EL RELOJERO Y YO... [99]
Está
cansado el relojero, sufre de ahogo... lleva un pequeño barril para tomar aire,
y me pidió que dejara llevar el reloj para arreglarlo en casa, pero sentí
temor, porque la vez pasada el otro tipo casi lo pierde, y ahora él, necesita
mucho tiempo, tiene sus mañas el equipo, de estar tantos años estacionado...
Ahora me
siento mal... ¡vaina rara somos los humanos!
Pensé: ¿si
en el camino como lo ven abuelito se lo roban?... es horrible pensar así, pero
es una gran realidad.
Mañana, si
hay un mañana, haré lo correcto... ¿qué será lo correcto?, ¿permitiré que se lo
lleve?, o le digo que descanse un rato, ya se lo dije, en la pequeña alcoba donde
hay seres que van y vienen, en medio de las sombras.
Lo vi muy
cansado... la brisa no llega a sus pulmones y habla agitado, es angustioso, a
veces despierto en la noche así, me ahogo, no sé qué problema tengo, despierto
con mucha tos, pero el relojero está anciano, temo que no regrese, y el reloj
se quede atorado en el rincón del tiempo.
Necesito
que marque más minutos y segundos para mí, por todos los años que estuvo casi
muerto, que suenen sus campanas, que el abuelo pueda respirar sin esa pequeña ayuda,
sería bonito, pero lo vi caminar muy lento con el bordón a tiro, y esto me hizo
sentir muy mal, debí dejar que se llevara ese viejo reloj... ¡no puedo creer
que algo tan simple me haga sentir como una estúpida desconfiada!, él no
necesita de mi viejo reloj, sino de la brisa, es lo único que le falla porque
tiene una mente lúcida, y es un genio que guarda mucha sabiduría, en el fondo,
deseo que esté aquí unos días más, para escucharlo hablar.
Es el
recuerdo vivo de un hombre sabio que pasó alguna vez por aquí... no es el
reloj, ni es mi doble moral, ni es el viejo reloj... es algo más, lo sé...
Y recuerdo
que me trajo 4 libros que guardaba con celo, tienen olor a tiempo, a lágrimas,
y eso no tiene precio, es verdad, soy una vieja estúpida, él sin conocerme me
hizo un regalo y yo… ¿qué hice?... es lo
malo de ser humano, vivimos de error en error y no aprendemos la lección,
merezco la condena del infierno, porque él ya se ganó el cielo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla
26-01-15
© 10-491-97
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