RECUENTOS
Buscando una entrada más para solventar los tantos
gastos que tenemos los padres, llegó una ayuda cierta vez en forma de “suerte”,
y es que tuve la suerte de hallar unos calzones escondidos y unos condones
agazapados en el rincón del olvido de un campero que había comprado para llevar
y traer a los sutes del colegio a la casa y resulta que decidí vender el carro
con la fortuna de que al otro día hallé comprador y el tipo que andaba de aquí
para allá picándoselas de bollo, pues tuvo que ajustar los centavos para irse
unas veces en bus y otras a pie, porque así ha de ser cuando nos enojamos tanto
que no se nos ve.
Pues bien, en esto el dinero en el banco y unos
sorteos, pues siempre dije: estos pesitos van para esa cuenta porque están
sorteando un dinero y me pienso ganar uno de ellos, y al mes me llaman de
Bogotá de una emisora reconocida, para informarme que era una de las ganadoras,
al principio no lo creía y pensaba que era mi hermano Pablo haciéndome alguna
broma y todo resultó real, ante las carcajadas del tipo y mucha gente conocida
me escuchó diciendo: ¡¡Ya Pablo deje de joder!!, ni crea que me convence con
sus bromas y no recuerdo qué mas cosas dije. Pero fue mi hermano Pablo quien
más contento estuvo y quien me acompañó al banco, el dinero se hizo rendir
porque lo invertí en ampliar la casa y adaptar el segundo piso para dos
apartamentos para alquilar, pero ese “alquilar” se ha convertido en una pequeña
pesadilla, pues hemos tenido que pasar muchos sustos con la gente que ha
llegado y empiezo:
La primera fue una amiga de Santander, lo mejor de
lo mejor y se convirtió en mi socia en algo que no funcionó, pero decidí dar su
parte y ella aceptó muy gentil, ella fue la inauguración más perfecta,
empresaria y jefe, mi paisana luego compró su propia vivienda y se mudó para
gran tristeza, como ella, todavía ninguna persona ha llegado.
La segunda persona fue otra conocida quien fue
feliz hasta que se casó con un guache completo y terminó mudándose, ahora mudó
de todo y se fue para otra ciudad sin el petuste que le ajustó dos muchachitas
y una sonrisa amarga en el rostro, para qué fregar, si ella fue a todo dar,
¡lástima que se casó y la sonrisa se le perdió!
Viene entonces el desorden y es que me dejé
convencer de mi hija de que no discriminara a nadie y un gay muy elegante y
bonito la convenció y ella a mí, aquí pasó de todo, hasta los hombres muy
hombres de por aquí, casi pierden la virginidad, era veloz, sagaz y tramposo,
se aprovechó y me robó muchos meses de arriendo, un día Anderson mi sobrino que
está en el cielo quiso ayudarme: ¡Madrina, le voy a poner un candado a ese
hijueputa para que no pueda entrar más!, pero no se lo permití, le dije que no,
porque me daba pesar echarlo a la calle, el tipo no me pagó, pero estaba
ahorrando dinero para arreglar sus piernas y senos y en este cuento estuvo en
coma y casi que se va para el papayo, por ahí anda todavía y no ha dejado la
maña, falta ver qué otras prácticas hacía, porque recuerdo que tenía muchos
santos y no eran tan venerables, me quedó un reloj de pared de recuerdo, espero
valga aunque sea un peso, y eso porque levanté la vista y me gustó esa talla,
me lo entregó desbaratado y alguien lo arregló, algo me darán por él.
Viene luego otra pareja de varones muy hermosos,
pero eran pareja, los desórdenes empezaron y casi hay difunto, vidrios rotos,
caras azules, gritos y escándalos, solo diré que me pagaron, pero no los sustos
que pasamos.
Siempre hay que devolver como se entregó pero aquí
nadie correspondió y los gastos venían luego, y así alquilé a unos hombres que
trabajaban en una empresa, nosotras solas, sin auxilio de nadie y las peleas
iniciaron, creí que sería bueno, pero revólver, cuchillo, patadas insultos y
más, ¡menos mal la policía llegó temprano!, otro cuento sería, un poco de
machos calientes y solos y el desorden de mujeres para arriba y para abajo y en
esto no quise alquilar más y lo dejé a mis hijas, pero... pero... pero... ¡para
abajo y a coger oficio!, no funcionó el cuento porque era doble el trabajo para
mí. Ahora está Caro viviendo en uno y el de los problemas está desocupado.
Mucha gente viene, estoy prevenida, el susto de los
varones viviendo ahí, los inquilinos de hace poco que estuvieron entre los
buenos y las ganas de que alguien que valga la pena lo habite me tienen aquí en
mi cárcel escribiendo mis penas y mis alegrías.
¡¡Ey mire a ver, solucione!!, me gritaba el macho
de la casa y ésta hembra se escondía: ¡¿Quién acaso tiene los huevos aquí?!
¡Enfrente!, y entre cada grito quedaron muchas carcajadas.
Recordé ahora la pesadilla que vivimos en
Bucaramanga, lo había escrito y desapareció, ¿esa vaina?, en el apartamento de
mi padre hubo un muerto, esa pesadilla no se la deseo a nadie, ¡pobre de mi
viejo!, ¡a él sí que le jodieron la vida!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, Febrero 9/17