JUGANDO CON LA B
1, BABUCHA. f. Calzado de cuero ancho y flexible. Lo usan principalmente los musulmanes.
2. BACÌN. Vaso de barro vidriado para recibir los excrementos. Hombre despreciable.
3. BACINA. Cepo donde recogen las limosnas.
4. BEHÌQUE. Sacerdote y médico entre los indios taínos.
5. BEGONIA. Planta begoniácea perenne de hojas grandes acorazonadas y flores con largos pedúnculos, sin corola y con cáliz rosado, originaria de América.
6. BELONA. Diosa de la guerra entre los romanos.
7. BENGALINA. Chile. Muselina, tela.
8. BENTOS: Fauna del fondo de los mares.
9. BENJUÌ. m. Bálsamo aromático, muy usado en perfumería y farmacia, que se obtiene de un árbol de las Indias Orientales.
10. BECQUERIANA: Poesía amorosa de carácter breve.
11. BRADICARDIA: Ritmo lento del corazón.
Fuente: Mi gordito: GRAN DICCIONARIO ENCICLOPEDICO VISUAL
Ediciones Lerner Ltda. Colombia.
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EN CASA [74]
Estoy entre begonias,
me quedo en el tono amarillo del sol,
una quebrada inundó mi estancia
entre murmullos de lluvia
y sobre acorazonadas hojas
de un ayer de musgos verdes y abonos café
donde ha quedado una gota de rocío
apresada entre sus vaivenes.
¡Corre!,
¡danza!… ¡vuela!...
Esconde
el bacín pues las visitas llegan,
un poco
de rubor sobre tus mejillas,
¡el
perfume!... para que tape las miserias
y la
fragancia tuya como un benjuí,
¡mi
tierna flor del campo!,
entre
plantas aromáticas
hierbabuena
de todas las plantas,
amarillos
corazones de las margaritas
y brotando
también, en un rincón,
adornado
de piedras grises,
aquélla
planta mágica que entre perlas de gallina
y bolas
blancas de cebolla,
llenaban
de rico calor el cuerpo
y de
brillo mágico la mirada.
Guacas
de mi tierra las amadas,
tan
verdes esperanzas brotaron,
rojas
selvas entre topacios azules,
tambores
del corazón, dulces sueños…
Tus manos sembradoras de amor
huerto
mío, ¡tú huerto!,
pequeña casa,
nutrida alcoba de pocas camas
y
dulces abrigos de lana.
Ponle
las babuchas nuevas,
o los
tacones negros,
las gotas
blancas que le regaló Sofía,
esconde madre mía los fríos de la tarde,
que te harán soportar los dolores del mañana.
Y al sonar
de las campanas,
sus ojos verdes, sus brazos extendidos,
siempre la bacina llena de sus amores
sin negar a nadie un poco de consuelo.
Que siga el behíque con sus armas,
manos que se estrujan y conmueven,
dolores que se volvieron añejos
que se cultivaron en los pulmones
entre los humos grises de las despedidas.
Y la belona llega… ¡como siempre!,
cuando más feliz el rostro de mi princesa,
y
escupitajos llenos de rabia contenida
vomitan fuego, insultos y quejas.
Corre el chico de las rocas
un German de cualquier familia,
un ofendido especial que llenó de burlas una
esquina,
un parque, una iglesia.
¡Ya no más!...
Se lanza enfurecida roca,
hiere un poco nada más, a quien ofende,
pero una hiena despierta entre la multitud
y graves heridas de lengua viperina
sobre mi pequeña casa exhala,
con maldiciones que van y vienen,
pero que solo el tiempo de razón nos llena,
pues el impío en el camino
la paga del destino espera.
¡Dame el traje de bengalina!,
¡me gusta su frescor!,
me encantan sus pequeñas flores,
alguien las incrustó entre los hilos.
Amarillos tonos, ocres y verdes,
conforman tan divino traje
que endulza un rostro,
y guarda un curtido cuerpo
donde anidaron muchos huesos
que florecieron bajo una lluvia tibia
y un cantar de amores que llenó la fronda.
Más tarde,
cuando en fila hacia la iglesia un día domingo
la gran familia Rueda,
con todos los juguetones chicos
vestidos de trajes de fiesta, visitaban al
Señor,
ella sonreía, ¡como viendo a sus amores en el
fondo del mar!,
y sus bentos pequeños, aferrados a sus manos,
en el océano esplendoroso de su vida, al lado
de mi viejo,
nadaban con brillos de oro en sus cabellos
y tonos rosa en sus cachetes inflados como
globos.
Pero un poema tan corto como la becqueriana
vida
musitó con sus labios temblorosos,
y un suspiro me encontró llorando
con una bradicardia entumecida entre mi pecho
que de a poco, conmigo está muriendo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 16/13