para una jaula de plata engalanada de tules
 adormecido entre nubes escarlata y estrellas azules.

 Raquel Rueda Bohórquez
 Barranquilla, agosto 16/13

EN CASA [74]

JUGANDO CON LA B

1, BABUCHA. f. Calzado de cuero ancho y flexible. Lo usan principalmente los musulmanes.
2. BACÌN. Vaso de barro vidriado para recibir los excrementos. Hombre despreciable.
3. BACINA. Cepo donde recogen las limosnas.
4. BEHÌQUE. Sacerdote y médico entre los indios taínos.
5. BEGONIA. Planta begoniácea perenne de hojas grandes acorazonadas y flores con largos pedúnculos, sin corola y con cáliz rosado, originaria de América.
6. BELONA. Diosa de la guerra entre los romanos.
7. BENGALINA. Chile. Muselina, tela.
8. BENTOS: Fauna del fondo de los mares.
9. BENJUÌ. m. Bálsamo aromático, muy usado en perfumería y farmacia, que se obtiene de un árbol de las Indias Orientales.
10. BECQUERIANA: Poesía amorosa de carácter breve.
11. BRADICARDIA: Ritmo lento del corazón.

Fuente: Mi gordito: GRAN DICCIONARIO ENCICLOPEDICO VISUAL Ediciones Lerner Ltda. Colombia.
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EN CASA [74]

Estoy entre begonias,
me quedo en el tono amarillo del sol,
una quebrada inundó mi estancia
entre murmullos de lluvia
y sobre acorazonadas hojas
de un ayer de musgos verdes y abonos café
donde ha quedado una gota de rocío
apresada entre sus vaivenes.

 ¡Corre!, ¡danza!… ¡vuela!...
 Esconde el bacín pues las visitas llegan,
 un poco de rubor sobre tus mejillas,
 ¡el perfume!... para que tape las miserias
 y la fragancia tuya como un benjuí,
 ¡mi tierna flor del campo!,
 entre plantas aromáticas
 hierbabuena de todas las plantas,
 amarillos corazones de las margaritas
 y brotando también, en un rincón,
 adornado de piedras grises,
 aquélla planta mágica que entre perlas de gallina
 y bolas blancas de cebolla,
 llenaban de rico calor el cuerpo
 y de brillo mágico la mirada.

 Guacas de mi tierra las amadas,
 tan verdes esperanzas brotaron,
 rojas selvas entre topacios azules,
 tambores del corazón, dulces sueños…

Tus manos sembradoras de amor
 huerto mío, ¡tú huerto!,
pequeña casa,
nutrida alcoba de pocas camas
 y dulces abrigos de lana.

 Ponle las babuchas nuevas,
 o los tacones negros,
las gotas  blancas que le regaló Sofía,
esconde madre mía los fríos de la tarde,
que te harán soportar los dolores del mañana.

 Y al sonar de las campanas,
sus ojos verdes, sus brazos extendidos,
siempre la bacina llena de sus amores
sin negar a nadie un poco de consuelo.

Que siga el behíque con sus armas,
manos que se estrujan y conmueven,
dolores que se volvieron añejos
que se cultivaron en los pulmones
entre los humos grises de las despedidas.

Y la belona llega… ¡como siempre!,
cuando más feliz el rostro de mi princesa,
 y escupitajos llenos de rabia contenida
vomitan fuego, insultos y quejas.

Corre el chico de las rocas
un German de cualquier familia,
un ofendido especial que llenó de burlas una esquina,
un parque, una iglesia.

¡Ya no más!...
Se lanza enfurecida roca,
hiere un poco nada más, a quien ofende,
pero una hiena despierta entre la multitud
y graves heridas de lengua viperina
sobre mi pequeña casa exhala,
con maldiciones que van y vienen,
pero que solo el tiempo de razón nos llena,
pues el impío en el camino
la paga del destino espera.

¡Dame el traje de bengalina!,
¡me gusta su frescor!,
me encantan sus pequeñas flores,
alguien las incrustó entre los hilos.

Amarillos tonos, ocres y verdes,
conforman tan divino traje
que endulza un rostro,
y guarda un curtido cuerpo
donde anidaron muchos huesos
que florecieron bajo una lluvia tibia
y un cantar de amores que llenó la fronda.

Más tarde,
cuando en fila hacia la iglesia un día domingo
la gran familia Rueda,
con todos los juguetones chicos
vestidos de trajes de fiesta, visitaban al Señor,
ella sonreía, ¡como viendo a sus amores en el fondo del mar!,
y sus bentos pequeños, aferrados a sus manos,
en el océano esplendoroso de su vida, al lado de mi viejo,
nadaban con brillos de oro en sus cabellos
y tonos rosa en sus cachetes inflados como globos.

Pero un poema tan corto como la becqueriana vida
musitó con sus labios temblorosos,
y un suspiro me encontró llorando
con una bradicardia entumecida entre mi pecho
que de a poco, conmigo está muriendo.

 Raquel Rueda Bohórquez

 Barranquilla, agosto 16/13 

SOBRE UNA RAMA 2 L1R [75]

SOBRE UNA RAMA  2   L1R  [75]

Cada día, en un instante,
imito el trino de las aves
sobre una reseca rama…

Alivio son mis versos,
el tiempo corre aprisa;
¡más si pudiera detener los años
y aprisionar tu último beso!

Sobre un pequeño gajo, cielo mío,
mi niño de dorados segundos,
tras un balón de oro te han robado,
todos tus sueños mágicos, errabundos…

Un reloj en mi pared sin movimiento;
se detuvo el tiempo…
Narcisos azules ¿existen?
¿Rosas de encendidos labios ,
mieles de la vida que aprisa marchan?…

Picotea cielo mío, una roja naranja,
busca entre los ciruelos un consuelo,
un durazno de piel suave como quinceañera,
 y alimenta el alma que contigo vuela.

Y al sol después de la lluvia, ¿lo adivinas?
¿Qué premura tienes?
 ¿Eres acaso la mariposa de colores que pasa?
 ¿Eres ese cantar extraño de un ave prisionera?
 ¿Eres en el atardecer el brillo del ocaso
 y murmullo suave entre las palmeras?

 Por si acaso te descubro,
sigue trinando para imaginarte.

Nunca olvidaré el día de tu marcha,
el dorado toche ante mis ojos, ¡tan brillante!,
donde nada había,
sólo llanto entre resecos bosques de cemento
y un parpadeo de vida fueron tus ojos,
una inquietud de la providencia
que se despidió de mí,
desde las ramas verdes.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, agosto 16/13 

MIENTRAS LLUEVE/A Lidia Pereda [76]

MIENTRAS LLUEVE/A Lidia Pereda [76]

Te cuento amiga, que mientras llueve,
posada un momento sobre mi reja,
el detalle de las perlas del cielo,
como pequeñas lágrimas que se juntan
y entre todas, ¡si vieras lo magnífico!
un camino se alarga, mientras otro queda.

Y a la vera de un andén,
las palomas se entretienen,
pero casi rozando mis ojos,
un gorrión bajo la lluvia.

Es el encanto de saberme viva,
la maravilla de un día más
y el verdor de mi árbol, en un ayer destruido,
se empeñó en un tronco vencido
y sus ramas son hidalgas y preciosas.

¡Tanto veo caer gotas de rocío!…
Demasiado correr sobre las flores del campo
que a ratos, enfurecidas se tornan en orgías
que destruyen todo a su paso.

Mientras llueve un poco más,
te contaré tomando un café caliente,
que ausencias mil, tocan en mi estancia una melodía,
y Marradi me entretiene con la magia de sus manos
como lo hacen las gotas de rocío, sobre las hojas.

 En un instante, cuando un canario cautivo trina
 deja de llover, todo calla… ¡todo se ilumina!
 porque los ojos del cantor del cielo
 nos anuncia que en un segundo,
 cuando el sol se empeñe,
 un iris mágico de radiantes colores
 surcará de nuevo el Magdalena
 y estaré con mi princesa viéndolo.

 Raquel Rueda Bohórquez
 Barranquilla, agosto 16/13 

MI SUSPIRO [77]

MI SUSPIRO [77]

Desnudo mi piel, abierta la mirada…
Amarillo intenso copio,
y el iris de verdor intenso
me repite el mismo son
de viejos veranos.

Muevo la cintura…
Tallo tu amor entre mi pecho,
no hay un árbol sin tus letras
no hay lirio sin tu parecido,
ni hay amor para ti, como el mío.

 Disfrazo la mirada en otros ojos
 ¿No has sentido en las noches mi presencia?
 Vaga mi pensamiento loco,
 quito la piel de tu arrogancia,
 y para tu rabia interna,
 sutil abrazo entre sábanas de luz,
 besos entre las flores del desierto
 que para ti, son nada.

 ¡Oh amor!...
 Qué dulce saben tus mieles,
 qué rico despertar y admirarlo todo,
 saber que el primer suspiro de mi pecho es tuyo
 y el último, por Él, será robado.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 16/13