martes, 29 de octubre de 2013

EN EL ESPEJO [15]


EN EL ESPEJO [15]

Una vez más el espejo sonreía conmigo,
tersa la piel como una doncella,
esconder las arrugas ya no temo,
pues el amor todo lo vuelve liso
todo lo vuelve fresco.

En el espejo, viendo mis ojos,
¿Eran verdes los tesoros guardados?
¿Acaso mis labios no parecían rubíes?
Mis pechos, ¿dulces toronjas apretadas?

¡Qué veloz, como un rayo, marcha la juventud!
Quisiera apresarla, guardarla en un capullo
para ser oruga y mariposa feliz, por siempre,
danzando sobre las flores, de mí pendientes.

Pero él se encariñó conmigo,
en sus mágicas aguas me vuelve joven.
Un poco de rubor quita mi palidez,
el perfume alienta a consentir la piel,
a teñir de dorado mis cabellos.

Devolverá la tersura de mi rostro,
junto a esa leve sonrisa que espera.

Daré la vuelta para ver las montañas
todas están elevadas todavía,
las curvas donde tus manos se deleitan
y construyen poesía en medio de la noche,
si la luna aparece en la ventana
siendo como yo, feliz ante la calma,
y el transmutar de la vida ante el espejo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 29/13






LLOVIENDO [16]

LLOVIENDO [16]

Bendición de diamantes,
cristales de tus ojos...

¡Oh cielo mío que acampas!,
que dejas tus gotas de rocío
para que la vida convierta todo,
en verde fantasía.

Entre los brazos
de mi amante soñador,
escuchando tus gotas como besos,
gime la noche y surca el rayo.

Deja un hilo violeta rayando el cielo
como un verso divino,
un poema declamado.

Llueve pasión,
llueven besos sobre mi boca,
descansa tu furor en mi desnudez,
alivia los calores del día
y convierte en río éste amor.

Abre la rosa
¡Qué tonos tan hermosos!
¡Qué temblor el de tu cuerpo
tallado junto al mío,
mientras la lluvia cae
con sus gotas de rocío!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 28/13



EN PUERTO COLOMBIA CON MAMI [17]

En el muelle de Puerto Colombia con mi madre.

EN PUERTO COLOMBIA CON MAMI  [17]

Ese día mar estaba negro, no fue su felicidad verlo tan embravecido, su piel pálida y una media sonrisa, nos alejamos de allí hasta el parque, la historia de Puerto Colombia de a poco desaparece, todo se lo ha llevado el enojo de las aguas oscuras  y el abandono, pero quedarán muchas letras para el recuerdo.

No hubo pereza para amar, amó con tal intensidad, regaló todo lo que había en su corazón, sin negar las perlas de sus ojos, las joyas de sus manos, acariciando a todos por igual, abrazando y bendiciendo cada lluvia, cada joven que pasaba por su lado, cada enfermo y dolido.

Siento orgullo de ser su hija, mi poeta madre tan hermosa, tan dama siempre, tan bondadosa y humilde, que en su corazón no tuvo cabida el orgullo, no era amante de las joyas ni las vanidades, sino de la oración, y ahí, en las perlas de madera que pasaban por sus dedos, estaba la vida de muchos seres por quienes ella rogaba día a día a un Dios invisible, pero palpable en cada suspiro, y en cada promesa de un amanecer.

Cada mes te recordamos, cada día, cada segundo, porque nos regalaste la vida y somos parte de ti y de ese legado que has dejado, para que aprendamos a ser madres, hermanos y amigos, de lo cual fuiste en abundancia, y tu ejemplo tendremos que copiar, aprendiendo a doblar las rodillas,  a ser agradecidos por los caldos vírgenes adobados con cilantro y sal.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, 29 octubre/13