ORUGA [9]
Conocí a una oruga de muchos colores, casi pisoteada
la encontré en el camino y con cuidado, pues parecía amenazante con tantos
brillos y luces, con una pequeña espiga la dirigí a su destino.
Más la oruga necia regresaba, levantaba su rostro ante mis ojos, anillada sobre sí misma, con un brillo demoníaco me decía: ¡Vete a la mierda! /a veces las orugas son groseras y le respondí: ¡Para allá vas desagradecida oruga fea y soberbia!, ¡vete y enróscate en cualquier hoja, ya que no aceptas consejos ni te dejas guiar!, entonces: ¡jódete!...
La oruga me miró con esos ojazos endemoniados una vez más... /¡Vieja ridícula! ¿Acaso pretendes que una oruga hable contigo?, ¡bah pobre!, ¡me das lástima, por tanta arruga y pestaña postiza que te veo!
En éste punto estaba a reventar, pero como soy tan noble, soporté. En mi interior la oruga me causaba pena, entonces me senté en un tronco a ver qué hacía...
Simuló estar dormida, y al rato, con paciencia, se empezó a mover, pero cuando vio que me reía, se enfureció tanto, que doblada sobre sí misma y con ese poco de patitas que parecían de caucho, pretendió alcanzarme, /¡espérame, ya verás!... ¿Ahora te ríes de mí?...
- ¡Sí!, le respondía- ¡Muévete gusano, pareces lombriz en verano!
Empezó a moverse tan rápido que aterrada quedé, en una hora había recorrido unos cuantos centímetros, y al fin, al llegar la tarde, apenada le aconsejé: ¡Toma el sendero que te corresponde, oruga, no seas necia!, en algún momento, algo malo te puede suceder. Tu madre te dejó en una hoja fresca, ¿acaso tenías que salir de tu árbol a buscar aventuras?, por tu bien vete a casa, al bosque, porque alguien te puede dañar...
-¡No iré a casa!, ¡ya estoy adulta!, ¡mira qué gorda y grande soy!, pero creo que tengo mucho sueño, ¡ayúdame por favor que no me puedo mover!...
Con suma paciencia la tomé en mis manos ésta vez, ya no le tenía miedo, me di cuenta que ni pelos que asustaran, ni venenos, ni dientes que mordieran, y en una gran hoja donde había muchas uvas la dejé.
¡Gracias!... y perdona mi grosería, creo que tenías razón, y ahora ¡ahhh! tengo mucho sueñooo!, /con su mandíbula brotando pequeño hilos, una casa empezó a tejer.
Desprevenida estaba, pero luego un pequeño colgajo gris vi prendido de la hoja- ¡Qué raro!, ¿fue capaz sin tener la inteligencia que poseo, de fabricar una cárcel para dormir?, ¿o será que está muriendo y fabricó su tumba de una vez?
¡Tendré que averiguarlo!... y me quedé por varios días viendo la pequeña casa que no se derribaba ni por el más fuerte huracán.
Más la oruga necia regresaba, levantaba su rostro ante mis ojos, anillada sobre sí misma, con un brillo demoníaco me decía: ¡Vete a la mierda! /a veces las orugas son groseras y le respondí: ¡Para allá vas desagradecida oruga fea y soberbia!, ¡vete y enróscate en cualquier hoja, ya que no aceptas consejos ni te dejas guiar!, entonces: ¡jódete!...
La oruga me miró con esos ojazos endemoniados una vez más... /¡Vieja ridícula! ¿Acaso pretendes que una oruga hable contigo?, ¡bah pobre!, ¡me das lástima, por tanta arruga y pestaña postiza que te veo!
En éste punto estaba a reventar, pero como soy tan noble, soporté. En mi interior la oruga me causaba pena, entonces me senté en un tronco a ver qué hacía...
Simuló estar dormida, y al rato, con paciencia, se empezó a mover, pero cuando vio que me reía, se enfureció tanto, que doblada sobre sí misma y con ese poco de patitas que parecían de caucho, pretendió alcanzarme, /¡espérame, ya verás!... ¿Ahora te ríes de mí?...
- ¡Sí!, le respondía- ¡Muévete gusano, pareces lombriz en verano!
Empezó a moverse tan rápido que aterrada quedé, en una hora había recorrido unos cuantos centímetros, y al fin, al llegar la tarde, apenada le aconsejé: ¡Toma el sendero que te corresponde, oruga, no seas necia!, en algún momento, algo malo te puede suceder. Tu madre te dejó en una hoja fresca, ¿acaso tenías que salir de tu árbol a buscar aventuras?, por tu bien vete a casa, al bosque, porque alguien te puede dañar...
-¡No iré a casa!, ¡ya estoy adulta!, ¡mira qué gorda y grande soy!, pero creo que tengo mucho sueño, ¡ayúdame por favor que no me puedo mover!...
Con suma paciencia la tomé en mis manos ésta vez, ya no le tenía miedo, me di cuenta que ni pelos que asustaran, ni venenos, ni dientes que mordieran, y en una gran hoja donde había muchas uvas la dejé.
¡Gracias!... y perdona mi grosería, creo que tenías razón, y ahora ¡ahhh! tengo mucho sueñooo!, /con su mandíbula brotando pequeño hilos, una casa empezó a tejer.
Desprevenida estaba, pero luego un pequeño colgajo gris vi prendido de la hoja- ¡Qué raro!, ¿fue capaz sin tener la inteligencia que poseo, de fabricar una cárcel para dormir?, ¿o será que está muriendo y fabricó su tumba de una vez?
¡Tendré que averiguarlo!... y me quedé por varios días viendo la pequeña casa que no se derribaba ni por el más fuerte huracán.
Cierto día, estaba muy cansada de esperar y
resolví que ahí la dejaría, pero algo me
llamó la atención...
Esa antena... ¡qué raro!...
Esa antena... ¡qué raro!...
y al momento,
un pequeño rostro de colores,
al rato, ¡oh Dios, al rato la veo aparecer!...
¿No eras acaso la oruga que del camino recogí?
¿No eres quien durmió y su ataúd fabricó?...
Su respuesta fue danzar,
Su respuesta fue danzar,
era una princesa azul ante mis ojos...
/¿o sería el príncipe soñado?
Sin responder a mi inquietud,
visitó el jardín…
Sin reír de mí,
se deleitó con cada luz
sobre la higuera.
Sin llorar,
se quedó viéndome de nuevo,
sin vacilar,
se enredó en una nube de colores
y marchó,
con la gracia
de quien lo ha vivido todo
en un instante.
Cuando el día presentaba su primavera,
¡mi amiga mariposa me abandonó!...
¡Jamás imaginé
que un gusano
tuviese tanto valor!.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 28/13