martes, 23 de diciembre de 2014

ÑEÑECO Y MIGUE

Mis vecinitos

Ñeñeco y Migue
A mis vecinos los conozco desde que nacieron, 
Creo que se acabaron las historias tristes
Los detallé cuando olvidaron el pecho de la madre
Y escuchaban los gritos y llantos de todos,
Es que al joven padre se lo llevó la mala suerte
Y a su madre, ¡no diré nada de ella!, 
Tan solo que a los pocos días, 
Quiso navegar en el mismo barco de su esposo
Entre las funestas horas de cualquier tarde
Con la boca espumosa y la misma algarabía.

¡Qué inquietos son!
El abuelo corre con una rama de mango
Y ellos: ¡no me alcanzas abuelo!, jajajaja...
Y al descuido ¡zas!, ¡ahí tienen por pendejos!
Del abuelo nadie se ríe, y don Miguel cree que corre
Imagina que vuela, con nuevos afanes 
Que lo traen de cabeza y al fin, para de correr
Busca la vieja mecedora y mira al horizonte
Una y otra vez.

Otras navidades, viejas alegrías retornan
Brindan de lo que tienen a manos llenas
Una sonrisa no es negada, un saludo
Un bocado de dulces preparados con esmero
Ese abrazo y la fortuna de tenerlos a mi lado
Ñeñeco y Migue mudando dientes
Y los detalles pendientes... 
Como joyas prestadas en sus ojos.

No lo saben... sus abuelos son ahora sus padres
Les tocó esa tarea sin querer
Es que el destino nos atropella a ratos
A veces demasiado... 
Pero bendice a pesar de todo
Y el jardín se llena de frescas flores.

Pero los niños crecen, abren sus pétalos
Son esas flores del retorno
El recuerdo de los que se fueron
El alivio a los viejos, como una campanada en el silencio
Y llueven entonces los abrazos y las carcajadas
Cuando los ven una y otra vez
Doblando sonrisas y multiplicando alegrías.

Y es navidad... 
Mañana los veré con nuevos juguetes
Felices, dando brillo al espacio
Llenando de luces la estación del tiempo
Y el tren pasa y pasa, viéndolos crecer
Las luces del balcón parecen estrellas en el mar
Cuando ellos gritan felices
Sin pensar en el mañana, ese que inquieta al viejo
Cuando se mece y se mece
Viendo sin ver, y soñando sin dormir.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 23/14

MI BLOG

No comprendo por qué razón no aparecen ni mis imágenes, no, así no me gusta, o tal vez debo escribir sin ellas, son mías. Antes era todo tan bonito, ¿será falla de Internet?... ¡¡mmmmm!!

Sheila

SUEÑOS

Vivió de sueños, nunca dejó de hacer planes, su paciencia le permitió ser feliz con los sueños ajenos, eso fue lo que la hizo ser una santa, nunca quiso para ella nada, era feliz viéndonos sonreír y cada fracaso era un reto que asumía con valor y obediencia al Ser Supremo que dirigía su barca y la nuestra.
Mamita con Anderson y su novia 



SUEÑOS

Vivió de sueños, nunca dejó de hacer planes, su paciencia le permitió ser feliz con los sueños ajenos, eso fue lo que la hizo ser una santa, nunca quiso para ella nada, era feliz viéndonos sonreír y cada fracaso era un reto, que asumía con valor y obediencia al Ser Supremo, quien dirigía su barca y la nuestra.


Inicié a caminar, ¿había caminado acaso algo?, me di cuenta que la vida es soñar y esto ya lo habían dicho antes, seguí caminando, quise trepar la cuesta a donde estabas pero alguien había ocupado mi lugar, y de nuevo pregunté: ¿era realmente mi lugar?, ¿quién nos coloca en el sitio dónde estamos?, seguimos soñando y decimos: lo merezco, soy lo mejor, ¡claro que sí!, lo que deseo puedo lograrlo, y tengo una lista de sueños inmensos colocados sobre la mesa, y sigo pensando: debe ser que esos no eran los míos, ¿para qué me afano tanto?, cada sueño es como el abrir la hoja de un libro, nunca estaremos conformes con nada, nos estrellamos, subimos la cuesta y vemos que continúan más cuestas, muchos más sueños de los que teníamos anotados en la libreta, y seguimos acumulando hojas y hojas secas, el árbol se desnuda de a poco, se vuelven pálidos los cabellos, se caen, y nos quedan unos pocos hilos para amarrar esos pequeños sueños que aún nos quedan, y te veo ahí, cada día más lejano, y repito: era otra ilusión mía, como una tonta paso soñando, mendigando un amor ausente, rogando al viento algo que no existe para mí, y escucho el cantar de las aves, tropiezan mis ojos con una libélula azul que pareciera traer un mensaje a mi ventana, el mirlo no regresó, se cansó de cantar y que nadie lo escuchara, no pude apresar sus mágicos sonidos de amor, y ayer de nuevo lo extrañaba, pero han llegado otras aves, ¿o son las mismas?, ¡si claro!, son los mismos canarios del vecino colgados de mi árbol, cada día son más los prisioneros, ¿y los sueños?, ¿qué ha sido de mi sueño de amor?, es una historia que se va, como el ruido y las carcajadas del ayer, y es navidad, ¿tan veloz pasó el año?, parece un solo día, ahora que disfruto más los segundos el tiempo parece más veloz, ahora que te alejas, retorno a las faenas del día a día, hay sueños imposibles, pero no, todo sueño es posible, podemos dejarlo ahí, en ese rincón del tiempo contigo, somos sueño dentro de un sueño que se desvanece como la nieve del invierno a la salida del sol, y nos damos cuenta entonces que bajo esa capa fría, había miles de sueños atrapados que abren sus alas y sus ojos a la divinidad de otros segundos, instantes que van y vienen, y sacudimos las alas del pensamiento para volar como las cometas, con un destino marcado, y luego dejo de afanarme por lo que no pudo ser, y espero se enrede mi cometa en la tuya, ¡tal vez!... he visto cómo la providencia juega con nosotros, nos enreda, nos estrella, nos levanta, y hace crecer nuestras alas con nuevas ideas, pero nunca permite que nos doblemos y dejemos de luchar por aquello que anhelamos, al fin y al cabo esto es la vida, un pequeño globo de espuma que con un pequeño soplo revienta y con un beso se esfuma...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 23/14


EL CHINO DE LUCÍA

Diego y Luisa 

EL CHINO DE LUCÍA
Después de eso el muchachito salió cariacontecido de la casa, ¿qué haré de ahora en adelante?, pensaba mientras hacía hermosas pinturas, y las iba arrumando por ahí en el camino.
Pasó luego el bachillerato acelerado porque le dieron un año de regalo, ¡qué vergajo muchacho tan inteligente!, ¿a quién habrá salido?... y el muchachito dijo: a mi madre... pues ella es quien me ha educado... y entonces la madre sonrió, con esa sonrisa enorme de oreja a oreja, que nos hace sentirnos orgullosas de la tarea.
¡Valió la pena!, ¿pero y ahora qué hago?... -el muchachito seguía pintando, ¿qué haré Dios mío?, no tengo dinero para el ejército, ni para la universidad, y las hojas caían y caían en sus manos, pintaba casi perfecta una flor, los ojos de las chicas que lo enamoraban parecían bosques vírgenes que él deseaba tocar, ¡y sí que los tocaba!, su pincel siempre dispuesto, les enredaba el cabello, ¡no era el pincel que todos piensan!, no seamos morbosos, su pincel era esa fuerza de voluntad que lo estaba tallando en semejante bosque lleno de fieras rabiosas, que pretendían dañar su vida, pero había algo entre la brisa que le regalaba hojas y hojas de un árbol pálido, y él ahí se entretenía, un pintor en potencia surgía de entre las cenizas, sí... mi muchacho tenía un nombre: Diego Rueda el chico que volaba sin alas, y sabía que la providencia estaba de su lado, entonces atiné a decir: te quiero... sí te quiero... vendrá un día de lluvia tras otro, y podrás pintar las curvas de todas las mujeres que desees, porque hay otro pintor que guía tus manos desde las penumbras de tus sueños... y Él sabe lo que anhela para ti.  ¿Para qué te afanas entonces?
Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 22/14